La capacidad submarina de España cuenta con más de un siglo de historia, desde que el Rey Alfonso XIII, mediante la denominada ‘ley Miranda’ en 1915, autorizara la adquisición de los primeros cuatro sumergibles para la Armada Española. Empezó así una larga tradición que se encuentra ahora en un periodo de transición, con un solo submarino operativo y a la espera de la llegada de los ansiados S-80, cuatro nuevos buques de diseño cien por cien español fabricados por Navantia.
// EFE
Submarino Isaac Peral S-81 en el astillero de Cartagena
Los últimos sumergibles en entrar en servicio en España fueron los de clase S-70, cuatro submarinos que llegaron a la Armada en los años 80 del siglo pasado y que han prolongado su vida útil durante las últimas cuatro décadas, sometiéndose a varias revisiones completas –las llamadas gran carena– para alargar su actividad. Sin embargo, dos de estos submarinos ya han causado baja en la lista oficial de buques de la Armada y, tras la reciente inmovilización del Tramontana en el Arsenal de Cartagena, el único que permanece operativo actualmente es el Galerna, que se sometió a una extraordinaria quinta gran carena en 2022 para alargar su servicio durante varios años más.
Pero tener un único submarino en activo no es la situación ideal para la Armada de un país como España. Este escenario empezará pronto a ver la luz si, como está previsto, Navantia entrega a la Armada en los próximos meses el primer buque, el Isaac Peral S-81 (primera versión de la clase S-80). La historia de este programa ha estado plagada de contratiempos desde que fuera impulsado a principios del siglo XXI. Los más importantes los provocaron diversos fallos de diseño y de peso, sumados a posteriores imprevistos técnicos. Todo ello fue retrasando paulatinamente la fecha de entrega prevista y también supuso un importante sobrecoste para las arcas públicas, de los 2.135 millones iniciales hasta rozar los 4.000.
Ahora, esta situación parece superada y el S-81 ha ido aprobando con éxito todos los hitos programados. El momento de mayor esplendor fue su puesta a flote en abril de 2021, con la Princesa Leonor como madrina en el astillero de Navantia en Cartagena. Desde entonces ha seguido aprobando fases cada vez más exigentes; en 2022 salió por primera vez a mar abierto y ahora se encuentra realizando pruebas de inmersión para mantener la fecha de entrega prevista en el último calendario: el mes que viene.
Aviso de Defensa
Sin embargo, unas inesperadas palabras la pasada semana de la ministra de Defensa en funciones, Margarita Robles, volvieron a encender todas las alarmas. En una visita a la Academia General del Aire en San Javier (Murcia), Robles lanzó una seria advertencia contra cualquier nuevo retraso que pudiera surgir. «La última información es que todo iba según lo previsto –aseguró–. No solo no tengo constancia, sino que para el Ministerio de Defensa es una exigencia que el submarino esté entregado antes de que acabe el año y quiero creer que Navantia va a cumplir con su compromiso. No acepto ningún retraso más. Entendemos que la seguridad es fundamental, y creo que bastante retraso lleva ya».
Fuentes de la compañía negaron a ABC que haya novedades respecto a los plazos de entrega y explicaron que siguen trabajando con la previsión de entregar el buque a la Armada antes de que finalice el año, como estaba previsto. También los trabajadores de la sociedad pública española se dieron por aludidos y el Comité de Empresa de Navantia en Cartagena envió una carta a la ministra rechazando que se les pueda cargar la responsabilidad de cualquier eventual retraso como consecuencia de sus enfrentamientos con la patronal. «¿Cómo se puede culpar a la plantilla de poner en riesgo un proyecto que consideramos nuestro cuando somos los primeros interesados en su consecución de objetivo?», ahondaron sobre el programa.
ABC PILAR DE LA CUESTA
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