“Un suceso inesperado conmovió en la mañana de ayer intensamente a nuestro vecindario. La noticia del arribo de un submarino alemán al puerto local por lo extraordinaria e inesprada, provocó intensa expectación pública, exteriorizada en la renovada concurrencia que desfiló por los alrededores de la Base Naval, comentando en todos los tonos el suceso”, se lee en el lenguaje periodístico de la época, el primer párrafo de La Capital de Mar del Plata del 11 de julio de 1945.
El recorte es hoy uno de los muchos documentos en las paredes del Museo de la Fuerza de Submarinos en la escollera norte marplatense. Cuando el periodista tipeó esas palabras, lo hizo consciente de que la noticia generaría una revolución. Los días sin computadoras en las casas, sin celulares en los bolsillos, sin Internet, hacían del entonces periódico un medio de información que todavía podía ser el primero en contar.
A pesar de los arcaísmos, de la adjetivación desmesurada, la excitación del que escribe se presiente en el ritmo de su texto. No era para menos. A tres meses de haber finalizado la Segunda Guerra Mundial en Europa un submarino nazi, el U530, llegaba sin que nadie lo esperara a la Argentina. Era la historia reciente emergiendo del mar al otro lado del mundo, en Mar del Plata. Y un mes más tarde llegaría otro, el U977, pero eso todavía nadie lo sabía.
U530: el primer “lobo gris” en llegar a Mar del Plata
Cerca de las 7.30 del 10 de julio de 1945 desde la Base Naval advirtieronseñales luminosas a unos 5 kilómetros de la costa. Inmediatamente despertaron de urgencia al capitán de corbeta Ramón Sayús, accidentalmente a cargo de la guarnición, y lo llevaron hasta el puesto de observación. Cuando descifró el mensaje de las luces, sus ojos no daban crédito: una embarcación se identificaba como “submarino alemán”. Uno de los llamados “Lobos Grises”, asesinos silenciosos del Tercer Reich, tocaba a la puerta.
Desde tierra, Sayus y el comandante alemán comenzaron a intercambiar mensajes. Quien estaba a bordo del submarino se identificó como Otto Wermuth y dijo que tenía la voluntad de rendir el submarino ante las autoridades argentinas. Acordados los términos de esa rendición el submarino navegó en superficie y fue amarrado junto a la escollera del puerto. Fue el momento de mayor tensión.
Superada la sorpresa lo que siguió fueron las maniobras de amarre, una de las secuencias más vigiladas desde tierra por los argentinos, que temían se tratara de una trampa de los soldados nazis para escapar. Sin embargo la crónica de la época dice que Wermuth, de uniforme y exhibiendo sus condecoraciones, hizo formar en cubierta a sus hombres, y así aguardaron a que llegaran a buscarlos.
Minutos más tarde se firmó el acta de rendición del U-Boot, abreviatura del alemán Unterseeboot, “nave submarina”. En ese acto y tras izarse la bandera argentina en el puente (plataforma en lo alto de la vela) de la nave, terminó la vida bélica del U530. Sería entregado a Estados Unidos que lo convertiría en un sumergible experimental, hundido por un torpedo del USS Toro (SS-422) durante ejercicios militares, dos años y medio más tarde.
Una bandera nazi en poder de un argentino
Cada submarino alemán llevaba a bordo en 1945 dos banderas. Una era de combate y la otra de desfile. Esta última fue izada por última vez en el U530 cuando la embarcación navegaba en superficie hacia el puerto de Mar del Plata y posteriormente fue incinerada.
El comandante alemán Wermuth al enterarse a través del comandante de la Base Naval Mar del Plata, Julio César Mallea, que sería deportado a los Estados Unidos, decidió regalarle la de combate en agradecimiento a todo lo hecho por la Marina Argentina, representada en él y en su tripulación.
Luego de la muerte del comandante Mallea en 1959, su viuda, María Teresa de Mallea, fue en persona hasta la embajada alemana en Buenos Aires para devolver la bandera del U530 al militar alemán. Wermuth recuperó finalmente la insignia del submarino nazi en 1960.
La llegada del U977 y la teoría de que Hitler estuvo abordo
Los diarios todavía estaban expectantes por las novedades del U530 cuando el 17 de agosto de 1945, a un mes de la rendición de su compañero de flota, y a cinco meses de la caída del búnker de Adolf Hitler en Berlín, también pidió rendirse en Mar del Plata el U977.
En ese momento ganaron crédito las que hasta ese momento habían sido “leyendas urbanas", rumores dichos en voz alta, aunque cada vez más frecuentes, que hablaban de submarinos divisados en distintas playas argentinas tras el fin de la guerra.
Entre otros hechos que se destacan, el policía Pedro Longhi había informado haber visto una nave desde su puesto de Mar del Tuyú y eso ocurrió apenas una semana antes de que el U530 se entregara en Mar del Plata.
Pero respecto al U977 emergiendo de las profundidades del mar argentino a mediados de agosto del ’45, la embarcación iba comandada por Heinz Schaffër, de apenas 25 años de edad. A diferencia del U530 conservaba todo su armamento. Schaffer sería más tarde sometido a un interrogatorio en el que se lo acusó de haber ocultado al propio “Führer.
“Fui conducido ante un grupo de altos oficiales anglo-americanos que integraban una comisión investigadora especialmente enviada a Argentina para poner en claro el ‘misterioso caso del U-977’. Estos señores eran obstinados: “¡Usted ha ocultado a Hitler! ¡Díganos ya! ¿Dónde se encuentra?”,repasó alguna vez el propio comandante alemán, declaraciones recuperadas por los autores Laureano Clavero y Pere Cardona, en su libro Segunda Guerra Mundial, 10 historias apasionantes.
“Como ya no podía decirles nada más de lo que ya había declarado a los argentinos, se pusieron impacientes, pues el viaje de mi submarino seguía suscitando vivos comentarios y grandes titulares”, agregaba Schaffër, que sin quererlo alimentaba las teorías. El alemán terminaría escribiendo un libro al respecto que fue traducido a varios idiomas. Pero la realidad es que nunca pudo demostrarse nada.
En el mes de noviembre de 1946 el U977 sería torpedeado por el submarino USS Atule. El fin de uno de los últimos “Lobos Grises”, parte de la temeraria Kriegsmarine y que terminó rindiéndose en Mar del Plata.