Durante la Primera Guerra Mundial (28 de julio de 1914 – 11 de noviembre de 1918), los submarinos fueron una de las armas más temidas. Según History Hit, el primer barco hundido por un submarino fue el HMS Pathfinder, derribado por un torpedo de un submarino alemán.
Los submarinos usualmente causaban más daño que las naves de superficie, y los barcos golpeados con torpedos tendían a caer rápidamente y con una gran pérdida de vidas. No es de extrañar, entonces, que las fuerzas militares se interesaran mucho en cómo reducir la efectividad de estas máquinas.
El sonar –– técnica que usa la propagación del sonido bajo el agua para navegar, comunicarse o detectar objetos sumergidos –– aún no se había desarrollado, por lo que los submarinos no podían ser rastreados de esa manera. Gran Bretaña, en particular, tenía algunos planes preliminares muy creativos sobre cómo combatir los submarinos alemanes.
Las gaviotas al rescate durante la Primera Guerra Mundial
Para contrarrestar la pérdida de submarinos, durante la Junta de Investigación y Desarrollo (BIR por sus siglas inglesas) establecida en 1915 en Reino Unido, se tuvieron en cuenta muchas propuestas, como usar potentes imanes, verter pintura verde para bloquear la vista de los periscopios e incluso encontrar submarinos con una vara de zahorí.
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Según la Royal Society, el almirante Sir Frederick Inglefield sugirió usar gaviotas para detectar submarinos. La idea consistía en entrenar a estas aves para posarse en los periscopios, defecando en ellos cada vez que emergieran. Para ello, deberían condicionar a las gaviotas a asociar los periscopios con comida. Cuando el objetivo se lograra, ellas volarían de regreso a los periscopios y revelarían su posición.
Las gaviotas se entrenaron con un falso periscopio remolcado por un barco, que proporcionaba trozos de salchichas y comida de gato en el agua a intervalos regulares.
NO OBSTANTE, EL EFECTO SOBRE LA FLOTA DE SUBMARINOS ALEMANAS FUE NULA.
En 1917, cuando Estados Unidos entró en la guerra, el ornitólogo R.M. Strong propuso revivir el plan pero con aves criadas por humanos del lago Michigan. Por suerte para todos, el sónar libró a las aves de ir a la guerra.
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