09 mayo 2022

Los submarinos de asalto de la Armada clase “Foca”

 

Hoy quiero dedicar esta colaboración con puentedemando.com a una simpática y singular pareja de submarinos de la clase Foca, que si bien es cierto que su paso por la Lista Oficial de Buques de la Armada (LOBA) fue muy fugaz y encima tuvieron muy poco “peso específico”, aún así ello no es óbice para no recordarlos ya que como dicen en mi tierra “el tambor también es tropa”.

Su historia en nuestra Armada comienza tras el derrumbe de la Alemania nazi, cuando varios técnicos precisamente alemanes hubieron de emigrar a otros países para buscarse la vida. Algunos de ellos terminarían recalando en España y formando parte de un grupo de esos técnicos, todos ellos de reconocido nivel, se encontraba un ingeniero naval, Erich Vollbreicht, que afincado en Cartagena, ofreció la posibilidad de fabricar en la Bazán cartagenera algún submarino de los llamados “de bolsillo”, que estarían basados en el proyecto alemán “Seehund” del III Reich, y de hecho, el ser conocidos en España como “focas” era porque esa era la traducción literal de esa palabra.

En consecuencia, y tras pasar los filtros debidos y la valoración correspondiente (gestiones que durarían años), el Gobierno español y la Armada lo consideraron finalmente interesante, de tal modo que el 31 diciembre de 1952, se cursaría la orden de ejecución a la factoría cartagenera de una pareja de unidades que serían inicialmente bautizados como “Foca “1 y “Foca 2”, a quienes se les asignarían los nº de construcción 109 y 110. Aunque inicialmente lucirían esas numerales sobre sus pequeñas velas, posteriormente se les asignarían las nuevas y definitivas de SA41 y SA42, significando las iniciales SA, el sugerente calificativo de “submarino de asalto”.

Tenían una eslora de 13,86 m, una manga de 1,73 m y desplazaban 17,8 y 21,3 toneladas en superficie e inmersión, respectivamente, arbolándose sus quillas el 28 de noviembre de 1953 la del primero y justo tres días después la del segundo. A pesar de sus pobres características, su construcción se alargó en demasía aunque hay que decir en su disculpa que las penurias de la época todo lo justificaban. De hecho, el primero de ellos no sería botado hasta 1955 (el 15 de abril), mientras el segundo 2hubo de esperar nada menos que hasta 1963 (4 de febrero), justo una semana después de haber sido entregado a la Armada el primero, que lo fue con fecha 28 de enero de ese año 1963, y poco más de un año después, el 16 de abril de 1964 se hacía lo propio con la segunda unidad. Apenas duraron un lustro pues antes de finalizar esa década, en julio de 1969, ambos ya serían dados de baja en la Armada.

Se trataba con su construcción de empezar a dar en cierto modo salida a productos de la industria nacional, pues algunos elementos importantes eran españoles, como la óptica de los periscopios, el motor generador, un Pegaso de ENASA (Empresa Nacional de Automoción) de 125 hp, acoplado a un motor eléctrico Siemens-Schuckert de 110 hp, o las baterías, que eran de Tudor, suministradora por excelencia de los acumuladores de nuestros submarinos desde el principio de los tiempos.

Llevaban un solo eje, con una hélice tripala de paso fijo montada en el interior de una tobera con los timones de buceo y vertical dispuestos en cruz, Su velocidad era de unos 10 nudos y alcanzaban una cota de 50 metros, suficiente para no ser detectados por su pequeño tamaño y por los precarios medios de detección antisubmarina de la época, lo que les hacía, al menos en principio, ser unas unidades muy interesantes.

Iban armados con dos torpedos del calibre estándar de 533 m/m, los cuales iban estibados en el exterior del casco y tenían la particularidad de que ambos debían ser lanzados al unísono, por peligrar la estabilidad del propio submarino de lanzar solo uno de los dos.

Al mando de tenientes de navío, tenían asignados unos pocos suboficiales y apenas media docena de cabos y/o marineros, por supuesto de reemplazo, para labores de mantenimiento en tierra, personal que incluso llego a lucir cinta de Lepanto propia en sus gorros. Las salidas a la mar solo lo hacían dos personas, el oficial comandante y uno de los suboficiales, siendo asignado, de los que componían el grupo, el que el oficial considerase más idóneo para ese día según el tipo de ejercicio que se fuese a hacer en la mar. Ambos tripulantes disponían de dos asientos a crujía, puestos en fila siendo el de más a proa el del comandante, pues le pillaba justo debajo de la burbuja que iba a popa de la vela, por donde precisaba asomarse en un momento dado.

La única salida del SA42 fuera de aguas próximas a la Base de Cartagena lo fue a Barcelona con motivo de la I Semana Naval acaecida en 1966, tránsito que realizó junto con su hermano mayor, el SA52. Mientras el SA42 hizo el tránsito desde Cartagena a bordo del Transporte de ataque “Castilla”, el SA52 lo hizo por sus medios, pero vigilado de cerca por el buque de salvamento de buceadores “Poseidón”, en un viaje además que precisó de hacer varias escalas, concretamente Villajoyosa, Valencia, Vinaroz y Tarragona, antes de su entrada en Barcelona, puertos que se repetirían en el tránsito de vuelta a Cartagena.

A pesar de que en aquel evento se dieron cita en la Ciudad Condal la práctica totalidad de los buques en servicio entonces, hay que decir que estos dos SA´s llegaron a ser, a pesar de su minúsculo tamaño, de los atractivos más llamativos, toda vez que el resto de buques de superficie y submarinos ya habían estado antes alguna vez en Barcelona, pero para ellos era la primera vez que saldrían de las aguas de Cartagena, lo que no se sabía es que también sería la última. Además, sus otros dos hermanos, el SA41 y el SA52 nunca se alejarían de aguas costeras de Cartagena.

Aunque como decimos su paso por la Armada fue demasiado fugaz, y realmente lo hicieron sin pena ni gloria, pero nadie les puede negar que por un tiempo “estuvieron ahí” e incluso lo siguen estando ya que la pareja se salvó del soplete y hoy dia son ornamento de jardines, el primero de ellos en la Estación Naval de Mahón y el segundo en la Base de Submarinos de Cartagena.

Aparte de la citada cinta de lepanto, esta simpática y diminuta pareja de submarinos llegaron a tener banderín propio e incluso aparecían reflejados en las cajas de cerillas de la propia Armada de la segunda mitad de la década de los 60, objetos mostrados al inicio de este texto y por cierto todos ellos bastante cotizados para los coleccionistas de militaria, por la poca cantidad de piezas que se hicieron en su día y por haber transcurrido más de medio siglo desde que dejaron de figurar en la LOBA.

Otro día recordaremos a sus hermanos mayores, la pareja conocida como los “tiburones” a quienes sólo hemos citado hoy brevemente y que ciertamente llevaron “vidas paralelas” con los “Focas” pues ambos también nacieron en las gradas de la Bazán cartagenera, los dos tuvieron efímera existencia e igualmente también esa pareja se salvaría del soplete, por hoy nos ceñiremos solo a recordar a los “Focas”.

Fotos: archivo de Diego Quevedo Carmona

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