25 marzo 2021

Rusia ha desplegado una flota de submarinos asesinos indetectables en el Mar Negro.

 Rusia ha preparado un desafío increíble para el ejercicio masivo de la OTAN enviando sus submarinos más secretos al mar.

Los ejercicios militares lanzados por los países miembros de la OTAN pueden no ir muy lejos a favor de la Alianza del Atlántico Norte. Entonces, según datos publicados anteriormente, para "complicar" la realización de misiones de combate en el marco de las maniobras, Rusia envió seis de sus submarinos diesel-eléctricos del proyecto "Varshavyanka", que son uno de los más secretos del mundo, en las aguas del Mar Negro. Tareas de la OTAN.

“La parte rusa entiende que los ejercicios navales están dirigidos exclusivamente contra ella. La aparición en el Mar Negro a la vez de seis SSK de una clase secreta distraerá constantemente a la OTAN, sin mencionar la posible aparición de submarinos rusos justo en el epicentro de los ejercicios en curso, lo que los interrumpirá por completo y demostrará la falta de voluntad de la OTAN para resistir a Rusia. fuerzas submarinas "., - las marcas expertas.

Entre otras cosas, se han hecho sugerencias sobre el hecho de que los submarinos rusos pueden participar en ejercicios especiales, practicando un ataque a los barcos de un enemigo potencial, lo que está bastante justificado ante las provocaciones de la OTAN.
Подробнее на: https://avia-es.com/news/rossiya-vyvela-v-chyornoe-more-flot-podvodnyh-lodok-ubiyc-kotorye-nevozmozhno-obnaruzhit

Oficiales de la Armada argentina son sancionados por hundimiento de submarino

 Buenos Aires (EFE).- Varios oficiales de la Armada argentina, en activo o retirados, fueron sancionados este lunes con entre 30 y 60 días de “arresto riguroso” y uno fue destituido por un Consejo de Guerra abierto para buscar responsabilidades por el hundimiento del submarino ARA San Juan, hallado hundido en el Atlántico en 2018 tras un año desaparecido con 44 tripulantes.

Según un documento al que tuvo acceso Efe, entre los cinco sancionados está el almirante retirado Marcelo Srur, quien fuera jefe de la Armada al desaparecer el buque, que deberá cumplir 45 días de arresto por “haber informado en forma incompleta al Ministerio de Defensa los sucesos iniciales acontecidos con el submarino”, lo que impidió “proporcionar información a los familiares de los tripulantes».

Se suma el agravante de “no comparecer ante la opinión pública demostrando falta de compromiso y diligencia, con el consecuente menoscabo de la imagen institucional de la Armada”.

A Srur, que en medio de la investigación por la desaparición del submarino fue destituido como jefe de la Armada en diciembre de 2017 por el Gobierno del entonces presidente, Mauricio Macri (2015-2019), también se le sancionó a otros 30 días -aunque solo cumplirá el arresto de mayor duración- por haber atribuido “responsabilidades de índole disciplinaria a personal subalterno».

“Haciéndolo en forma apresurada y sin haber agotado las medidas necesarias para formular tales imputaciones”, remarca el documento.

VARIOS ABSUELTOS
El Consejo de Guerra, que se produce en forma paralela a la investigación de la justicia penal, decidió además destituir al capitán de navío Claudio Javier Villamide, quien fuera jefe del comando de la fuerza de submarinos de la Armada, por cometer una “falta disciplinaria gravísima” por la negligencia “al evidenciar falta de cuidado o descuido de la tropa y equipamiento a su cargo”, y no haber ordenado ni recomendado expresamente al comandante del ARA San Juan “la conveniencia de permanecer en superficie».

También por no mantener una comunicación hasta definir un modo de acción que permitiese una “navegación segura de regreso a puerto” y por no adoptar medidas para convocar en forma urgente a su Estado Mayor y a otros especialistas para “analizar exhaustivamente la situación y profundizar en la búsqueda de la mejor solución».

Los otros tres miembros del cuerpo castrense que fueron sancionados son el contraalmirante ya inactivo Luis Enrique López Mazzeo, a 10, 15 y 60 días de arresto riguroso por diversas faltas; el capitán de navío Héctor Aníbal Alonso, a 20 y 30 días de detención, y el capitán de Fragata Hugo Miguel Correa, a 30 días.

Todos ellos cumplirán solo la sanción de mayor duración.

Por su parte, fueron absueltos el contraalmirante retirado Eduardo Luis Malchiodi y el capitán de Corbeta Jorge Andrés Sulia y se declaró extinguida la acción disciplinaria del capitán de navío retirado Carlos Ferraro.

UN AÑO DESAPARECIDO
El ARA San Juan, de fabricación alemana e incorporado a la Armada argentina en 1985, tuvo su último contacto con tierra el 15 de noviembre de 2017, cuando, tras realizar diversas maniobras militares, se movilizaba desde la austral Ushuaia, en Tierra del Fuego, hacia Mar del Plata, en la provincia de Buenos Aires.

En medio de fuertes labores de búsqueda, estuvo más de un año desaparecido hasta que fue encontrado el 17 de noviembre de 2018 hundido a 907 metros de profundidad, a más de 400 kilómetros de la costa.

La zona en la que se encontró la nave es donde en un primer momento se centró el rastreo, con base al punto donde el comandante se reportó por última vez y según la “anomalía hidroacústica”, “consistente con una explosión” que agencias internacionales habían detectado con sensores. Ni el submarino ni los restos mortales de sus marineros fueron reflotados.

Además de las conclusiones del Consejo de Guerra, que se abrió en noviembre pasado y se ha realizado en la sede del Estado Mayor conjunto de las Fuerzas Armadas, en Buenos Aires, sigue adelante una causa judicial penal que trata de determinar las responsabilidades en el hundimiento, en la que están procesados algunos de los sancionados este lunes.

Las atribuciones del Consejo de Guerra, para evaluar el desempeño de los militares, devienen del Código de Disciplina de las Fuerzas Armadas, en vigor desde 2009, luego de que dejara de existir la jurisdicción militar en tiempos de paz y pasaran los delitos militares a tratarse en la Justicia penal.

La OTAN intenta localizar un submarino ruso que "desapareció" de sus radares en el Mediterráneo oriental

 El corresponsal de asuntos militares del canal israelí 12, Nir Dvori, reveló que hace una semana, aviones espías y barcos de la OTAN intentaban localizar un submarino ruso que "desapareció" de sus radares en el Mediterráneo oriental.

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    La OTAN intenta localizar un submarino ruso que "desapareció" de sus radares en el Mediterráneo oriental

 

El corresponsal de asuntos militares del canal israelí 12, Nir Dvori, reveló que hace una semana, que aviones espías y barcos de la OTAN intentaban localizar un submarino ruso que "desapareció" de sus radares en el Mediterráneo oriental.

En su cuenta de Twitter escribió que "hace mucho tiempo, no se veía un esfuerzo tan grande para localizar un solo vehículo marino y que los rusos operan submarinos en la región para recolectar información de inteligencia contra todas las flotas de la región ".

"También hay gasoductos y fibras de cominicación por internet en el fondo del mar que son de gran interés para ellos", dijo Dvori.

El submarino ROSTOV-NA-DONU que presionó a los británicos hace un mes, y cruzó el Estrecho de Gibraltar hace una semana, desapareció el miércoles último frente a la costa de la Palestina ocupada, citó el sitio web israelí Rotary Net.

El submarino lleva cuatro misiles alados (crucero) con un peso de ojiva de hasta 500 kg y participó en el bombardeo de las fuerzas de Daesh en 2015.

El ROSTOV-NA-DONU, es un buque submarino moderno de excelentes características técnicas, capaz de detectar la presencia enemiga a distancias hasta cuatro veces superiores al alcance de submarinos análogos de otros países.

22 marzo 2021

Tres submarinos de propulsión nuclear fortalecen la Armada rusa en 2021

 La Marina de Guerra de Rusia recibirá este año un submarino de misiles estratégicos Kniaz Oleg del proyecto Boréi-A, y dos avanzados submarinos de ataque de propulsión nuclear del proyecto Yasen: Kazán y Novosibirsk, indicó este viernes el comandante en jefe de la Armada rusa, Nikolái Evménov, en una entrevista concedida al rotativo militar Krasnaya Zvezdá a propósito del Día del Submarinista.

Además, en 2021, el astillero Sevmash de la ciudad de Severodvinsk también comenzará la producción de otros dos submarinos de misiles estratégicos del proyecto Boréi: Kniaz Potiomkin y Dmitri Donskói.

"Junto con la construcción de submarinos nucleares de cuarta generación [a la que pertenecen las naves mencionadas], estamos desarrollando la quinta generación de submarinos nucleares estratégicos y multifuncionales [clasificados internacionalmente 'de ataque']", señaló el almirante.

Al referirse a los submarinos diésel-eléctricos, Evménov comentó que, en un futuro cercano, en la Flota del Pacífico de Rusia se incorporará el submarino de ataque Magadán del proyecto 636.3 Varshavianka, considerado el menos ruidoso del mundo.

Asimismo, los astilleros de San Petersburgo iniciarán la construcción de otros dos sumergibles de ataque diésel-eléctricos, Mozhaisk y Yakutsk, que también engrosarán la fuerza naval.

Tres submarinos de propulsión nuclear fortalecen la Armada rusa en 2021


La increíble vida del submarino Hunley, el ataúd ambulante

 El sol acababa de ponerse aquel 17 de febrero de 1864 en la bahía de Charleston, Carolina del Sur (EE. UU.), cuando ocho corpulentos hombres tomaron sus posiciones en el claustrofóbico submarino.

El H. L. Hunley se hizo mar adentro únicamente propulsado por la fuerza de aquellos defensores de la causa confederada en plena guerra de Secesión americana.

Faltaban quince minutos para las nueve de la noche cuando John Crosby, oficial de guardia del buque unionista Housatonic, atisbó con sus prismáticos algo en el agua. Al principio creyó que era un delfín, hasta que, incapaz de identificar aquella sombra, dio la alarma. El capitán del navío, Charles Pickering, ordenó abrir fuego contra aquel objeto extraño que se les acercaba sigilosamente.

Recreación del Hunley (Daniel Dowdey).

Recreación del Hunley (Daniel Dowdey).

Ni las armas ligeras ni los cañones disuadieron al Hunley de su cometido. El submarino estrelló un arpón al que habían acoplado un torpedo con 50 kg de pólvora cerca del timón y la hélice del Housatonic. Según las primeras teorías, retrocedió y, cuando se hallaba a unos cincuenta metros de distancia, accionó el mecanismo de detonación. La explosión casi ni se oyó.

A los cinco minutos, apenas asomaba nada del Housatonic. El agua había penetrado con rapidez por una enorme brecha. Los tripulantes subieron a los botes y remaron en dirección al Canandaigua, otro buque unionista, para pedir ayuda. Cerca de las nueve y media de la noche, el capitán, Joseph Green, y sus oficiales partieron en busca de los hombres que aún luchaban por sobrevivir en el agua. Perdieron la vida cinco de ellos.

Aquella noche, el Hunley entró en los libros de historia como el primer submarino que lograba hundir un buque de guerra. Pero ¿qué fue de él? Nadie lo volvió a ver hasta 131 años después.

Un cerco difícil de romper

El Hunley se construyó en la primavera de 1863 en Mobile, Alabama, a instancias de Baxter Watson y James McClintock, socios en un taller mecánico de Nueva Orleans, y Horace Lawson Hunley, un acaudalado abogado de Louisiana.

El artilugio, de forma cilíndrica (12 m de largo y tan solo 1,2 de ancho y alto) y 10 toneladas de peso, se transportó en tren hasta Charleston para prestar apoyo a la flota del general Pierre Beauregard en la ardua tarea de destruir los barcos unionistas.

El ataúd ambulante

El Hunley tuvo un comienzo poco auspicioso. En poco tiempo, se hundió dos veces. La primera se debió a la inexperiencia del comandante John Payne. Una cuerda se enmarañó en la escotilla y la abrió, dejando que el agua entrara en el submarino. Murieron cinco de los seis tripulantes, entre ellos Payne.

La segunda también fue por un error humano. Esta vez Hunley hizo una inmersión de práctica aprovechando que el responsable del aparato estaba ausente. Nadie sobrevivió. No es de extrañar, pues, que el submarino fuera apodado "ataúd ambulante", "ingenio diabólico" o "máquina asesina". Por la ciudad circulaba el rumor de que “se hundía en un abrir y cerrar de ojos, y a veces, antes”.

Dibujo del USS Housatonic (Dominio público).

Dibujo del USS Housatonic (Dominio público).

El curtido teniente George Dixon convenció a Beauregard para que rescatara el Hunley del fondo del mar una vez más y le proporcionase siete tripulantes para una nueva misión. Durante semanas, los corpulentos hombres se entrenaron en la que se convertiría en la primera academia de submarinos del mundo.

También fueron pioneros en la inmersión prolongada: llegaron a permanecer 2 horas y 35 minutos bajo el agua. Noche tras noche se sumergían para tratar de hundir algún barco enemigo. Lo consiguieron aquella gloriosa noche de febrero.

En busca del submarino

Durante décadas, fueron muchos los que intentaron encontrar el Hunley. Hubo quien dio con sus restos, pero no lo pudo demostrar con pruebas sólidas. Sí lo haría el caza tesoros y multimillonario escritor de best sellers Clive Cussler, que sufragó íntegramente las expediciones de su equipo con la venta de sus libros.

La primera de sus tres expediciones a la bahía de Charleston tuvo lugar en el verano de 1980. El espectro de especialistas involucrados no pudo ser más dispar. Había incluso una parapsicóloga que se sentaba en la proa del yate para intentar sintonizar con el emplazamiento del submarino a base de trances.

Pese a cubrir una cuadrícula de 800 m de largo (desde la isla de Sullivan, en la entrada al puerto de Charleston, hasta media milla mar adentro) no hubo suerte. Una cosa estaba clara: el Hunley no se había hundido cerca de la playa.

La segunda expedición, llevada a cabo el verano siguiente, recorrió 25 kilómetros cuadrados a partir del punto donde lo dejaron la vez anterior. Mientras buscaban alguna anomalía que sugiriera el hundimiento de un submarino, aparecieron otros barcos naufragados durante la guerra civil.

Entre ellos, el acorazado Keokuk, alcanzado 92 veces por los cañones confederados; el unionista Weehawken, único acorazado que derrotó a otro durante la guerra; y el Stonewall Jackson, un burlador de bloqueos confederado que se fue a pique en su intento de entrar en Charleston.

Timón de dirección del Hunley (Friends of the Hunley).

Timón de dirección del Hunley (Friends of the Hunley).

A excepción de estos hallazgos, "la búsqueda resultó tan estéril como la agenda de un ermitaño", se lamentó Cussler. Por eso no se reemprendió hasta trece años después, en el verano de 1994. Tras rastrear sin éxito una zona de 16 kilómetros cuadrados, el caza tesoros volvió a su casa en Colorado, pero contrató a los arqueólogos submarinos Ralph Wilbanks y Wes Hall para que siguieran indefinidamente con la búsqueda en sus ratos libres.

Al fin, el 4 de mayo de 1995, el Hunley apareció, intacto, a 1 km al sudeste del Housatonic. No se había hundido justo después de hacer explotar el torpedo, pero tampoco había tenido tiempo de llegar a la costa. Lo que realmente pasó lo intentaría revelar un equipo de profesionales a cargo de William Dudley y Robert Ney­land, directores de los departamentos de Historia y Arqueología de la marina estadounidense, respectivamente, tras una feroz batalla por la propiedad del submarino.

Las voces que reclamaban su pertenencia eran las de los descendientes del hombre que rescató el Housatonic y otras procedentes del estado de Alabama, donde se construyó. Irónicamente, el único que se desvinculó del asunto fue su descubridor, Cussler. "Solo deseaba volver a casa y empezar a investigar el paradero de otro naufragio", comentaría.

Rescate a ciegas

Arqueólogos, restauradores, geólogos, electroquímicos, ingenieros, microbiólogos… Durante los cinco años posteriores al descubrimiento todos ellos realizaron investigaciones in situ del artilugio, conservado en buen estado. No obstante, el agua turbia dificultó enormemente las tareas. Sin apenas visibilidad, los buzos solo podían guiarse por el tacto.

Tras aspirar el equivalente a 115 cargas de camión de arena y barro, se constató que el Hunley era tecnológicamente más avanzado de lo que indicaban los registros históricos. La proa, por ejemplo, ofrecía poca resistencia al agua (un factor determinante para ganar velocidad) gracias a su ligera concavidad.

Mientras, expertos de todo el mundo presentaron propuestas para izar el artefacto de una sola pieza. Los ganadores, un equipo de la empresa Oceaneering International, idearon un sistema tan simple como caro. Con un costo estimado de 2,7 millones de dólares, consistía en levantar el submarino con una grúa. El sumergible descansaría en una especie de hamaca y estaría amarrado a ella con arneses cubiertos con bolsas de espuma de poliuretano para evitar dañarlo.

Análisis del grado de corrosión del casco (Friends of the Hunley).

Análisis del grado de corrosión del casco (Friends of the Hunley).

El 8 de agosto de 2000 centenares de espectadores vieron en directo cómo el Hunley emergía a la superficie. El submarino se trasladó al Centro de Conservación Warren Lasch, laboratorio arqueológico con sede en Charleston. Allí se sumergió en un tanque de agua de más de doscientos mil litros para reducir al mínimo la actividad de las bacterias y la corrosión y para emprender el proceso de desalinización.


Alzamiento del submarino (Friends of the Hunley).

Alzamiento del submarino (Friends of the Hunley).


La excavación y el análisis del Hunley arrojaron pistas sobre los acontecimientos ocurridos aquella noche de 1864. En una primera fase, se llevó a cabo un estudio cartográfico. Mediante la tecnología de escaneo en tres dimensiones por láser Cyrax se obtuvo un modelo exacto del sumergible. Luego se extrajeron los sedimentos del tanque, lo que permitió revisar cómo estaban fijadas las placas de hierro del casco y observar la ubicación de la maquinaria, como el eje de la hélice y el control de dirección.

Una vez dentro del submarino, se recuperaron los restos de la tripulación, sus objetos personales (botones, ropa, amuletos...) e instrumentos de navegación. En la última fase, se excavó a mano todo el material sólido para examinarlo en detalle con posterioridad.

¿Pistas que despistan?

Todo parecía indicar que el teniente Dixon y su tripulación murieron en sus puestos por falta de oxígeno, y no ahogados por el agua. Otra conclusión a la que llegaron los expertos fue que el submarino acabó en el fondo del mar al ser golpeado por el Canandaigua cuando este acudía al rescate del Housatonic.

El hallazgo de una linterna, por ejemplo, parecía confirmar la teoría de que los tripulantes del Hunley habían hecho señales a sus compañeros de la orilla cuarenta minutos después de derribar el buque unionista, un dato referido en documentación de la época.

Estudios posteriores han descartado el papel del Canandaigua en el hundimiento del Hunley, al no comprobar desperfectos en su casco. En cambio, surgió la hipótesis de que la tripulación del submarino murió en realidad en el momento de la explosión.

Tareas de restauración del submarino (Friends of the Hunley).

Tareas de restauración del submarino (Friends of the Hunley).

En los restos de los tripulantes, sentados en sus puestos, no se encontraron traumatismos óseos, y al parecer la bomba para achicar el agua de la nave no se accionó, lo que hace sospechar que ya estaban muertos cuando se hundió el Hunley. El hallazgo en 2013 de un anclaje de cobre en el extremo del arpón apuntaba a que el torpedo estaba directamente fijado a este, es decir, a menos de cinco metros de la explosión.

Con estos y otros datos, un equipo de la Universidad de Duke realizó simulaciones en 2017 y llegó a la conclusión de que los tripulantes habrían sucumbido al instante. Su investigación señalaba a lesiones masivas en los tejidos blandos a causa de la onda expansiva, al estar demasiado cerca del estallido y tener el casco del Hunley escaso grosor. Arqueólogos del departamento de historia de la Marina discrepan de los resultados.

Mientras los estudios se suceden, las labores de conservación siguen copando esfuerzos, tiempo y dinero. De momento, el Hunley continúa en un tanque en el laboratorio que lo acoge, el Centro de Conservación Warren Lasch, donde es posible visitarlo, con la preceptiva mascarilla, en una ruta limitada a los fines de semana.

túnel secreto para submarinos soviéticos en Crimea

 Unas impresionantes imágenes de un túnel secreto para submarinos soviéticos ubicado en Balaklava, una ciudad de la península de Crimea, en el mar Negro, salieron en el programa Voennaya Priemka del canal ruso Zvezda.

Ubicado cerca de Sebastopol, este túnel alcanza una profundidad de 216 metros y tiene 800 metros de largo. Se utilizó para reparar submarinos y cargar misiles de ojivas nucleares, que se almacenaban en el propio túnel detrás de una enorme puerta.

Para construir este túnel en la montaña, se extrajeron unas 120.000 toneladas de roca

Los submarinos Maliutka pasaban sin problema a este canal, señaló al programa Yuri Tararíyev, director del museo histórico militar de fortificaciones. Eran los sumergibles más pequeños de la URSS, y junto con los submarinos de tamaño medio Schuka formaban la base de la Flota del Mar Negro durante la Segunda Guerra Mundial.

El submarino ruso de la clase Varshavianka - Sputnik Mundo, 1920, 15.02.2021

Pero también podían pasar al túnel secreto los submarinos más grandes del proyecto 613 o Whiskey, según la clasificación de la OTAN, aunque el acceso era más complicado.



19 marzo 2021

Las 11 mejores películas de submarinos

 ¿Sabéis que es algo que no se puede combatir? Una buena peli de submarinos. Algo tiene el ¿género? que despierta una tensión inigualable que te tiene con los ojos pegados a la pantalla. Claustrofobia, hombres en conflicto por darse a la supervivencia más primaria o cumplir con su deber. Sumérgete con nosotros en esta aventura acuática justo en el día mundial del submarino.

El espía negro (1939)

Uno de los primeros trabajos del género que se realizó antes de la Segunda Guerra Mundial, al fin y al cabo el gran motivador de este subgénero. Por tanto, hay menos acción submarina y más intriga de espías, pero al fin y al cabo un ejercicio sobresaliente de mano de los maestros Michael Powell y Emeric Pressburger en una de sus múltiples y brillantes colaboraciones como The Archers (esta vez con Pressburger sólo de guionista).

20.000 leguas de viaje submarino (1954)

No es difícil imaginar a un joven Spielberg viendo una película como la adaptación de Julio Verne y tomando notas mentales sobre cómo quiere que luzca una película situada en el agua. Al menos un artista de efectos especiales aprendió cosas este clásico sobre las criaturas marinas que atacan el Nautilus. El caso es que es una aventura acuática estupenda con un también estupendo Kirk Douglas.

Torpedo (1958)

Probablemente la peli más influyente de todo el género de submarinos sea este drama del siempre efectivo Robert Wise, que ya asienta la dinámica de recluta veterano y joven aguerrido a través de los personajes de unos estelares Clark Gable y Burt Lancaster. Quizá por ser una versión más primaria y con una fórmula menos asentada de todas esas películas contemporáneas que luego han explotado mejor sus ambiciones se sienta menos completa, pero sigue siendo efectiva además de imprescindible.

La hora final (1959)

A ratos es complicado ubicar esta película de Stanley Krammer, ya que por definición caería en el género de distopía post-apocalíptica, pero en lugar de hacerlo desde la ciencia ficción y el fantástico más puro lo hace desde un melodrama bien calibrado. Los momentos en submarinos son más puntuales, pero fundamentales en este relato sobre el apocalipsis nuclear plagado de grandes nombres: Gregory PeckAva GardnerFred AstaireAnthony Perkins. Imposible fallar.

Estado de alarma (1965)

En pleno apogeo de la Guerra Fría y el pánico a un conflicto nuclear, James B. Harris saltó a la dirección tras ser productor de Stanley Kubrick para hacer un tenso ejercicio que evoca la paranoia de Teléfono Rojo, ¡Volamos hacia Moscú! pero sin comedia. Un trabajo más seco pero potente, firmemente comandado por las presencias de Richard Widmark y Sidney Poitier.

Estación polar Cebra (1968)

Con un ritmo y movimiento tan gélido como el glaciar que tienen que navegar con el submarino, este film de John Sturges puede hacerse cuesta arriba incluso acostumbrado a ese ritmo de la época, pero no le falta escala. Los movimientos son paulatinos, pero te vende la inmensidad y potencia de la embarcación y la dinámica interna de la tripulación funciona para quedar intrigados con ellos hasta el final.

Das Boot (1981)

Wolfgang Petersen se puso en el mapa antes de ser uno de los mejores artesanos del cine de estudios de los noventa con este pelotazo claustrofóbico. El Director’s Cut es una experiencia intensa y extenuante, pero demoledora, ya que no sólo te lleva bien por los tecnicismos sino que deja un ejemplar trabajo de cine bélico que merece ser recordado más a menudo.

Abyss (1989)

No podemos hacer un artículo sobre el agua sin hacer mención a James Cameron, especialmente con uno de sus proyectos más demenciales que casi le cuesta la carrera y/o la vida a más de uno del equipo. Un pelotazo de componente sobrenatural que explora las profundidades abisales como pocas películas de esta lista. La idea de meter a un grupo de currelas a las profundidades submarinas para solucionar la papeleta sembró la idea para Armageddon.

La caza del Octubre rojo (1990)

El primer Jack Ryan cinematográfico no sólo cumple perfectamente con la expectativa de un personaje que se define como “no soy un agente, soy un analista” y sobrevive a un Sean Connery que se come la película cada vez que aparece. Un thriller noventero imprescindible de un John McTiernan en un momento de dulce.

Marea roja (1995)

Uno de los mejores Tony Scott que dio la vuelta a la glorificación militarista de Top Gun con este increíble mano a mano entre un Gene Hackman siempre excelente y un Denzel Washington que no se amedrenta ante el reto de estar cara a cara contra uno de los mejores de su generación. Te quedas toda la película al borde del asiento.

U-571 (2000)

Un poco la respuesta americana casi 20 años tarde de Das Boot, con todo lo que implica, incluyendo un poco más de cursilería. Con todo, cumple sobradamente con todo lo que necesita ofrecer una película del género para tenerte enganchado y entretenido, desde una lograda claustrofobia a saber crear tensiones entre la tripulación, compuesta de un reparto reseñable.