Tras conocer la noticia de que este miércoles el submarino nuclear de la Armada Real Británica HMS Ambush chocó con un buque mercante en el estrecho de Gibraltar, desde Greenpeace nos vemos obligados a acordarnos del 17 de enero de 2001, cuando activistas de Greenpeace protestaban por la presencia de otro submarino nuclear en aguas de Gibraltar, el Tireless. También nos vemos obligados a recordar que la única manera de evitar este tipo de accidentes es abandonando del armamento nuclear. 



Lo dijimos entonces, y lo repetimos ahora, los submarinos de propulsión nuclear son un riesgo para la población de las áreas circundantes y para la vida marina. Los escapes del reactor o los accidentes son una posibilidad real y esta semana hemos sido testigos una vez más. No queremos buques nucleares en las costas.

No tenemos constancia de que el Ministerio de Defensa tenga protocolos para poder verificar los efectos radiológicos tras un accidente como el del pasado miércoles. Se debe informar a la ciudadanía de manera ágil y transparente de lo que ha pasado y de los riesgos a los que se puede enfrentar. 

La utilización de energía nuclear con fines militares, es económicamente injustificable, está estratégicamente mal concebida y es moralmente reprobable. Todo el dinero invertido en material militar nuclear podría hacer frente a amenazas reales como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Esta es la verdadera seguridad que nosotros y nuestro planeta necesita.

La historia demuestra que ningún programa nuclear puede ser pacífico, seguro y limpio, con independencia de si es para fines civiles o militares.