Josep Pla es autor de una historia corta sobre un submarino alemán de la I Guerra Mundial en la costa catalana. Un de Begurestá centrada en un individuo, El Miner, ex veterano de la pesca con explosivos, del contrabando, y del comercio de piñones, conocedor "palmo a palmo" de la costa "de Portvendres al Garraf", al que fichan los servicios secretos alemanes para que guíe a sus sumergibles. Una goleta le conduce hasta la Meda Gran, donde embarca en el submarino y pasa un tiempo a bordo, lo que sirve a Pla para describir con puntillosa exactitud no sólo la constreñida vida en el buque sino hasta los olores y sabores. Hay imágenes inolvidables: la luz del faro de la Meda "arrossegantse sobre l'aigua, semblava llampar la ferralla xopa del submarí". El protagonista del relato asiste al torpedeamiento de un buque americano y desde el puente observa que el cargamento es de centenares de caballos. Las pobres bestias relinchan y patalean presas del pánico, encerradas en el vientre del navío condenado. Algunas consiguen lanzarse al mar por los boquetes que causan los cañonazos del submarino rematando la faena y nadan componiendo una estampa patética que hace llorar al rudo Miner.
Castellví sostiene que el personaje es pura invención, pues "los alemanes no utilizaron prácticos locales, no los necesitaban, navegaban perfectamente por la costa catalana". Pero sí que existió, precisa, un mercante hundido con torpedos que transportaba caballos del ejército italiano, ahogados a centenares. Era el Palermo y lo hundió en 1916 el U-72 de Ernst Krafft.
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