Dos raros timones encontrados en una playa de Quequén se han convertido en el centro de una interesante investigación, denominada Eslabón Perdido, propiciada por el museo bonaerense Lobería La Grande, entidad que ha solicitado ayuda al Gobierno nacional para realizar una operación de búsqueda en el mar de un casco de un navío desconocido que habría tenido esas piezas navales, presumiéndose que pudieran haber pertenecido a un submarino alemán de la Segunda Guerra Mundial.
La directora del museo de Lobería, la museóloga Eliana Segovia, solicitó formalmente ayuda a los ministros de Defensa, Agustín Rossi, y de Seguridad, Sabina Frederic, para que el Estado se involucre activamente en la investigación que fue declara de Interés Cultural por el Concejo Deliberante de esa ciudad y el de Necochea (además, recientemente ingresó al Senado de la Nación un proyecto de la senadora Silvina García Larraburu, para declarar de Interés a nivel nacional la investigación). Segovia concretamente pidió el apoyo de una embarcación oficial que facilite el trabajo de rastreo en una franja del mar ubicada precisamente frente a la playa donde se encuentran los timones, bajo la presunción de que, con el transcurso del tiempo, estos se desprendieron del casco hundido y las marejadas los arrojaron a la costa.
Por otra parte, en laboratorios del Centro Atómico Bariloche se analizaron muestras de los timones y se determinó que no fueron fabricados con el acero naval tradicional, sino con una costosa aleación de base hierro-cromo, con otros componentes menores como aluminio, que no es usual para las embarcaciones. A su vez, el ingeniero Hernán Sotero González, a cargo del análisis de estructuras, dictaminó que el diseño de los timones no se corresponde con el usual de barcos y submarinos, catalogados internacionalmente en el nomenclador NACA, serie 00. Sin embargo, en su tesis técnica Sotero González aventuró que podrían ser compatibles con un submarino de 100 metros de eslora, aunque oficialmente no se ha encontrado ningún registro de una nave de esas características en el mar argentino. En tanto, el doctor Nicolás Lanzat, también integrante de Eslabón Perdido, analizó más de 50 naufragios, entre las ciudades de Necochea y Mar del Plata, incluyendo barcos varados y desguazados, llegando a la conclusión que los enigmáticos timones citados, que se encuentran sobre la arena de la playa de Arenas Verdes, ubicada al norte de Quequén, no son compatibles con esas naves siniestradas.
Recientemente el periodista Abel Basti, investigador de las actividades nazis y coordinador del proyecto Eslabón Perdido, elevó un pedido de acceso a la información pública a la ministra de Seguridad, Sabrina Frederic, en el marco de la Ley 27.272, para verificar si la Prefectura Naval Argentina, que depende de la funcionaria, dispone de información relacionada con las dos piezas navales encontradas en la playa. Además, Basti le preguntó a Frederic por qué razón durante la gestión del Gobierno anterior “la Prefectura Naval Argentina realizó un operativo frustrado, que incluyó grúas, para retirar un timón” de Arenas Verdes. El periodista informó que a pesar de ese intento, realizado dos años atrás, el operativo no se pudo concretar por dificultades ocasionadas por la fragilidad y falta de sustentabilidad del terreno arenoso, así como el gran peso de la pieza naval que supera las 10 toneladas. “¿Quién dio la directiva para que se realizara dicho operativo? ¿Adónde iba a ser llevado el timón? ¿Cuál fue el motivo de elección de la mencionada pieza, habiendo gran cantidad de restos navales pertenecientes a naufragios en una extensa franja del litoral?”, son algunas de las consultas realizadas por Basti en el pedido de acceso a la información pública elevado a Frederic.
En tanto, trascendió que el intendente de Lobería, el radical Juan José Firoamonti, se encuentra analizando solicitar, vía Cancillería, colaboración al Gobierno alemán para poder determinar el origen de los timones que, según los estudios realizados, pertenecería a la industria germana.
Una versión persistente
Con el transcurso de los años varios libros y artículos periodísticos han reproducido una misma versión histórica relacionada con desembarcos de nazis en la zona donde fueron encontrados los timones. El rumor, transmitido de generación en generación desde la década de los 40, indica que dos submarinos alemanes arribaron en julio de 1945 en las playas de Arenas Verdes y Costa Bonita. Tras el desembarco de hombres y cargas, los submarinos fueron autohundidos por los mismos nazis para borrar toda prueba de esa llegada clandestina a la Argentina. La versión también indica que, alertado por lugareños, el titular de la Policía de Necochea, comisario Luis Mariotti, decidió investigar el asunto y trasladarse al presunto sitio del desembarco.
La comisión policial -del grupo formaban parte Mariotti, 2 cabos y 4 agentes- encontró en la playa los rastros de un desembarco y entonces se decidió seguir las huellas de camiones que se dirigían desde ese punto hasta la cercana estancia Moromar, según pudieron constatar. En Moromar los agentes del orden se encontraron con 4 extranjeros armados con ametralladoras que les impidieron la entrada al establecimiento. Ante este suceso, el comisario Mariotti y sus hombres se retiraron del lugar solicitando instrucciones a sus superiores. De acuerdo con la misma versión, las autoridades policiales, con asiento en La Plata, le ordenaron a Mariotti que dejara sin efecto las actuaciones y que se olvidara de todo el asunto, directiva que cumplió, aunque el rumor del incidente, divulgado por los policías que habían participado del operativo, en su momento corrió como reguero de pólvora en Necochea.
Ahora los dos timones, que alguna vez arrojó la marejada como si fueran botellas de un náufrago con mensajes, han aumentado el enigma sobre la llegada de submarinos alemanes a esa zona y del desembarco de los mismos de nazis fugitivos. ¿Estas dos piezas son una prueba de que efectivamente esto ocurrió? Un misterio que podría tener una respuesta inequívoca que se encontraría en las profundidades del mar.
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