El hundimiento del Roma |
Curiosamente también el acorazado Roma está intimamtne ligado a la isla de Menorca por una historia acaecida hace casi setenta años que unió definitivamente a Italia con Menorca, en un episodio trágico de la Segunda Guerra Mundial pero cargado de simbolismo y de solidaridad. Después de una búsqueda iniciada hace cinco años, la Marina Italiana informaba hace unas semanas que se había hallado en el mar Mediterráneo, cerca de la isla de Cerdeña, los restos del acorazado Roma, el buque de guerra italiano que fue hundido el 9 de septiembre de 1943 por un avión alemán, causando la muerte de 1.395 personas. . El barco transportaba 2.021 militares a bordo y la mayoría de los 626 supervivientes, fueron trasladados hasta el hospital de la Isla del Rey en el puerto de Maó, dónde estuvieron convalecientes durante cuatro meses. De hecho, 13 de los marines fallecieron en la travesía hasta Menorca y otros 13 también perecieron en el hospital naval, siendo enterrados junto a sus compatriotas en el cementerio local. Sin lugar a duda, este pasaje de la historia naval italiana tuvo una gran trascendencia para la población porque, además, los cuatro buques que trasladaron a los heridos, estuvieron retenidos junto con sus tripulaciones durante 16 meses en la rada mahonesa por falta de suministro de combustible que el gobierno franquista se resistió a facilitar a Italia, que al haber presentado el armisticio y rendición, estaba sin fondos suficientes. De hecho, los buques que transportaron a los heridos, el Mitragliere, el Fuciliere, el Carabiniere y el Atilio Regolo, liderados por el Comandante Giuseppe Marini, se dirigieron a Menorca porque sabían que existía un hospital naval al que llegarían con el combustible que les quedaba. Esta convivencia italomenorquina tiene todavía hoy, pósito en multitud de historias que el centro de cultura de la Asociación de la Familia Italiana en Menorca se ha encargado de mantener vivas.
El Acorazado Roma |
La llegada de tantos heridos al puerto de Maó movilizó a los menorquines ya que la capacidad del hospital de la Isla del Rey era limitada y muchos de los residentes que estaban en fase de recuperación, fueron dados de alta para poder habilitar espacio suficiente para los italianos. Al mismo tiempo, el comandante de la Base Naval, Francisco Benito, se encargó de acoger a los tripulantes de los cuatro buques que fueron a rescatar a los supervivientes del acorazado Roma y también de proveer a los heridos, uniformes de verano de la marina española para que pudieran disponer, al menos, de algo de ropa. Para ponerse en situación política, hay que tener en cuenta que teóricamente, España mantenía una supuesta neutralidad durante la Segunda Guerra Mundial si bien, tal y como apunta Mario Cappa, miembro de la Asociación de la Familia Italiana, “Franco recogía trigo de los americanos porque el país necesitaba alimento pero también suministraba material a los alemanes”. Esto colocaba en una posición delicada al comandante de la Base Naval, Francisco Benito, que por encima de su deber de informar de la llegada de los italianos, supo colaborar con el Comandante Marini en todo lo que necesitó. La llegada del invierno a Menorca también supuso otro capítulo de solidaridad ya que las mujeres de los oficiales de la base se encargaron de abastecer de lana a los convalecientes para que se pudieran resguardar del frío. Sin duda, este episodio fraternal junto a muchos otros ocurridos entre italianos y menorquines puso la semilla para tejer una relación que todavía hoy sigue viva a través del recuerdo que se tributa a esta historia en la Isla del Rey. Lo más paradójico es que la prensa local no se hizo eco de la noticia hasta dos meses después de su llegada con un breve párrafo en el que informaba del hundimiento de un buque de la marina italiana aunque cuentan que en el puerto de Maó “se olía a carne quemada”.
Las modernas tecnologías han facilitado el hallazgo. Lo ha explicado Francesco Scavelli, de la compañía Bluimage Productions, que ha trabajado desde hace cinco años en colaboración con la sociedad Comex, de Marsella, especializada en búsquedas de estas características. La primera señal de que podían haber acertado la dieron los datos magnéticos, que detectaron una anomalía en ese lugar. Luego pudieron sumergir una cámara especial que ha tomó imágenes –de un cañón antiaéreo, por ejemplo– y luego las han cotejado con fotos del barco hace setenta años. Esperan utilizar un minisubmarino que aporte información más precisa sobre el estado del pecio. Bluimage Productions quiere realizar un documental. Todo gracias al robot submarino, Pluto Palla, creado por el ingeniero Guido Gay.
Cañón Antiaéreo del Acorazado Roma fotografiado por el ROV |
En la concesión al almirante Bergamini, a título póstumo, de la medalla de oro al valor militar, se destacó que “fue sorprendido por el armisticio (anunciado poco antes por el mariscal Pietro Badoglio)” y por el “nuevo enemigo (Alemania) en plena eficiencia material y moral”, y que condujo todas las naves –la escuadra incluía más de una veintena– “a afrontar cualquier riesgo, obedeciendo, por fidelidad al rey y por el bien de la patria, la más amarga de las órdenes”.
Nacho Padró
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