Pese a la larga y gloriosa historia de nuestra Armada no han sido muchos los buques que, formando parte de sus listas, han sido concebidos para una finalidad concreta y específica más allá de algunos Auxiliares a los que se les han asignado funciones muy especializadas, uno de estos buques es el “Kanguro”, un barco diseñado y construido para el rescate de Submarinos en los años en los que nació el Arma Submarina de la Armada.
El origen del Arma Submarina se encuentra en la denominada “Ley Miranda”, en honor a su propulsor el Almirante Augusto Miranda, Ministro de Marina, sancionada por el Rey D. Alfonso XIII con fecha 17 de febrero de 1915, cuerpo legal que facilita el incremento de las capacidades operativas de la Armada, incluyendo la adquisición y construcción de los primeros Submarinos.
El primero de estos buques en ser adquirido fue el “A-0”, bautizado como “Isaac Peral”, en honor al ilustre marino español inventor de este tipo de barcos. El “A-0”, construido en astilleros norteamericanos, basado su diseño en la clase “Holland”, de servicio en varios paises, fue botado en julio de 1916 y asignado a la Armada en enero del año siguiente.
Este mismo año -1917-, se recibieron, procedentes de Italia, los “A-1”, “A-2” y “A-3”, Submarinos de la clase “Laurenti” que estaban siendo construidos para la Regia Marina y que, una vez en España, fueron bautizados como “Narciso Monturiol”, inventor del “Ictíneo”, el “A-1”; “Cosme García”, ingeniero e inventor, el “A-2”, manteniendo el “A-3” su denominación alfanumérica.
Con estos cuatro buques se formó la primera flotilla de Submarinos, fijando su base en el Arsenal de Cartagena, asignándole como misión primordial la defensa submarina de la Escuadra y otras funciones relacionadas con la defensa de los intereses nacionales.
Consecuencia de ello, pronto se sintió la necesidad de dotar a la flotilla de un buque especializado en un eventual rescate, en el supuesto de que alguno de los buques que la integraban sufriese un percance en navegación. Fue, precisamente, para este fin para el que se encargó la construcción del “Kanguro”.
El buque, fue construido en los astilleros holandeses de Werf Conrad de Haarlem, botándose en 1919 y causando alta en la Armada en diciembre del año siguiente.
Las características del “Kanguro” eran las siguientes: su eslora era de 84 m., con 20 de manga, 6 m. de puntal y 3,57 de calado. Disponía de dos máquinas alternativas de triple expansión y dos hélices, con una potencia de 600 cv., pudiendo alcanzar los 9,53 nudos de velocidad a marcha forzada. Su dotación era de 97 hombres y no contaba con armamento alguno.
Vista de popa del “Kanguro”
Disponía de grúas con capacidad para izar Submarinos de hasta 46 m. de eslora y 650 tn. de desplazamiento, desde una profundidad de 40 m.
Consecuencia de estas limitaciones, sus capacidades solo le permitían ser útiles para el rescate de los tres últimos Submarinos de la clase “A” -A-1, A-2 y A-3-, cuya eslora alcanzaba los 46,63 m. y su desplazamiento era de hasta 319 tn., no sirviendo para el “Isaac Peral” (A-0), ya que excedía de estas dimensiones al ser su eslora de 57,95 m., y su desplazamiento de hasta 653,8 tn. en inmersión.
Tampoco podía ser empleado para rescatar Submarinos de la clase “B” -B-1, B-2, B-3, B-4, B-5 y B-6- que entraron en servicio en la Armada entre los años 1922 y 1926, cuya eslora alcanzaba los 64,18 m., con un desplazamiento en inmersión de hasta 718 tn., al igual que tampoco servía para los de la Clase “C” -C-1, C-2, C-3, C-4, C-5 y C-6-, dados de alta entre 1928 y 1930, siendo los integrantes de estas dos Clases con los únicos que convivió ya que el “Kanguro” fue dado de baja, en la lista de buques de la Armada, en noviembre de 1943, antes de entrar en servicio los Submarinos de la clase “D” -D-1, D-2 y D-3.
Este barco, con diseño de un catamarán, permitía izar los Submarinos rescatados hasta 6 m. por encima del nivel del mar, facilitando la realización de las reparaciones necesarias en su dique.
A lo largo de su vida operativa participó en todos los ejercicios y maniobras realizadas por los buques integrantes en el Arma Submarina de la Armada, si bien nunca tuvo que intervenir en labores de rescate propiamente dichas, más allá de las realizadas para recuperar las piezas de 305 mm. del Acorazado “España”, tras su pérdida en Cabo Tres Forcas, en agosto de 1923.
El ”Kanguro” navegando
Igualmente, en ocasiones, se empleó para efectuar labores de limpieza del casco de alguno de los Submarinos evitando tener que entrar en dique, así como efectuó labores de buque nodriza de la flotilla.
En 1930, participó en unos estudios realizados sobre los efectos en el fondo marino, causados por las explosiones.
Como curiosidad señalar que sus máquinas fueron canibalizadas, sirviendo para instalarlas en los Guardacostas “Procyon” y “Pegaso”, dos pequeños barcos de 41,98 m. de eslora, que causaron alta en la Armada en febrero de 1951, manteniéndose operativos hasta 1974 y que, como consecuencia de esta “donación”, recibieron los apelativos cariñosos de “Porción” y “Pedazo”, incluso la de “Kanguritos”.
Al tener fijada su base en el Arsenal de Cartagena, sede del Arma Submarina de la Armada, al estallar el conflicto de 1936, el “Kanguro”, al igual que la totalidad de los Submarinos de la flotilla, quedó en manos del frente popular.
Hoy, el “Kanguro” es tan solo un recuerdo que despierta mucha curiosidad cada vez que, ojeando algún tratado sobre nuestra historia naval, nos encontramos con alguna fotografía en la que aparece la imagen del barco.
José Eugenio Fernández Barallobre
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