Generalmente los seres humanos no son conscientes de que el mundo está en movimiento. Pero bajo los pies de la actualidad la historia sigue tejiendo sus redes, sus mitos y sus leyendas.
El nacionalsocialismo fue una realidad histórica; pero alrededor de esta realidad los mitos, que en ninguna acepción de la palabra significan mentira, proliferaron a gran velocidad. Con elementos propios de cualquier film de terror, detalles dantescos y el secreto como aureola característica se asentó fuertemente en el ideario de los pueblos.
Finalizada la segunda guerra mundial una gran cantidad de submarinos pertenecientes a la flota del Tercer Reich quedaron varados por el mundo. Las páginas de los libros de historia cuentan que, bajo órdenes contradictorias algunos se autohundieron y otros se entregaron a las fuerzas aliadas.
Fotografía del submarino U-530. Las costas patagónicas fueron el marco de sucesos de este tipo. Después de la rendición alemana, se entregó el 10 de Julio de 1945 el submarino U-530 con Otto Wermuth como comandante. El 25 de ese mismo mes un informe de la Armada Argentina estableció un patrullaje aéreo y naval de la zona debido a la presencia de un submarino en la zona de Claromecó. En los meses siguientes varios documentos secretos de la Armada señalan el avistaje de submarinos o periscopios cerca de San Clemente del Tuyú y Necochea. El 17 de Agosto de 1945 el submarino U-977 se entregó en Mar del plata comandado por Heinz Schaeffer.
Y en medio de estos sucesos surgieron los mitos. Mitos que lo traen a Hitler a estas tierras del sur, a varios submarinos nazis y sus tripulaciones, al “oro nazi”. Como por algún efecto retardado y extraño, como si fueran ecos adustos del terror o resonancias de estallidos traídos a América por el viento, las costas patagónicas se llenaron de rumores sobre submarinos desembarcando en la niebla, sobre retazos de estos aparatejos vislumbrados en períodos de bajamar y sobre forasteros con un marcado acento alemán.
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