Mi esposo era una persona fuera de serie. Lo mejor que me pudo pasar en mi vida fue encontrarlo, un ser tan humano, tan responsable, comprendía la vida. Eso sí, era muy callado, tenía mucho carácter.
En el año 1943 estábamos en plena guerra mundial y él estaba en el Pacífico con los Americanos. Mi esposo mandaba en un barco y pasaba por el Canal de Panamá y no le pasaba nada mientras que a otros que salían los torpedeaban los submarinos que se encontraban en esa zona. Y mi esposo les contestó: yo voy bordeando la costa, voy bien pegado por la costa, porque los submarinos alemanes están fuera esperando a los buques. Así se jugaba la vida, porque navegar tan pegado a la costa es peligroso.
Carta del 3 de abril de 1999.
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