La denuncia política por la celebración del hundimiento nunca esclarecido del submarino republicano C-5 en aguas del Cantábrico en 1937 ha acabado en una destitución fulminante. La Armada comunicó ayer sábado la destitución del jefe de Estudios de la Estación Naval de A Graña, en Ferrol, por ser responsable de la publicación de una "efeméride no pertinente".


En un comunicado, en el que no figura el nombre del destituido, la Armada ha anunciado que en la orden diaria de la escuela de este viernes se publicó "una efeméride no pertinente", relacionada con la Guerra Civil. Por ello, ha señalado que el trabajador, también subdirector del recinto, "será cesado de su cargo".

Ha concretado en una breve nota de prensa que el citado militar es "responsable de la redacción y publicación de la orden diaria".

El diputado del BNG Néstor Rego ha denunciado este sábado lo que consideró "un acto profranquista" en las dependencias de la Armada en A Graña.

El centro militar cita en sus efemérides el hundimiento de un submarino de la "escuadra roja C-5". EP

El centro militar cita en sus efemérides el hundimiento de un submarino de la "escuadra roja C-5". EP

Rego ha anunciado el registro de una iniciativa en el Congreso de los Diputados "exigiendo a Defensa que actúe y depure responsabilidades" y ha difundido una imagen de un documento del centro militar que cita en sus "efemérides" del 1 de enero el hundimiento de un submarino de la "escuadra roja C-5" en 1937.

En el documento, se relata que la embarcación, "en los primeros días de enero" de aquel año, en plena Guerra Civil, desapareció "con toda su dotación" en un suceso "mandado por el heroico teniente de navío José Lara".

En su cuenta de Twitter, el diputado ha aludido a la existencia de "fascismo en el Ejército" y ha sostenido que es "escandaloso que los actos profranquistas en el Ejército queden siempre impunes".

Rego ha señalado que, sin embargo, quienes "los denuncian" han merecido castigos. En este caso ha citado tanto al cabo Marco Antonio Santos y al teniente Luis Gonzalo Segura.

El documento difundido por el diputado lleva el membrete de la subdirección de la Estación Naval ferrolana, uno de los mayores centros formativos de la Armada.

Tripulantes en el interior del submarino antes de su hundimiento

Tripulantes en el interior del submarino antes de su hundimiento

Dos días bajo las aguas de la costa frente a Cudillero

La historia del submarino C-5 se ha convertido en epítome del devenir de la Armada Republicana durante la Guerra Civil. Intrigas, desaciertos y un final trágico jalonan la participación de este sumergible en la contienda

A principios de septiembre de 1936, tras ser trasladado al mar Cantábrico, el C-5 libró un combate con seis bous rebeldes artillados, un hidroavión y el crucero 'Velasco'. Como resultado de la escaramuza, el sumergible se quedó sin propulsión y permaneció durante cuarenta y cuatro horas a ochenta y cinco metros de profundidad frente al cabo Vidio.

En julio de 1936, el C-5 se encontraba en Cartagena, lugar donde había sido construido seis años atrás. Su comandante por aquel entonces, el capitán de corbeta Antonio Amusátegui Rodríguez, fue detenido y fusilado al ser considerado adepto a la causa rebelde. La actuación dio lugar a un vacío de poder que acabó con el contramaestre Jacinto Núñez al mando del sumergible. Sin embargo, Nuñez fue pronto sustituido por el capitán de corbeta José María de Lara y Dorda, quien nunca llegó a gozar de la confianza de sus hombres. No obstante, el mando real acabó en manos del auxiliar de radio José Porto, presidente del comité político del sumergible.

El destructor 'Velasco'. / Reproducción de Ignacio Pulido

El destructor 'Velasco'. / Reproducción de Ignacio Pulido

La mala suerte marcó desde un principio al C-5. El 26 de agosto de 1936 varó frente a Tarifa y esa misma jornada colisionó con el C-1 'Isaac Peral' al levar su ancla cuando se disponía a poner rumbo a Portugalete. Ramón Cayuelas, tripulante del C-5, señala en su obra "Relatos inéditos de los submarinos republicanos en la guerra civil española" que el viaje de traslado al País Vasco se realizó sin prisas y que incluso llegaron "a tomar el sol en cubierta". 

La negativa de su capitán a abrir fuego

La primera misión encomendada en el Cantábrico al C-5 fue la caza del acorazado "Almirante Cervera" en las inmediaciones del cabo Peñas, el 1 de septiembre. La empresa resultó ser un fracaso. "Lara se negó a abrir fuego puesto que el crucero alemán 'Königsberg' se interpuso entre ellos y su objetivo", comenta el investigador Javier Alonso-Iñarra.

Al día siguiente, el C-5 avistó frente a Luarca a los bous artillados 'Juan Ignacio' y 'Argos'. "José Porto ordenó abrir fuego sobre ellos con el cañón antiaéreo de cubierta ante la negativa de Lara", precisa Alonso-Iñarra. El C-5 no logró hacer blanco y los barcos rebeldes iniciaron una persecución del sumergible, a la que se sumaron los bous 'Denis', 'Galicia', 'Tritonia' y 'Virgen del Carmen'.

"Los perseguidores hicieron fuego sobre el C-5 durante horas. A ellos se sumó también un hidroavión Savoia y el destructor 'Velasco', que cerró la vía de escape del C-5 a la altura del cabo Vidio. El "Velasco" lo cañoneó y lanzó cargas de profundidad", subraya Alonso-Iñarra. En vistas de lo delicado de la situación, el C-5 optó por sumergirse a toda prisa. Durante la maniobra, la explosión de una carga de profundidad dejó al submarino sin propulsión, precipitándolo hasta los ochenta y cinco metros de profundidad.

Achicando con cazos de cocina mientras oían las hélices de sus perseguidores

Dentro del submarino la situación era angustiosa. Todos desconocían la envergadura de las averías y temían que se agotase el oxígeno. "Para ahorrar oxígeno, Lara indicó que las órdenes se darían por escrito. Los hombres no ocupados debían permanecer inmóviles en sus literas", explica Alonso-Iñarra. 

Durante horas, la tripulación se afanó por trasladar con cazos de cocina el agua de los habitáculos inundados a la cámara de proa. Mientras, en superficie, se oían las hélices de sus perseguidores. Después de casi cuarenta y cuatro horas en el fondo del mar, el C-5 logró emerger y se trasladó a Bilbao para ser reparado.

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La última misión del C-5 tuvo lugar el 30 de octubre de 1936 en el entorno del cabo Mayor (Cantabria). Tras avistar al acorazado 'España', el submarino lanzó varios torpedos que erraron. Porto acusó a Lara de haber saboteado los proyectiles y el sumergible regresó a Portugalete donde permaneció hasta el 31 de diciembre. Ese día, el C-5 se hizo a la mar a las siete de la tarde con cuarenta y un tripulantes a bordo. Nunca más fue visto.

A la mañana siguiente, dos pesqueros hallaron manchas de aceite y gasoil diez millas al norte de Ribadesella. Los restos del sumergible nunca fueron hallados y las causas de su desaparición continúan siendo un misterio a pesar de que se ha llegado a especular con un posible sabotaje llevado a cabo por el comandante Lara.