La crisis de los submarinos "fantasmas" se produjo en el segundo año de la Guerra Civil Española
cuando entre mediados de agosto y principios de septiembre de 1937 unos
submarinos no identificados torpedearon por todo el Mediterráneo una
veintena de barcos mercantes soviéticos y españoles que llevaban
material militar y otras mercancías desde los puertos de la URSS del Mar Negro a la España republicana.
Los submarinos "fantasmas" eran italianos y actuaban por orden directa
de Mussolini que atendió la petición expresa y personal del general Franco que, ante el colapso de las patrullas navales del Comité de No Intervención,
quería paralizar a toda costa la llegada de suministros a la República
en un momento en que, tras la toma de Bilbao el 19 de junio de 1937,
estaba en pleno desarrollo la Campaña del Norte.
La amenaza de intervención de la Marina de guerra británica fue lo que
puso fin a la campaña de ataques. Para que no se volvieran a repetir los
ataques de submarinos "fantasmas" los países europeos que habían
suscrito el Pacto de No Intervención en la Guerra Civil Española celebraron a mediados de septiembre de 1937 la Conferencia de Nyon en la que se pusieron las bases para un nuevo sistema de seguridad para la navegación en el Mediterráneo.
La carencia de submarinos de la Armada del bando sublevado fue solucionada gracias a la colaboración de la Armada alemana que a finales de 1936 organizó una operación secreta denominada Operación Ursula,
que consistía en el despliegue por el Mediterráneo de dos submarinos
alemanes que atacarían a los mercantes que se dirigieran a puertos
republicanos y a la Armada republicana, y sobre todo gracias a la ayuda
de la Armada italiana. La primera "colaboración" italiana se produjo al
mismo tiempo que los alemanes llevaban a cabo la Operación Úrsula y
consistió en el despliegue de cuatro submarinos que llevaban a bordo
cada uno de ellos a un oficial español para que en caso de ser apresados
presentarlo como el comandante de la nave y cuya misión era atacar a la
flota republicana y a los mercantes soviéticos (y también los de
bandera mexicana y española). El mayor éxito de esta operación secreta
italiana fue el ataque al crucero republicano Miguel de Cervantes
el 22 de noviembre de 1936 en Cartagena que como consecuencia del
impacto de un torpedo sufrió graves daños y quedó fuera de servicio
durante año y medio (hasta finales de marzo de 1938), ya que en el dique
seco de la base de Cartagena no cabía un crucero y hubo que ampliarlo
para proceder a su reparación.
Debido a las presiones internacionales las acciones de los cuatro
submarinos tuvieron que ser interrumpidas en febrero de 1937. Entonces
Italia cedió dos de ellos, el Archimede y el Torricelli, que llegaron a Palma de Mallorca
el 13 de abril de 1937 con sus dotaciones y mandos italianos donde se
les llamó "C-3" y "C-5" para camuflarlos haciéndolos pasar por dos
submarinos republicanos hundidos que habrían sido rescatados. Cuando se
descubrió el engaño pocos meses después el "C-3" pasó a llamarse General Sanjurjo y el "C-5" General Mola
y en octubre sus dotaciones ya fueron reemplazadas por unas enteramente
españolas. Dos meses antes, a finales de agosto de 1937, llegaron a
Mallorca cuatro submarinos italianos más (dos modernos, el Galilei y el Ferraris, y dos de menores prestaciones, el Iride y el Onice) que fueron rebautizados con nombres españoles como el Sanjurjo 2, el Mola 2, el González López y el Aguilar Tablada,
aunque finalmente fueron llamados L-1, L-2, L-3 y L-4. Pero los cuatro
submarinos "legionarios" actuaron muy poco tiempo porque fueron
retirados en febrero de 1938 por Italia a causa de la ola de protestas
internacionales levantada por el hundimiento de dos mercantes por el General Mola y el General Sanjurjo
El incidente del Deutschland (29 de mayo de 1937), que como represalia dio lugar al brutal bombardeo de Almería
por la flota alemana, provocó que Alemania e Italia abandonaran las
patrullas de control, pero dos semanas después Gran Bretaña y Francia
consiguieron que volvieran gracias a una declaración del Comité de No Intervención
en la que se reconocía el derecho de la potencia afectada a tomar
represalias si uno de sus barcos de la patrulla de control era atacado
(que es lo que había sucedido con el Deutschland que había sido
bombardeado por dos aviones soviéticos republicanos cuando estaba
fondeado en aguas de Ibiza) aunque debería consultar antes con las otras
tres potencias para intentar llegar a un acuerdo sobre las medidas a
tomar. En Berlín se consideró un gran éxito diplomático, aunque no
consiguió el apoyo de Gran Bretaña y de Francia cuando se abrió una
nueva crisis internacional el 19 de junio de 1937 con motivo del
supuesto ataque con torpedos al crucero alemán Leipzig a la altura de Orán
que no habían dado en el blanco, ya que ni británicos ni franceses
creyeron en la veracidad del incidente (en realidad ninguno de los tres
submarinos republicanos que quedaban en el Mediterráneo, el C-1, el B-1 y
el B-2, estaba en condiciones de actuar en la zona del presunto ataque)
y se negaron a participar en ningún tipo de represalias, como proponían
los alemanes, lo que motivó la suspensión de las reuniones del Comité
de No Intervención.
Por su parte el gobierno republicano español llegó a debatir la propuesta del ministro de Defensa Indalecio Prieto
de que la flota atacara a los barcos alemanes que habían bombardeado
Almería, lo que hubiera supuesto la guerra con Alemania, pero fue
rechazada
El colapso del sistema de la patrulla de control naval motivó que a
principios de agosto de 1937 el general Franco enviara a su hermano Nicolás Franco
a Roma para que le pidiera a Mussolini que la marina italiana capturara
o torpedeara a los mercantes españoles y soviéticos que se dirigieran a
los puertos españoles transportando material bélico desde el Mar Negro,
alegando que se iba a producir un aumento notable de los envíos.
Mussolini aceptó y desplegó la flota italiana de submarinos apoyada por
unidades de superficie a lo largo de todo el Mediterráneo y en seguida
comenzaron los ataques.
El primer ataque se produjo en aguas turcas cuando el mercante Armuru
fue torpedeado el 19 de agosto de 1937 y en las dos semanas siguientes
hubo por lo menos veinte ataques más (la propaganda fascista lo achacó a
submarinos republicanos). Gran Bretaña sabía que los ataques habían
sido obra de submarinos italianos, aunque Italia lo negaba, porque había
descifrado los mensajes intercambiados entre ellos pero no lo podía
hacer público por que se delataría que conocía la clave utilizada por la
marina italiana. La crisis de los submarinos fantasmas se agudizó cuando el 1 de septiembre el destructor británico Havock,
confundido probablemente con un destructor republicano, estuvo a punto
de ser alcanzado por un torpedo y más aún cuando al día siguiente el
petrolero británico (antes griego) Woodford fue hundido por un torpedo a la altura de Castellón de la Plana
El gobierno británico amenazó con tomar medidas para parar la campaña
de los submarinos "fantasmas", recibiendo el apoyo del gobierno
francés, lo que obligó a Italia a suspender los ataques y a ordenar a
los submarinos que volvieran a sus bases, una orden que fue conocida
inmediatamente por el Almirantazgo. Al mismo tiempo en la ciudad suiza
de Nyon se
celebró una conferencia internacional para tratar el tema a la que
Italia y Alemania rehusaron asistir y a la que sí acudió la Unión
Soviética que había acusado a Italia directamente del torpedeamiento de
dos de sus mercantes
En la conferencia de Nyon
celebrada entre el 11 y el 14 de septiembre de 1937 se acordaron una
serie de rutas que debían seguir los mercantes en el Mediterráneo y que
serían patrulladas por destructores y aviones británicos y franceses.
Finalmente la flota italiana también participó en la patrulla de las
rutas gracias a un acuerdo posterior con Gran Bretaña aunque Italia
nunca reconoció que los submarinos "fantasmas" eran suyos.
Los acuerdos de la conferencia supusieron un serio revés para el
bloqueo que pretendían imponer los "nacionales" sobre el tráfico que se
dirigía a los puertos republicanos del Mediterráneo (los submarinos ya
no podrían navegar sumergidos), por lo que ahora la estrategia se
centraría en el apresamiento o torpedeamiento de barcos en las aguas
jurisdiccionales y en los bombardeos de la aviación italiana y alemana
(que volaban con insignias de la aviación "nacional") desde sus bases en
Mallorca. "No había más alternativa, decía el almirante Cervera [jefe
del Estado Mayor], que liarse la manta a la cabeza si se quería
frenar la llegada de material enemigo. Los apresamientos y hundimientos
afectaron sobre todo a los barcos republicanos (los británicos seguían
gozando de la protección de la Royal Navy)
y a lo largo de 1937 28 fueron hundidos, 106 apresados y 70 recuperados
de otra forma, con lo que los "nacionales" doblaron las toneladas de
registro bruto de que disponían al principio de la guerra"
Wikipedia
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