En el marco de la Segunda Guerra Mundial, los submarinos alcanzaron protagonismo y Estados Unidos inició su despliegue a gran escala. Sin embargo, estos modelos presentaban diversos problemas relacionados con la operación de los torpedos, sobre todo con la medición de profundidad y detonaciones prematuras. Uno de los mayores inconvenientes fue la tendencia de algunos disparos a retornar al propio submarino en movimientos circulares. En el argot militar, el error fue conocido como “ejecución circular”.
Los primeros torpedos fueron dispositivos rudimentarios, con una constitución similar a las balas de un arma, aunque mucho más grandes. Sin embargo, previo al inicio de la Primera Guerra Mundial la tecnología proporcionó a los torpedos capacidad para alterar o corregir el rumbo hacia el objetivo, aunque se dispararan en una dirección distinta.
La corrección en el ángulo de disparo del torpedo se realizaba de forma mecánica, cuando el proyectil aún se encontraba en el tubo de lanzamiento. Una vez que lanzaban el torpedo, avanzaba una trayectoria recta de corta distancia denominada “ruta de alcance”, hasta que se activaba el mecanismo de dirección del torpedo haciéndolo girar. Cuando se alcanzaba el ángulo deseado, el torpedo enderezaba el curso para dirigirse directo al objetivo.
Los primeros problemas en los torpedos de submarinos.
En la primera década del siglo XX, en teoría, un dispositivo de esta clase parecería tecnología avanzada. Sin embargo, el problema con los torpedos empleados por la Marina estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial es que muchos no dejaban de girar. Peor aún, manifestaban un extraño desplazamiento en el que terminaban retornando al propio submarino que los disparó. Según los registros, los submarinos estadounidenses registraron al menos 30 casos de ejecuciones circulares por torpedos dirigidos a buques enemigos, dos de las cuales resultaron fatales.
Aunque los dispositivos submarinos de los estadounidenses venían padeciendo el problema desde hacía tiempo, la catástrofe del submarino USS Tullibee se convirtió en un escándalo. El Tullibee se hundió el 29 de julio de 1944, convirtiéndose en el primer submarino estadounidense hundido por uno de sus propios torpedos durante la Segunda Guerra Mundial.
El siguiente caso sería el del USS Tang, aún más polémico pues este submarino fue uno de los más efectivos durante la guerra. Desde que entró en acción llegó a hundir 33 embarcaciones enemigas, en el transcurso de tan sólo dos meses.
El incidente del submarino USS Tang.
La noche del 23 de octubre de 1944, el USS Tang se encontraba en su quinta misión de patrullaje en el estrecho de Taiwán, al sur de China. En esta zona, el submarino localizó a un convoy enemigo compuesto por tres petroleros, un portaaviones, un carguero y varias escoltas. Sin esperar demasiado, el submarino se posicionó en medio de la formación y empezó a torpedear, atacando primero al carguero y posteriormente a los petroleros. Se trató de un ataque masivo que, en cuestión de minutos, terminó hundiendo los objetivos.
La noche siguiente, el Tang localizó otro convoy japonés de buques tanque con aviones en la cubierta y portaviones con una carga de aviones militares. El Tang desató una tormenta de torpedos y al poco tiempo inició la retirada a toda velocidad para intentar defenderse de un destructor y dos escoltas que le daban alcance. Sin mayor sorpresa, el destructor enemigo terminó hecho trizas al procurar interceptar el torpedo del Tang.
En este momento, el submarino estadounidense disponía únicamente de un par torpedos de los 24 con que había partido. El Tang disparó los torpedos restantes. El primer disparo salió según lo planeado, pero el segundo se convirtió en un problema rápidamente. Apenas salió del submarino, el torpedo giró bruscamente a la izquierda, dio una vuelta entera e impacto al Tang en la parte posterior. Fue una explosión tan violenta que los tripulantes terminaron arrojados contra las paredes y mamparas de acero en la embarcación.
Las consecuencias del incidente.
El submarino terminó hundido a 55 metros de profundidad. Algunos sobrevivientes intentaron protegerse en la sala de torpedos delantera, buscando emplear este sitio para un intento desesperado de fuga. Por supuesto, antes destruyeron diversos documentos para evitar que secretos militares estadounidenses cayeran en manos enemigas.
Solo trece militares lograron salir de aquella sala de torpedos. De estos 13 que escaparon, sólo ocho llegaron a la superficie y únicamente cinco fueron rescatados. Otros cuatro lograron escapar del Tang antes que tocara fondo y también fueron rescatados en el transcurso de las ocho horas posteriores a la explosión. La tragedia reside en las 78 personas que perdieron la vida en este incidente tan irónico.
De los 24 torpedos que el USS Tang transportaba en aquel patrullaje, 22 terminaron acertando en objetivos enemigos llegando a hundir 13 embarcaciones. Irónicamente, el último disparo fue el que hundió al Tang.
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