Para analizar el interior de una organización tan compleja como la Marina china a veces conviene poner atención en pequeños detalles, casi nimios: como una foto distribuida el año pasado en la que durante una lluviosa visita a un centro de ingeniería el almirante Wu Shengli, comandante de la armada, sujetaba un paraguas para proteger al contraalmirante Ma Weiming. En una estructura militar como la armada china, un superior actuando como sirviente de un inferior en público resulta significativo, especialmente cuando la imagen la distribuye un medio oficial. Pero es que Ma Weiming no es un cualquiera.
Se trata del ingeniero jefe de la armada china y goza de una envidiable posición pública en aquel país como responsable de inminentes avances tecnológicos que colocarán a los buques chinos por delante de los de cualquier otro país, incluyendo EEUU. La última de estas innovaciones es un sistema de propulsión para submarinos ultrasilencioso que, teóricamente, colocaría a los sumergibles chinos por delante de sus rivales estadounidenses, lo cual supondría un cambio revolucionario en la situación estratégica del Pacífico Occidental. Como en la película ‘La Caza del Octubre Rojo’, los submarinos equipados con este sistema propulsor serían casi indetectables y por tanto una letal amenaza. Si es que llegan a funcionar, claro está.
Los submarinos son el arma de guerra furtiva por excelencia: su capacidad de utilizar el agua del mar como cobertura para evitar cualquier detección y, por tanto, su ataque por un enemigo, los hace extremadamente peligrosos para cualquier rival. Ya en las dos guerras mundiales fueron un arma casi decisiva que estuvo a punto de volcar el resultado del conflicto y, durante la Guerra Fría, los submarinos soviéticos eran una seria amenaza para la OTAN mientras que los más avanzados ejemplares occidentales servían como un importante contrapeso estratégico.
Hoy los submarinos siguen siendo una de las armas más poderosas, sigilosas y útiles que tienen a su disposición los mandos nacionales para misiones de control marítimo, inteligencia o ataque, si llega el caso. En la actual situación geoestratégica, los avanzados submarinos nucleares de ataque estadounidenses de las clases Advanced Los Angeles, Virginia y Seawolf suponen una importante ventaja para la U.S. Navy en su rivalidad con la creciente armada china en el Pacífico. Especialmente porque los submarinos chinos, sobre todo los nucleares, son muy fáciles de detectar, y por tanto de destruir.
China posee unos 60 submarinos convencionales (diésel-eléctricos) de las clases Ming, Kilo, Song y Yuan, que son diseños rusos de la era soviética o derivados locales. Además posee unos 14 submarinos de propulsión nuclear, cinco de misiles balísticos intercontinentales de las clases Xia y Jin y nueve submarinos nucleares de ataque de las clases Han y Shang.
Algunos de los tipos convencionales pueden ser enemigos formidables, sobre todo en entornos cercanos a la costa y en mares de poca profundidad, pero carecen de la capacidad de ser una amenaza fiable en océanos abiertos. Y los submarinos nucleares de ataque chinos no son comparables con los occidentales: ruidosos y fáciles de detectar, son además poco fiables; los ejemplares de la clase Han (Tipo 091), construidos durante los años 80, han pasado más tiempo en reparación y amarrados que en patrulla. Los clase Shang (Tipo 093) son mejores, pero aún tan ruidosos como un Victor-III soviético de los años 80 según fuentes EEUU.
Se espera que el nuevo sistema de propulsión, mostrado en una reciente entrevista con el contralmirante Ma, equipe a los futuros submarinos de ataque nucleares de la clase Sui (Tipo 095), que entrarán en servicio hacia el 2020. China pretende que los Sui alcancen niveles de ruido subacuático similares a los de la clase Advanced Los Angeles o incluso Virginia que despliega hoy la marina estadounidense. Y para ello afirman estar desarrollando varias tecnologías clave, entre ellas un hidrojet avanzado sin eje propulsor que ‘dejaron ver accidentalmente’ en segundo plano durante la citada entrevista televisiva.
Propulsión silenciosa
Hay varios factores que influyen sobre el sonido que emite un submarino. Está la forma hidrodinámica del casco, que determina el rozamiento con el agua y la creación (o no) de ruidosas turbulencias, que se mejora con un cuidadoso diseño y recubrimientos acústicos especiales. Está la maquinaria interna, especialmente problemática en los submarinos nucleares dado que es necesario mantener el refrigerante del núcleo siempre circulando lo que implica bombas en funcionamiento. Para aliviarlo, todo el interior del submarino se aísla del casco mediante amortiguadores parta que las vibraciones no se transmitan al exterior. Y está la hélice propulsora, vital para impulsar al navío pero que es intrínsecamente ruidosa por varios factores ineludibles.
A lo largo de los años el avance en las simulaciones hidrodinámicas ha permitido mejorar sustancialmente el rendimiento y reducir el ruido de las hélices, pero su diseño es tan importante que suelen aparecer cubiertas en las fotografías públicas para evitar dar pistas al enemigo. Este es el punto clave que el contralmirante Ma dejó ver en su aparición en televisión: un nuevo y sofisticado propulsor que podría ser mucho más silencioso que cualquier hélice.
Se trata de un hidrojet, un modelo en el que la hélice se rodea de una cobertura que mejora su eficiencia y evita que la punta de las palas provoque cavitación, un fenómeno muy ruidoso que además puede contribuir a erosionar el material. De hecho las últimas clases de submarinos occidentales como los Seawolf, Virginia, Swiftsure británicos e incluso los Advanced Los Angeles usan hidrojets del tipo hélice entubada para reducir su firma sónica.
Pero en el modelo mostrado por los ingenieros chinos la hélice es de un tipo particular carente de eje: las palas están montadas en el interior de un anillo que es el que les imparte movimiento. El anillo es de hecho el rotor de un motor eléctrico mientras que la estructura que lo rodea es el estátor: un potente imán permanente. El conjunto no necesita transmisión ni engranajes reductores para controlar su velocidad, por lo que se reducen o eliminan buena parte de las fuentes de ruido al tiempo que mejora la eficiencia.
Varias empresas alemanas llevan ya años comercializando este tipo de impulsores, que se pueden montar en forma de ‘pod’ orientable y en estas implementaciones carecen prácticamente de mantenimiento, ya que están montados sobre cojinetes lubricados por agua: la reducción de ruido es una de las ventajas que se subrayan para su venta, por ejemplo, a yates.
El silencio no es completo, sin embargo, y además tiene sus contrapartidas: este tipo de impulsores de palas internas desperdician más energía por rozamiento, especialmente a velocidades elevadas (por encima de 20 nudos). Esto limita su utilidad, especialmente en un submarino nuclear de ataque, que necesita alcanzar elevadas velocidades sumergido para sacar el máximo partido a su potencial. También está por ver cuál puede ser el efecto al integrarlo con el resto de las características de un submarino de ataque.
En la película ‘La Caza del Octubre Rojo’ el ‘mcguffin’ era la instalación de un mítico sistema de propulsión magnetohidrodinámico supersilencioso, pero se hacía en un submarino de misiles balísticos, lo cual tiene más sentido: estos buques patrullan a velocidad mínima ya que su objetivo es no ser detectados, no obtener una solución de disparo contra flotas de superficie. Por otro lado es posible que los ingenieros chinos perfeccionen el sistema más allá de donde lo han llevado los alemanes y consigan que la próxima clase de SSNs chinos sea mortífera para sus equivalentes occidentales. Sólo en este caso el desarrollo estará justificado militarmente, y la deferencia del comandante de la armada con el contralmirante ingeniero tendrá su explicación.
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