El 17 de enero de 1959 la Armada soviética recibió el primer submarino nuclear de la URSS, el Leninski Komsomol. Gracias a una construcción y armamento únicos, este submarino fue un auténtico hito de la ingeniería soviética, pero una tragedia oscureció sus triunfos.
Para conmemorar este histórico logro, el columnista de Sputnik Nikolái Protopópov recordó el desarrollo y la historia del submarino que abrió el camino a la flota nuclear de la URSS y Rusia.
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Por lo cual, el objetivo que perseguían los ingenieros soviéticos era la posibilidad de que los submarinos pudieran quedarse sumergidos durante más tiempo y tener una mayor autonomía. Otra razón para enfocarse en el desarrollo de un submarino nuclear, fue el hecho de que EEUU ya disponía de dos buques de este tipo, el Nautilus y el Seawolf.
Afortunadamente, a principios de la década de 1950 la URSS ya estaba lo suficientemente avanzada en el ámbito de la energía nuclear. Pero se desconocía cómo un reactor nuclear se comportaría en condiciones de combate.
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La construcción del submarino del proyecto 627, que en principio se llamaba K-3, comenzó en 1954 y solo los altos mandos tenían conocimiento de ello. Al mismo tiempo, fueron aproximadamente 350 las empresas del sector militar las que estuvieron involucradas en el proyecto.
Pero más tarde se tomó la decisión de armarlo con torpedos convencionales dotados tanto con ojivas nucleares como convencionales. Esto cambió la finalidad de la nave, que ahora tenía que luchar contra barcos y submarinos del enemigo.
La anatomía del K-3
El K-3 fue botado en 1957 y en septiembre del mismo año comenzaron las pruebas. El casco del submarino tenía una forma especialmente adaptada para la navegación subacuática y debido a ella el K-3 recibió el apodo de 'ballena'.
Gracias a esta solución técnica, el submarino podía alcanzar una velocidad punta de 30 nodos, lo cual era más rápido que los sumergibles estadounidenses. Además, podía descender a una profundad máxima de 300 metros.
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En el transcurso de las pruebas fueron reveladas múltiples imperfecciones y defectos en el submarino. Tras dos años de ensayos y modernizaciones, todas las fallas fueron finalmente solucionadas y el K-3 fue entregado a los militares en enero de 1959.
Llevado hasta el límite
El submarino llevó a cabo su primera patrulla en 1961 y apenas un año más tarde fue protagonista de una misión trepidante e histórica: la travesía hasta el Polo Norte por debajo de los hielos del Ártico.
Fue una misión arriesgada, puesto que el grosor del hielo sobre el K-3 llegaba hasta los 25 metros y era extremadamente difícil orientarse en el espacio porque los radares de la época no eran lo suficientemente avanzados.
"Los marineros prácticamente iban a ciegas. El menor de los errores podría haberle costado la vida a la tripulación", explica el columnista.
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El propio Nikita Jruschov recibió al submarino tras la misión y todos los tripulantes fueron galardonados con premios importantes. Fue entonces cuando el submarino fue renombrado como Leninski Komsomol en honor al submarino homónimo caído heroicamente en combate en 1943.
Desde entonces el submarino siguió recibiendo actualizaciones. De hecho, hubo más submarinos nucleares en la Armada soviética, pero el Leninski Komsomol sirvió de plataforma experimental para los sistemas que se instalarían en los demás buques.
La travesía fatal
Puesto que las pruebas y experimentos sometían constantemente al sumergible a cargas extremas, su condición técnica estaba bastante desgastada. A pesar de ello, el Leninski Komsomol siguió realizando misiones de combate y participando en maniobras.
Una de estas travesías realizada en septiembre de 1967 tuvo un final trágico. Mientras volvía desde el mar Mediterráneo surgió un incendio en el compartimento delantero del submarino cuando navegaba a una profundidad de 50 metros en la región de las Islas Feroe, al norte de Europa.
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No obstante, al intentar nivelar la presión por medio de los sistemas de ventilación, el monóxido carbónico empezó a filtrarse por todo el submarino y los tripulantes comenzaron a desmayarse.
El submarino no podía quedarse sumergido, razón por la cual el capitán dio la orden de salir a la superficie. Sin tener más opciones, el submarino finalizó la travesía emergido, con la bandera a media asta para conmemorar a los fallecidos.
Más tarde el Leninski Komsomol fue restaurado e incluso formó parta de la Armada hasta 1987. En el 2005 se tomó la decisión de convertirlo en un museo.
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