11 noviembre 2017

Los primeros submarinos chilenos

Con júbilo se recibía la noticia de que los seis submarinos cedidos a Chile por Gran Bretaña habían efectuado exitosamente su primera travesía. Corría noviembre de 1917 y aquellos "modernos elementos para la defensa nacional" permanecían en Estados Unidos, preparándose antes de su largo viaje hacia Valparaíso. Se trataba de unidades tipo Holland 602, también conocidos como clase H, que estuvieron entre los sumergibles más numerosos de la Primera Guerra Mundial.

En "El Mercurio" se informaba que una misión naval, presidida por el contraalmirante Luis Gómez Carreño, se había hecho cargo, entre otras cosas, de supervisar los trabajos para completar las instalaciones a bordo. Por otra parte, la tripulación se adiestró durante cinco meses en el manejo práctico de los submarinos: "Rápidamente, el complicado mecanismo de esos delicados instrumentos de guerra dejó de ser un misterio para los marineros chilenos".

Era hora, entonces, de inaugurarlos en un itinerario que partía en Boston y terminaba en New London (Connecticut). "El viaje fue felicísimo y sirvió para comprobar las buenas condiciones de los submarinos. Las máquinas, dóciles a la voluntad de los ingenieros, funcionaron en todo momento en forma admirable. La dotación realizó durante la travesía varias interesantes prácticas de navegación", consignaba el diario.

Cabe destacar que las naves fueron otorgadas a la Armada chilena como una manera de compensar la fallida entrega de dos acorazados comprados a Inglaterra, antes del estallido de la conflagración mundial. En efecto, en 1914, el "Almirante Latorre" y el "Almirante Cochrane" no fueron enviados a Chile, sino que pasaron a ser parte de la Royal Navy .

Lo cierto es que ya en New London, la escuadrilla de sumergibles debió esperar la llegada de sus escoltas, el transporte "Angamos" y el crucero "Chacabuco". Finalmente, el 28 de marzo de 1918, zarparon en un viaje no exento de vicisitudes, pues se enfrentaron a un furioso huracán en las costas de Carolina del Norte.

Cuatro meses después, la flotilla arribó a Valparaíso, donde fueron recibidos con grandes homenajes. "Todo el pueblo tributa a los marinos una grandiosa recepción (...). Hasta la más humilde de las callejuelas del cerro está embanderada", informó "El Mercurio". Y, cómo no, ya que era toda una novedad "conocer estas nuevas y formidables armas de guerra, cuyas proezas novelescas durante la actual contienda europea relata a diario la prensa mundial". 

Posteriormente, los submarinos fueron rebautizados con los nombres de heroínas mapuches: Guacolda, Tegualda, Rucumilla, Quidora, Fresia y Guale.

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