PHOTO/Marine Nationale - Toda la sección de proa del submarino nuclear de ataque S606 Perla ha sido devastada por incendio de 14 horas que ha alterado el acero especial de su casco que requiere una reparación que va a costar 120 millones de euros
El año 2021 va a comenzar para la Armada francesa con una carrera contra el reloj para reconstruir uno de los submarinos de su flota nuclear que ha quedado inutilizado por un pavoroso incendio.
La restauración del submarino nuclear de ataque S606 Perla (Perle en francés) va a exigir una inversión que se estima en 120 millones de euros, de los que alrededor de 70 millones es la factura que debe pagar el Ministerio de Defensa francés. Los 50 millones restantes debería cubrirlos la póliza de seguro suscrita por el astillero donde se produjo la catástrofe.
La Comisión de Investigación judicial y técnica que durante varios meses ha analizado las causas del fuego y el alcance de los daños ha comprobado que el devastador incendio no ha llegado a afectar a su parte media y posterior, las que albergan la planta nuclear y el sistema de propulsión. En cambio, toda la sección de proa, la que absorbe las muy fuertes presiones de las profundidades marinas, ha sido sometida a temperaturas superiores a los 600º centígrados que, según la ministra de Defensa “han alterado las cualidades de sus planchas” de 80 HLES, un acero especial de bajo contenido en carbono y baja aleación de níquel, cromo y molibdeno que proporciona gran elasticidad y alta resistencia a la tracción.
Los técnicos de la Comisión llegaron a plantearse el siniestro total del sumergible, aconsejar su retirada de servicio y su desmantelamiento. Pero, finalmente, primaron las posibilidades de reparación y el Ministerio de Defensa que dirige Florence Parly ha decidido someterlo a un proceso de segunda vida para poner de manifiesto las capacidades de su industria naval y mantener el potencial de disuasión y ataque de Francia.
En esencia, la reforma de la que el máximo responsable es el director del Servicio de Sostenimiento de Flota, el ingeniero general de armamento Guillaume de Garidel-Thoron, consiste en amputar y desechar la parte delantera del casco del Perla, que “ha sido gravemente dañada y no es recuperable”. De forma paralela, se va a cortar la parte equivalente del submarino de la misma clase S602 Zafiro, hermano mayor del Perla. Botado en septiembre de 1981 y dado de baja en julio de 2019 tras 35 años de servicio, se encuentra en Cherburgo en fase de desmantelamiento.
El tercer paso supone soldar la sección separada de la estructura del Zafiro al resto del casco del Perla, un proceso semejante al que se utiliza para la construcción de nuevos submarinos, aunque en este caso utilizando una estructura de segunda mano. El resultado debe ser volver a contar con una plataforma naval de 74 metros de eslora y 2.670 toneladas de desplazamiento en inmersión, capaz de sumergirse hasta los 300 metros de profundidad.
Finalizadas las tareas de soldadura comenzarán las operaciones de recableado e inserción de las conducciones de aire, agua, aceites y otros fluidos entre las dos partes del submarino ya reconfigurado, así como la unión de las conexiones de los sistemas electrónicos de los equipos a bordo. También se realizarán actividades de reparación de algunas de las partes del casco original dañadas ligeramente por el incendio, todo lo cual se ha programado para estar “concluido en el verano de 2021”, aseguran fuentes de la Marina nacional.
Una vez verificado por los servicios de inspección de la Dirección General de Armamento que el trabajo se ha completado de forma correcta, el sumergible viajará de nuevo al astillero de Toulon para reanudar las tareas de mantenimiento que estaban en curso cuando se produjo el fuego destructor. Concluidas todas las actividades mantenimiento y reparación, la Armada francesa al mando del almirante Pierre Vandier ‒ex director del Gabinete Militar de Florence Parly‒ confía que el submarino Perla “regresará al servicio activo en el primer semestre de 2023”.
Para poder comenzar a primeros de enero las principales operaciones de reconstrucción y rehabilitación, el submarino ha sido trasladado desde el arsenal de Toulon, en el Mediterráneo, hasta la península normanda de Cotentin, donde se encuentra la factoría del astillero estatal Naval Group de Cherburgo, cuna de todos los submarinos franceses.
Incapaz de navegar por si solo debido a los serios daños sufridos, el Perla ha viajado a bordo del buque holandés de cargas especiales Rolldock Storm, de 140 metros de eslora y 12.800 toneladas de arqueo bruto. Fletado para la ocasión, atracó el 18 de diciembre en Cherburgo, la principal base naval de la Armada francesa en el Canal de la Mancha. Allí se encuentran tanto los técnicos como las instalaciones y la maquinaria apropiada para efectuar la compleja labor de dar una segunda vida al submarino.
Botado en septiembre de 1990 y en servicio desde julio de 1993, el submarino nuclear de ataque S606 Perla sufrió daños muy severos como resultado de un devastador fuego fortuito que se produjo hace seis meses, cuando el barco estaba siendo sometido en un dique seco a una parada técnica de gran envergadura denominada gran carena. Se trata de un proceso que tiene lugar cada diez años, se prolonga durante 18 meses y consiste en desmontar el barco por completo, recargar el núcleo de la planta nuclear y proceder al mantenimiento y reparación exhaustivo todos sus sistemas y equipos de a bordo.
El incendio se produjo cuando “el interior del sumergible estaba prácticamente vacío, a pesar de lo cual un centenar de bomberos y otras 150 personas de apoyo lucharon contra las llamas durante 14 horas”, explica un comunicado de la Marina francesa. Afortunadamente, no se produjeron explosiones, porque se había extraído el combustible nuclear, los torpedos, los sistemas de armas, las municiones, los equipos electrónicos y todo su equipamiento técnico.
Perla y Zafiro pertenecen a una clase de seis submarinos bautizados con nombres de piedras preciosas y cuyo diseño se remonta a los años 70. El primero fue el S601 Rubí (Rubis en francés), incorporado a la vida activa de la Marina Nacional en 1983. Le siguieron el S602 Zafiro ya citado (1984), el S603 Casabianca (1987), S604 Esmeralda (Émeraude, 1988), S605 Amatista (Améthyste, 1992) y el incendiado S606 Perla (1993), el más joven de todos.
La clase Rubí reemplazó a cuatro submarinos diesel-eléctricos de la clase Agosta. La Armada española todavía dispone de tres de las cuatro unidades construidas en la primera mitad de los años 80 en el astillero de Cartagena de la actual Navantia, entonces Empresa Nacional Bazán de Construcciones Navales Militares.
Los seis submarinos franceses de la clase Rubí pertenecen a la Fuerza Oceánica Estratégica de la Marina Nacional, junto con cuatro submarinos de misiles nucleares. Pero los Rubí tienen los días contados. Deben ser relevados entre 2021 y 2030 por otros tantos submarinos nucleares de ataque de la clase Barracuda, de mejores prestaciones. Con cerca de 100 metros de eslora y 5.300 toneladas de desplazamiento en inmersión, la primera unidad, el S635 Suffren, fue botado el 12 de julio de 2019 y se encuentra finalizando sus pruebas de mar y disparo de misiles antes de ser entregado oficialmente a la Armada francesa en fechas próximas.
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