31 julio 2020

Programa S-80: Un submarino nuclear para España

¿Qué tipo de submarino necesita(ba) España? 


  • Rupturistas
  • Continuistas

  • Proyección del poder naval sobre tierra.
  • Protección de una fuerza desembarcada.
  • Vigilancia litoral y oceánica.
  • Ataque o protección de una fuerza naval.
  • Disuasión de una fuerza naval hostil. 

  • Campos minados.
  • Buques de superficie, con sonares activos y pasivos.
  • Aeronaves antisubmarinas, con radar, sonoboyas activas y pasivas y sonar por cable.
  • Submarinos nucleares y convencionales de diseño avanzado. 

  • Autonomía: 
  • Velocidad: 
  • Maniobrabilidad: 
  • Sigilo: 
  • Desplazamiento:
  • Electrónica de última generación: 
  • Capacidad de ataque a tierra: 

¿Un SSN para la Armada? 


  • En primer lugar, construir un reactor apto para propulsar un submarino implica una compleja miniaturización que no está al alcance de todos, máxime si se prende integrar un reactor y sus sistemas auxiliares en un casco de medidas limitadas. 
  • Por otra parte, los requisitos de seguridad son muy elevados y el compartimento que aloja el reactor debe estar convenientemente protegido y dimensionado, lo que supone que en los SSN hasta una cuarta parte del desplazamiento total del buque estén relacionados con el sistema de propulsión, debido entre otras cosas a la necesidad de aislar el reactor. Esto impone unos volúmenes mínimos que afectan a la eslora, la manga, el calado y el desplazamiento. De hecho, diseños como los Rubis (apenas 2.600 toneladas en inmersión) son una excepción, lo que los hace si cabe más meritorios. 
  • Además del submarino, es necesario construir al menos una réplica funcional del reactor basada en tierra para formar al personal, con la consiguiente inversión, o bien desviar al personal a las instalaciones de un socio tecnológico, lo que aumenta la dependencia. 
  • La selección del personal se dificulta y encarece, al necesitarse titulaciones muy específicas que no son las normales del Cuerpo de Ingenieros de la Armada, como Propulsión o Arquitectura naval. 
  • Aunque se pueda afrontar la construcción, el coste del ciclo de vida se multiplica, al ser necesario contar con medios específicos para tratar el combustible y los residuos que se generan por el proceso de fisión. Esto habría supuesto, entre otras cosas, una reforma radical de la base de Cartagena, que hubiese dejado en nada la acometida en los últimos años (y que bastante escándalo supuso, a cuenta de los errores periodísticos). 
  • La propulsión nuclear obliga a funcionar con una planificación cradle-to-grave en la que el proceso de desmantelamiento esté perfectamente diseñado y presupuestado desde el primer momento. Dicho de otra forma, sería impensable que ocurriese algo como lo sucedido con el Príncipe de Asturias, adjudicado a una empresa turca (y su socio español) por apenas 2,4 millones de euros para su desguace. Muy al contrario, en lugar de ingresar una pequeña cantidad, la factura para la Armada habría sido al menos de un orden de magnitud mayor. 
  • En un caso como el español, que depende de terceros para la adquisición de Uranio-235 (aunque por entonces todavía estaba abierta la mina de Saelices el Chico, en Salamanca, que cerró en 2001), este es otro factor a tener en cuenta. España, efectivamente podía producir uranio, pero no enriquecerlo a los niveles de 3-5% propios de una central nuclear civil y mucho menos al 20% necesario para un reactor PWR naval típico. 
  • Por último

«[…] la puerta de acceso natural para la realización de un submarino de propulsión nuclear, siguiendo los mismos pasos que la Marine Nationale Française había efectuado con excelentes resultados. Este buque, al igual que los dos tipos precedentes de patente francesa, debería ser el Améthyste (acrónimo de Ameliorament Tactique, Hidrodynamique, Silence, Transmisión, Écoute) quinto de la clase Rubis, que encabezaba la segunda serie de submarinos nucleares de ataque (SNA) compuesta por dos unidades». 

  1. La miniaturización. Es un aspecto clave, pues los reactores PWR (Pressurized Water Reactor) navales son, en realidad, reactores IPWR (Integral Pressurized Water Reactor) que unifican lo que es en puridad el reactor, con los sistemas de generación de vapor, control, etcétera. Lograr este prodigio de la ingeniería en un volumen aceptable está al alcance de muy pocos y Francia ofrecía a España uno de los diseños más punteros y compactos.
  2. La utilización de uranio con un bajo nivel de enriquecimiento (7%) o LEU (Low Enrichment Uranium), frente al 20% típico de un reactor naval, con lo que implicaba en términos de ahorro, aunque obligaba a sustituir el combustible con mayor periodicidad. 

«La decisión [francesa] de utilizar un diseño de reactor integrado [para sus Rubis], en el que el generador de vapor se coloca dentro del recipiente de presión del reactor, tuvo mucho éxito en minimizar el aumento del tamaño del núcleo necesario para hacer funcionar un núcleo de LEU, y se replica en casi todos los reactores pequeños contemporáneos. […] Estas mejoras de diseño permitieron que el diseño del reactor CAS-48 de los Rubis funcionara con un promedio del 7% de combustible enriquecido durante [un periodo de] 7-10 años entre recargas». 

«[…] la filosofía reinante en el Cuartel General de la Armada era contraria a construir submarinos nucleares en los próximos años, por dos razones: una sola unidad no permite obtener una operatividad real por la servidumbre de todo buque de guerra de tener que permanecer en la base un número de semanas al año. Aunque este tiempo muerto sea menor que en uno convencional; por ello serían necesarios como mínimo dos submarinos». 

«[…] la razón de mayor peso argüida por los marinos se refería a que la construcción de un Améthyste, sacrificaría el presupuesto previsto para el III Plan Naval a desarrollar entre los años 1987-1994″. 

«No obstante, el ministro de Defensa se mostró inclinado a acometer el programa de construcción de un arma submarina nuclear en línea con la prioridad estratégica española, haciendo sentir la soberanía española en los archipiélagos canario y balear, frente a las apetencias de otras marinas regionales». 

«La idea de fabricar dos submarinos de energía nuclear ha contado siempre con fuerte apoyo en la Armada. Los marinos lo consideran un instrumento precioso para bloquear los puertos marroquíes en caso de conflicto y para taponar el estrecho de Gibraltar.» 

Mucho arroz para tan poco pollo 

En última instancia, e independientemente de con quién se hable, todos coinciden en que la razón última para rechazar la opción nuclear fue la económica. En un futuro previsible de presupuestos menguantes, el programa nuclear naval español amenazaba con llevarse por delante proyectos que no eran menos importantes para la Armada. 

Conclusiones 


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