Una especie de conjura está privando estos días a un valenciano del honor, si se puede llamar así, de figurar en la vanguardia del empleo de submarinos para el transporte de drogas entre el Nuevo y el Viejo Continente. Y no es correcto. El hundido frente a las playas de Cangas del Morrazo será el primer narcosubmarino interceptado en Europa. Pero el primer narcotraficante en intentar servirse de un sumergible para colar la mercancía en España y por ende en la Unión Europea fue Rafael Rubén Núñez Cencerrado. Un saguntino de 34 años de edad que fue detenido cuando negociaba la compra de un submarino o de sus planos en 2009. Pero una cosa es que la Policía Nacional le privara del privilegio de ingresar en los anales del narcotráfico continental como algo más que un visionario. Y otra muy distinta que la prensa le arrebate la parte alícuota de la gloria que le corresponde por no documentarse debidamente a la hora de redactar la información. Entre otras cosas porque Núñez no era un alfeñique. Más conocido en el mundillo del hampa como 'Rafa el valenciano', simultaneaba la dirección de una vasta organización criminal con la gestión de diez empresas legales y aún le quedaba tiempo para cumplir con la falla. Poco antes de ser condenado a 18 años de cárcel y al pago de una multa de 150 millones desapareció. Y no se volvió a saber nada del 'capo español más buscado' hasta que la Interpol lo localizó en 2017 en otra Valencia, la de Venezuela. ¿Dónde si no iba a refugiarse un huido que llevaba la valencianía pegada al apodo? Un motivo de orgullo más para que nuestras autoridades, que se vanaglorian de cualquier chuminada, pongan lo que esté en su mano para que Núñez no se vea en las mismas circunstancias en las que se vieron Narciso Monturiol e Isaac Peral. Léase relegado después de haberse adelantado a su tiempo e intuir las enormes posibilidades que brinda la navegación submarina para toda suerte de actividades. Hay otro dato reciente que remite al introductor del comercio submarino de alucinógenos en la UE. Núñez Cencerrado estaba considerado como el mayor traficante de cocaína en contenedores de Europa. Pues bien, en el congreso que la Investigación Aduanera y Fiscal de la AEAT celebró la semana pasada en el Cap i Casal se puso de manifiesto que es menester «controlar quién accede al sistema informático» del puerto de Valencia con la aviesa intención de «rastrear la ubicación exacta de los contenedores con premio». De lo que se deduce que no se controla o no se controla lo suficiente. El cómo es en cualquier caso lo mejor: dando por supuesto que los malos son ajenos a la casa. Intrusos que se cuelan las inaccesibles instalaciones portuarias. Y, como podía ser de otro modo entre funcionarios, creando una comisión de seguridad -¿por qué no de fiestas?- que habrá provocado la hilaridad de todos los Núñez de la tierra
Ferran Bella
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