19 septiembre 2012

El Incidente del Laconia

Hace 70 años, a mediados de septiembre de 1942, en el océano Atlántico sucedió la tragedia que cambió las reglas de la guerra naval.
Un submarino alemán, el ‘U-156’, tras torpedear y hundir el buque británico ‘Laconia’, emergió y ayudó a rescatar a los náufragos que quedaban vivos. Pero la aviación estadounidense bombardeó las embarcaciones de rescate. Después de este incidente la flota submarina alemana dejó de socorrer a los náufragos, lo cual hasta ese momento se consideraba imprescindible de acuerdo a las reglas de la guerra. La guerra naval se convirtió definitivamente en una guerra de exterminio.
El capitán del U-156, Werner Hartenstein, tras atacar el 12 de septiembre de 1942 en el Atlántico  sur un buque enemigo, podía tranquilamente abandonar el lugar del ataque. Pero no lo hizo, sino que intentó salvar a los que se encontraban en el 'Laconia', que se hundió rápidamente. Más que por misericordia lo hizo por razones prácticas: entre las casi 3.000 personas que se encontraban en el buque hundido había casi 2.000 prisioneros de guerra italianos, aliados de la Alemania nazi.
Al ver que no lograba por sí solo salvar a tanta gente, el 13 de septiembre Hartenstein hizo radiar un mensaje en el que pedía ayuda para socorrer al Laconia y transmitía las coordenadas del buque. En particular, el mensaje decía: "No atacaré a ninguno de los navíos que acudan en socorro de los náufragos del Laconia, a condición de que yo mismo no sea atacado por buques ni aviones”.
Tres submarinos del mismo bando – dos italianos y un alemán – acudieron al llamamiento. Repletos de náufragos y además remolcando cuatro o cinco embarcaciones de salvamento cada uno, cuatro sumergibles se dirigieron hacia las costas de África.
El 16 de septiembre  aparecieron unos bombarderos pesados estadounidenses B-24 Liberator. Los alemanes en seguida izaron una gran bandera de la Cruz Roja, lo cual no impidió que los pilotos procedieran a atacar las fuerzas enemigas.
Los submarinos, habiendo recibido daños importantes, tuvieron que suspender la misión de salvamiento, mientras dos barcos de guerra enviados por la Francia de Vichy transportaban a los náufragos hasta tierra firme. La mayor parte de la tripulación y los pasajeros del Laconia murieron.
Al día siguiente, 17 de septiembre, el almirante Karl Dönitz, jefe supremo de la armada del III Reich, firmó una orden que prohibía poner en marcha operaciones de salvamento. Su punto número 4 decía: “Sed fuertes. Recordad que el enemigo no se apiada ni de mujeres ni de niños cuando  bombardea ciudades alemanas”. Las últimas reglas quedaron anuladas en la cruenta guerra naval.


 


Nacho Padró

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