El hallazgo frente a la costa de Málaga del torpedo nazi que hundió en 1936 el submarino republicano C-3 confirma definitivamente la participación alemana en la Guerra Civil en el mar, como gran "banco de pruebas" de la Segunda Guerra Mundial, pese a que oficialmente nunca se reconoció.
El cineasta José Antonio Hergueta, que en 2006 dirigió el documental "Operación Úrsula" -como se denominó el operativo de la Marina de Hitler en la zona-, ha detallado este lunes el descubrimiento del proyectil junto al marino mercante José Luis Martín, experto en submarinos.
Para Hergueta, la historia del C-3 es "la Guerra Civil resumida en una nuez", porque el 12 de diciembre de 1936 "explota y se publica el hundimiento, pero 48 horas después se borra de la memoria, lo que resumía todos los olvidos y silencios de la guerra".
La exploración con un sónar de barrido lateral ha permitido localizar intacto, a unos 300 metros de donde yacen los restos del C-3, el torpedo alemán, de 1.700 kilos de peso y con una carga explosiva de 250 kilogramos que, por un fallo, no llegó a detonar al impactar con el submarino.
Ese silencio oficial sobre la actuación alemana pudo deberse, según Hergueta, a que en esta zona el mar se entendía como un dominio británico y, en ese momento, 1936, "Hitler no quería provocar a los ingleses porque pensaba que todavía podía seducirlos".
Como ha destacado Martín, Málaga "tuvo una gran importancia estratégica durante la Guerra Civil por su cercanía a Gibraltar", ya que "era el único puerto del Mediterráneo a dos horas de navegación del Estrecho" y por ello se convirtió en base de los submarinos republicanos en los primeros meses de la contienda.
Aunque el C-3 tenía previsto ese 12 de diciembre navegar rumbo al Estrecho para relevar al C-4, finalmente recibió órdenes de permanecer en la zona ante el previsible ataque a Málaga del crucero Canarias.
El ataque del submarino alemán U-34 al C-3 tuvo como testigo de excepción al buque de guerra británico Acasta, que hizo una descripción detallada del suceso ocurrido a las 14:19 horas de ese día frente a la barriada malagueña de El Palo.
El U-34, al mando del comandante Harald Grosse, navegaba en superficie pero, al divisar al C-3, se sumergió y calculó el denominado "triángulo de disparo", que tiene en cuenta la velocidad y el rumbo del blanco y del torpedo, ha explicado Martín.
A una velocidad de 30 nudos (52 kilómetros por hora), el torpedo G-7 tardó 53 segundos en recorrer los 800 metros que separaban a ambos submarinos.
Al impactar, los únicos tres supervivientes del C-3, que estaban en la torreta, recordaban un movimiento muy brusco, que la nave se inclinó de proa y se hundió de forma casi inmediata.
"El C-3 recibió el golpe en el peor punto posible, la cuaderna 105, donde había catorce botellas de aire comprimido que eran como catorce bombas, y debido a su enorme velocidad el torpedo siguió su trayectoria y salió por la banda contraria", ha relatado Martín.
Esas bombonas "estallaron y rajaron a cuchillo el casco del submarino, que por eso se hundió de manera instantánea", resalta este experto, que añade que los 37 tripulantes que estaban dentro "quedaron atrapados y no pudieron huir".
Durante el hundimiento, cuando el agua llegó a las baterías de popa del C-3, se produjo una reacción química en la que se liberó hidrógeno y que causó "una tremenda explosión que vieron los testigos desde Málaga, con una enorme columna blanca que desapareció en segundos, algo que solo puede ser vapor de agua".
El torpedo de unos seis metros que permanece en el fondo marino a 66 metros de profundidad podría ser "peligroso" al conservar la carga explosiva tras fallar su espoleta, por lo que Martín y Hergueta han comunicado el hallazgo a la Comandancia de Marina y a la Subdelegación del Gobierno.
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