Agosto de 2000. El submarino nuclear de la armada rusa Kursk naufraga durante un ejercicio en aguas del mar de Barents. Un desastre al que le sigue una marcada negligencia gubernamental internacional que tiene en vilo al mundo. Mientras 23 marineros luchan por sobrevivir atrapados dentro del submarino, sus familias se enfrentan desesperadamente contra los obstáculos políticos y las escasas probabilidades de rescatarlos.
Con el reciente hallazgo de los restos del submarino argentino ARA San Juan, un año después de su desaparición, se pone en evidencia una vez más la dificultad de cualquier posible rescate de este tipo de naves militares. Si a ello le sumamos la carga de armamento nuclear, los efectos pueden ser devastadores.
La Guerra Fría, entre las amenazas latentes por parte de las dos grandes superpotencias, también trajo la evolución de estas máquinas hacia la propulsión nuclear, cargadas con misiles atómicos. Además de la carrera armamentística, los posteriores problemas y bajas de submarinos como el K-19 o el USS Scorpion, entre otros cuantos, han puesto en evidencia con el consiguiente coste de vidas humanas la inestabilidad de estos singulares aparatos bélicos.
‘Kurks’ lleva el nombre del submarino real en el que se inspira la novela de Robert Moore sobre el drama ocurrido en los últimos días de navegación por aguas del mar de Barents. Thomas Vinterberg (‘Lejos del mundanal ruido’, ‘La caza’, ‘Submarino’), realiza un buen ejercicio en el describe los últimos vestigios de una hegemónica y a la vez obsoleta armada rusa. Con guion de Robert Rodat (‘El patriota’, ‘Salvar al soldado Ryan’), además de representar los momentos decisivos de sus tripulantes, define a la perfección la negligencia y soberbia del cuadro de mando ruso anclado en seguir aparentando ser los amos del mundo.
Matthias Schoenaerts (‘Gorrión rojo’, ‘De óxido y hueso’, ‘Bullhead’), representa la camaradería entre los marinos responsables de las maniobras del submarino militar, que son capaces de vender sus propios relojes para conseguir comida y bebida para la boda de un compañero de filas.
Léa Seydoux (‘Solo el fin del mundo’, ‘Spectre’, ‘La vida de Adèle’), es la imagen de las abnegadas esposas que se rebelan contra el estado y la oficialidad ante el secretismo y la ausencia de información de cuanto sucede en las profundidades del Barents.
Colin Firth (‘El regreso de Mary Poppins’, ‘Kingsman’, ‘El discurso del rey’), es el comodoro británico que se ve atado de manos por la diplomacia rusa a la hora de rescatar al plantel de marinos atrapados entre las estrechas paredes del ataúd metálico que supone el submarino K-141. Y un imponente Max Von Sydow(‘Minority Report’, ‘El exorcista’, ‘El séptimo sello’), como el rancio responsable de la flota rusa que se opone a cualquier solución viable que pueda desvelar alguna información de la armada.
Cuatro papeles precisos, excelentes y muy bien interpretados, para dar una visión acertada de lo que pudo suponer este drama para los marineros y familiares de la Flota del Norte.
‘Kurks’ inicia y termina con un original cambio de formato de pantalla como introducción y colofón de la historia principal. Cuenta con una valiosa banda sonora a cargo de Alexandre Desplat (‘Isla de perros’, ‘La forma del agua’, ‘Argo’). Es una producción belga y luxemburguesa, avalada por Luc Besson en la producción ejecutiva.
‘Kurks’ recrimina un acontecimiento verídico con cuatro golpes metálicos de camino hacia la esperanza de sobrevivir a una claustrofóbica situación. Es una desesperante y agonizante experiencia, acerca de un sobredimensionado orgullo patriótico y secreto oficial por encima de las víctimas.
Lo mejor: el conjunto de la película, sus logradas interpretaciones y el ambiente represivo que retienen sus imágenes, la fortaleza de las esposas ante el siniestro.
Lo peor: el poco protagonismo de la inestable “niña gorda”, detonante de toda esa crítica situación.
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