La Maritime Command de la OTAN publicó el pasado 9 de octubre fotografías de una fragata francesa observando al submarino ruso Novorossiysk navegando en superficie cerca de la costa de Bretaña. Las imágenes, captadas durante una patrulla rutinaria, mostraban al buque con una parte significativa del casco fuera del agua, lo que activó las alarmas sobre un posible fallo técnico.
El Ministerio de Defensa ruso, a través de la agencia estatal TASS, desmintió cualquier avería. Afirmó que el Novorossiysk realizaba un tránsito programado tras concluir una misión en el Mediterráneo, y que la navegación en superficie obedecía a "procedimientos estándar" al cruzar el Canal de la Mancha.
El canal de Telegram VChK-OGPU, conocido por publicar filtraciones del aparato de seguridad ruso, había señalado semanas antes que el submarino sufría una fuga de combustible en el compartimento de máquinas. Esta filtración coincide con la imagen del buque navegando en superficie, algo poco habitual para un sumergible en tránsito táctico.
Mandos de la OTAN consultados por medios franceses señalaron bajo anonimato que, de confirmarse el fallo, se trataría de una "exposición inusual y vulnerable" para una unidad que transporta misiles de crucero.
Kalibr: el misil que lleva dentro
El Novorossiysk forma parte del grupo de submarinos del Mar Negro equipados con el sistema de misiles Kalibr-PL, capaces de alcanzar blancos a más de 1.500 km y emplear ojivas convencionales o nucleares tácticas.
Este tipo de armas ha sido utilizado por Rusia desde el mar Negro y el Caspio contra blancos en Siria y Ucrania. Su presencia en el Canal de la Mancha introduce un elemento de disuasión en un corredor marítimo clave para la OTAN.
Presión en aumento: espionaje y explosivos
La aparición del Novorossiysk ha coincidido con la imputación en Polonia de dos ciudadanos rusos acusados de espiar y enviar paquetes explosivos. Según la Fiscalía, uno de los dispositivos contenía nitroglicerina y detonadores militares ocultos en un paquete con destino a Varsovia.
La conexión entre ambas noticias es indirecta, pero refleja el creciente nivel de alerta de los servicios europeos ante actividades de inteligencia y sabotaje atribuidas a Moscú.
Expertos navales consultados por SIPRI subrayan que la navegación del Novorossiysk por aguas internacionales no viola el derecho marítimo. Sin embargo, su surfacing frente a costas aliadas plantea un mensaje simbólico claro: Rusia sigue presente y operativa en el Atlántico.
Fuentes del Estado Mayor francés, recogidas por Le Figaro, admiten que la vigilancia de submarinos rusos ha aumentado en 2025. La Armée de mer mantiene despliegues constantes de escoltas antisubmarinos en la región.
Desde Moscú, la línea oficial insiste en la normalidad operativa. Pero el hecho de que uno de sus sumergibles estratégicos haya mostrado su silueta bajo la atenta mirada de la OTAN sugiere, al menos, una grieta en su sigilo habitual.
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