Menos de un año. Concretamente, 10 meses y 26 días. O 333 días. Es el tiempo que falta, si no hay complicaciones de última hora, para que la Armada reciba el primero de los cuatro submarinos S-80 (el S-81 «Isaac Peral»), que llegará 19 años y siete meses después de que se autorizase su construcción allá por septiembre de 2003, con José María Aznar como presidente. Pero antes de que lo reciba el 20 de abril de 2023 –previsión del Ministerio de Defensa– debe superar la última y más importante fase de las exigentes pruebas a las que está siendo sometido: la salida a mar abierto, con navegaciones en superficie y las tan ansiadas inmersiones. Y en eso está su dotación, «partido a partido, alcanzando hitos hasta el final del proceso», tal y como asegura optimista a LA RAZÓN el comandante de este submarino de última generación 100% español, capitán de corbeta Manuel Corral Iranzo.
Hasta ahora, después de un año de pruebas de todo tipo en puerto, las primeras impresiones y sensaciones tanto en la Armada como en Navantia son más que positivas, aunque prefieren ser cautos, ya que lo que comienza ahora son palabras mayores dentro de un programa que supone «el primer diseño integral de submarino que realizamos», señala a este periódico Germán Romero, director del Negocio de Submarinos y Programa S-80 de Navantia.
«Estamos muy satisfechos con el alto grado de aceptación de las pruebas que hemos realizado», explica Romero, quien reconoce que, «evidentemente, se producen incidencias en la puesta a punto de determinados sistemas, lo cual es lógico». Y al mismo tiempo, destaca: «Nos estamos llevando algunas alegrías con sistemas novedosos en los que quizá la expectativa era menor» y otros, «como el de baterías, están dando unas prestaciones por encima de lo esperado».
Sus sensaciones son muy similares a las del comandante del S-81, quien reconoce que «la gran mayoría de las pruebas se están desarrollando con normalidad y otras requieren ciertas modificaciones o repeticiones. Lo habitual en la construcción de un submarino», puntualiza.
Así que, cumplida ya esa fase en puerto, el «Isaac Peral» está listo para navegar como sus «hermanos mayores», los S-70, a cuyas últimas dos unidades en servicio («Galerna» y «Tramontana») sustituirán los S-80. Y esa salida a mar abierto, que se producirá a partir del viernes, es quizás el más importante y delicado de todos los hitos, pues es donde se tendrá que «ratificar aquello que ya hemos ido comprobando en puerto y demostrar lo que ineludiblemente debe hacerse en pruebas de mar», apunta Romero, haciendo hincapié en que, entre otros, «fundamentalmente» se busca «confirmar que los sistemas de propulsión y gobierno demuestran las prestaciones esperadas».
“Punto de inflexión”
Y llegan «con un alto estado de madurez, tanto de comprobación de los equipos y sistemas como de preparación de la dotación. Se trata del punto de inflexión para lo que queda de construcción hasta la entrega a la Armada», explica el capitán de corbeta.
En principio, «las pruebas de mar se han programado para un período aproximado de 90 días de mar, en los que se irá incrementando progresivamente el nivel de dificultad y exigencia de la plataforma», detalla el comandante. «A corto plazo, serán en superficie, y a medio plazo, comenzarán las inmersiones», que son, «sin duda, el mayor reto». Y lo es porque, años después, sigue resonando la polémica que surgió por los problemas de sobrepeso que afectaban a su capacidad de volver a la superficie y que obligaron a aumentar su eslora en 10 metros. De ahí que realmente se llame S-80 «Plus». «En primera instancia se comprobará la seguridad del submarino para, posteriormente, verificar el correcto funcionamiento del sistema de combate y la operación eficaz de sus armas y sensores», indica Corral.
«Las primeras pruebas se desarrollarán hasta la segunda semana de junio. Por parte de la dotación, además de tomar el pulso al comportamiento del submarino, se realizarán ejercicios que simulen situaciones de riesgo como complemento del adiestramiento», añade el director del programa.
Varada en verano
Pero antes de que se sumerja por primera vez en las aguas de la Bahía de Cartagena, el submarino tiene prevista una varada durante el verano, tras estos primeros test de mar, «para seguir poniendo a punto los sistemas requeridos para las pruebas de inmersión y su completa revisión tras casi un año con el submarino a flote».
Tras esa varada continuarán las pruebas en superficie y, ya sí, en inmersión. «Será fundamental la prueba de estabilidad en inmersión, que habilita a comenzar a navegar en inmersión con seguridad». Y a partir de aquí, «el submarino va incrementando de manera progresiva la profundidad de sus inmersiones hasta alcanzar la cota máxima operativa siguiendo un riguroso programa de pruebas en cada cota», continúa Romero.
Así, hasta «hacer cota máxima operativa» mientras se sigue verificando el correcto funcionamiento de los sistemas: «Pruebas de comunicaciones con otros buques, de ruidos o lanzamiento de torpedos de ejercicio». «Es fundamental comprobar el correcto funcionamiento de todos los sistemas individuales (propulsión, energía eléctrica, neumática, hidráulica, navegación, comunicaciones, salvamento…) y asegurar la integración de todos funcionando a la vez», detalla el director del programa.
Es, como explica el comandante del «Isaac Peral», «comprobar que cumple con las estrictas especificaciones que se han fijado. Se ha de verificar y validar un gran número de instalaciones», apunta, recalcando junto con Romero que todo ha de realizarse con «seguridad».
Esa seguridad es, hasta ahora, lo que más ha impresionado a la dotación del S-81, cuyo comandante destaca el «Sistema Integrado de Control de Plataforma, de diseño nacional y que integra un gran número de instalaciones y concentra más de 20.000 señales de los diferentes equipos y elementos. La seguridad de la plataforma se basa en este sistema y es sin duda el que más nos ha impresionado». Y no se olvida del «Sistema de Combate», elementos ambos que «permiten elevar su grado de automatización y reducen notablemente el número de personas necesarias para operar el submarino». «Un programa –resume– que supone un salto tecnológico sustancial frente a su predecesor, el S-70».
Al mismo tiempo, añade que tanto él como la dotación “estamos preparados a nivel mental y de conocimientos para afrontar el gran reto que suponen estas primeras pruebas de mar”. Aplaude la importancia del “trabajo en equipo” y señala que todos ellos “se encuentran con una gran ilusión por comenzar”.
Y aunque el comandante prefiere ir «partido a partido» y no adelantar acontecimientos, sí tiene clara una cosa: «El día de la entrega a la Armada será un día histórico para España».
Con la última tecnología
Así que la Armada aguarda ya impaciente a que en menos de un año les den las “llaves” del S-80. Y es que su llegada a las Fuerzas Armadas supondrá un revulsivo, pues es uno de los más avanzados submarinos del mundo y cuenta con las últimas tecnologías, lo que situarán a la Armada y a la industria de Defensa española a la vanguardia.
Y uno de sus puntos fuertes, que no llegará a tiempo en las primeras dos unidades («Isaac Peral» y «Narciso Monturiol»), es su Sistema de Propulsión Anaerobia (AIP, por sus siglas en inglés). Se trata de un sistema único en el mundo que dotará a los S-80 de una gran discreción en sus misiones y que le permitirá permanecer sumergido hasta tres semanas. Al contrario que los submarinos convencionales, que necesitan salir casi hasta la superficie para recargar sus baterías, los S-80 podrán hacerlo en inmersión, siendo así menos vulnerables y detectables para los enemigos. Se integrará en el S-83 «Cosme García» y el S-84 «Mateo García de los Reyes» durante su construcción, mientras que en las dos primeras unidades no se instalará hasta que se lleve a cabo su primera gran carena.
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