05 junio 2020

Como maniobran los submarinos en las profundidades

Un submarino tiene depósitos de agua. Cuando quiere subir, expulsa agua de sus depósitos. Esto hace que disminuya su peso. Cuando el peso se hace menor que el empuje (constante) el submarino sube. Para bajar hace la maniobra opuesta: deja entrar agua a los depósitos.
El fundamento de este peculiar medio de transporte descansa en el Principio de Arquímedes, es decir, todo cuerpo parcial o totalmente sumergido en un fluido es empujado hacia arriba con una fuerza igual al peso del volumen del agua que dicho cuerpo desplaza. Los submarinos, como los barcos, tienen flotabilidad positiva debido a que su densidad, al ser menor que la del agua, genera un empuje hacia la superficie. Por tanto, para hundirse requieren una densidad mayor que la del agua, algo que consiguen inundando con agua una serie de tanques llamados lastres situados en la parte delantera y trasera. Para emerger de nuevo vacían los tanques con unas bombas especiales e inyectan aire. Aunque en los últimos años algunos países, como Japón o China, han desarrollado sumergibles capaces de descender por debajo de 10.000 metros, los grandes submarinos no suelen superar los 600 metros de profundidad. Más allá, la diferencia entre la presión del mar y la presión atmosférica del interior es excesiva para los cascos de acero o titanio de estas naves. De hecho, durante la Segunda Guerra Mundial se extendieron los submarinos con doble casco: uno ligero exterior para facilitar la navegación y otro duro interior pensado para soportar la presión hidrostática.
Explicación:
Para navegar a gran profundidad, donde no existe visibilidad, los submarinos utilizan el sonar, un sistema de localización acústica que emite ondas y después analiza de qué manera rebotan. De esta manera, es posible detectar y determinar la distancia a la que se encuentra cualquier obstáculo. Es un mecanismo similar al que poseen los delfines


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