La destreza del reverendo anglicano George W. Garret para “embotellar” el vapor llamó la atención de Nordenfelt y en 1885, fabricó su primer submarino: el Nordenfelt I, un armatoste de 61 tonelada que construyó en Landskrona, Suecia. Este submarino se convertiría en una de las ventas más destacadas de Basil Zaharoff: El servicio de inteligencia de la Marina de los Estados Unidos había descrito el submarino atribuyéndole “movimientos peligrosos y excéntricos”. No obstante, Thorsten Nordenfelt había tenido cierto éxito en una demostración internacional de su buque ante la elite militar, pero las grandes potencias no se interesaron por el mismo; sin embargo, las naciones menores, deseosas de aumentar su prestigio, presentaban posibilidades comerciales. De este modo, y con la promesa de facilidades de pago, Zaharoff logró vender el primer submarino a los griegos. Luego convenció a los turcos de que el submarino griego resultaba una amenaza para ellos, y les vendió dos unidades. A continuación, persuadió a los rusos de que en el mar Negro había ahora una grave amenaza, y éstos compraron también dos. Ninguno de estos submarinos llegó a entrar en batalla.
El submarino era revolucionario por ser el primero en ir equipado con el torpedo Whitehead que se disparaba desde un tubo interior. Sus pruebas fueron presenciadas por las más distinguidas personalidades, entre ellas el príncipe de Gales y la zarina de Rusia. También estuvieron presentes oficiales de la Marina y militares de casi toda Europa, de Japón y de Brasil. Ningún submarino contó con la presencia de tan distinguidos mandatarios en toda la historia.
En realidad, el submarino no se comportó mal y fue adquirido por el gobierno griego para seguir haciendo más pruebas. Seguramente no fue una sorpresa que el Nordenfelt II lo construyera el sultán de Turquía, que lo sometió a exhaustivas pruebas en aguas de Constantinopla, al final de las cuales el sultán se sintió satisfecho y terminó por adquirirlo.
La verdad es que el funcionamiento del submarino bajo el agua era espantoso, especialmente cuando intentaba disparar un torpedo: su descarga hacia que la embarcación se moviera como un ingobernable potro salvaje, dándoles la razón a los americanos. En unas pruebas realizadas por la Armada turca, uno de sus submarinos intentó disparar un torpedo y se desestabilizó de tal modo que se hundió
Como quiera que fuere, los turcos no lo utilizaron. Fueron incapaces de encontrar mecanismos que lo hicieran funcionar, sus tripulantes desertaban tan pronto los destinaban a él, y al final, se le abandonó en el arsenal de Constantinopla hasta que se oxidó. El Nordenfelt III era más grande (38’1m y 249 Tm) lo hizo construir el gobierno ruso en Barrowin-Furness, Inglaterra. Aunque se habia incrementado su fuerza motriz hasta 15 nudos en superficie y 5 nudos en inmersión, adolecia de la misma falta de control horizontal de sus predecesores, originada por su gran eslora. A pesar de sus evidentes deficiencias, se envió a Rusia, pero naufragó en la costa de Jutlandia el 8 de septiembre de 1888.
Nacho Padró
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