Los domingos por la mañana la televisión británica se llena de programas sobre política que compiten entre sí por tener los mejores invitados. El espacio estelar es el de la BBC, el «Show de Andrew Marr», de un respetado periodista escocés de 57 años. Ayer su invitada fue Theresa May y pasó un momento de gran apuro. En el transcurso de la entrevista, Marr le preguntó hasta cuatro veces si antes de acudir en julio al Parlamento para pedir la renovación de los submarinos nucleares británicos, ella sabía que habían sufrido un fallo en un test llevado a cabo el mes anterior frente a las costas de Florida. May rehusó a contestar las cuatro veces y se escabulló con frases evasivas: «Tengo una fe absoluta en nuestros misiles Trident [el armamento nuclear de los submarinos]».
Los periodistas, esos que Trump califica como «unos de los seres más deshonestos de la tierra», han vuelto a prestar un servicio a la sociedad desvelando lo que los políticos se esmeran en tapar. El periódico conservador «The Sunday Times», propiedad del magnate Rupert Murdoch, destapó este domingo con una exclusiva que a finales del pasado junio, en el primer test de lanzamiento en cuatro años de los submarinos atómicos británicos, un misil no cargado tomó una dirección contraria a la prevista durante un ensayo frente a las costas de Florida. El proyectil debería ir hacia el Este, a un blanco situado a 5.600 millas del litoral africano, pero lo hizo al revés, hacia Estados Unidos. «El Número 10 encubrió el fiasco de los misiles», acusa el periódico al Gobierno en su titular.
La disuasión nuclear británica la conforman cuatro submarinos Vanguard, con base en Faslane (Escocia), equipados con misiles atómicos Trident. Los ensayos de sus lanzaderas se llevan a cabo con cuentagotas, porque cada uno cuesta 20 millones de euros. En lo que va de siglo se han hecho pruebas de lanzamiento de los Trident -sin su carga nuclear- solo cinco veces. La última fue en junio con el submarino «Vengeance» (Venganza), que volvía al mar tras una reparación integral de cuatro años que había costado 404 millones de euros. Defensa informó de que el test se llevó a cabo «con gran éxito», ocultando el chapucero fallo. Al salir mal las pruebas en Florida, la realidad es que la última vez que se probó que el «Vengeance» es capaz de lanzar correctamente un misil fue hace 16 años, lo que da idea de la fiabilidad y calidad del programa de disuasión británico.
Usualmente, el Ministerio de Defensa y el fabricante de los Trident, la multinacional estadounidense Lockheed Martin, facilitaban información de los test, con imágenes y hasta con fotos de los VIPS que acudían a ver los lanzamientos. Sin embargo, el pasado junio hubo un mutismo total, salvo el hecho de consignar que todo había ido bien.
La polémica política se debe a que el 18 de junio, solo unas semanas después del fallo, May compareció en el Parlamento, en su primer discurso allí, para pedir apoyo para aprobar la renovación de los cuatro submarinos atómicos, cuya vida útil se extinguirá a mediados de la próxima década. El tema resultaba controvertido, porque la inversión es enorme: 46.300 millones de euros, que como siempre, algunas voces de la izquierda consideraron que estarían mejor invertidos en educación y gasto social. Al final, el Gobierno ganó holgadamente: 472 diputados a favor de la renovación y 117 en contra, entre ellos todos los del separatismo escocés y el líder laborista, Jeremy Corbyn, favorito desde siempre.
«Un debate serio»
Ahora se acusa al Gobierno de haber viciado aquella votación, al no poner sobre la mesa toda la información sobre los Trident. «El tema merece un debate serio», pide Corbyn, «porque es un error bastante catastrófico que un misil vaya en la dirección equivocada, sabe Dios qué consecuencias pudo haber tenido». La primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, ha pedido al Gobierno que publique de inmediato toda la información sobre el incidente. Los nacionalistas escoceses son contrarios al programa nuclear, porque su base se ubica en la desembocadura del río Clyde, en Escocia.
Lord West, un almirante que hoy ocupa escaño en la Cámara de los Lores a propuesta de los laboristas, califica de «extravagante y estúpido» que el Gobierno no admitiese públicamente el error.
El Reino Unido se dotó de un sistema de disuasión nuclear a finales de los sesenta, con la decisión de construir sus submarinos Polaris. A comienzos de los ochenta, Margaret Thatcher ordenó sustituirlos por los más modernos Vanguard, que entraron en funcionamiento en los noventa con misiles nucleares Trident. Hoy se han quedado también anticuados y serán renovados a mediados de la próxima década. Son cuatro, siempre hay uno patrullando en el mar, dos atracados en la base de Falsane y uno en mantenimiento. Cada uno tiene 150 metros de eslora y cuenta con 135 tripulantes. El armamento de cada nave son 16 misiles Trident, que suman 48 cabezas nucleares.
Luís Ventosis para ABCInternacional
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