A sus 94 años José Deus (Mugardos, 1928) tiene una vida llena de éxitos e historias trepidantes que bien servirían como guión de una película épica del cine. Fue dado por desaparecido en dos ocasiones, salvó a la tripulación de un submarino y contribuyó al éxito de innumerables buques y del astillero de Astano.
Este Mugardés vivió ya de joven la tragedia cuando, con 17 años, fallecieron su madre y su tía en un accidente naval que nunca fue aclarado. Aunque se formó en sus primeros años como buceador, fue un amigo el que lo animó a presentarse a los exámenes para la Escuela de Bazán, donde sacó el número uno en taller y el dos en delineación. Empezaría allí una trayectoria que lo llevaría, entre otros, a la base de submarinos de Cartagena, donde diseñó, en otros, un submarino torpedo, “muy amplio, en el que cabían dos personas”.
Corría entonces la década de los 50 y fue precisamente en esos tiempos cuando viviría otro de los episodios épicos de su vida. Viajaba en un submarino, cerca del sur de África, cuando el comandante “se puso nervioso” y llevó la nave a 52 metros de profundidad, haciéndola encallar en el lecho marino. “El comandante se puso a llorar y dijo que íbamos a morir, así que decidí salir siguiendo los métodos para salir de grandes profundidades, buceé para sacar la boya y con ella pedí auxilio”, explica tranquilo.
Deus cuenta que estuvo a flote unas cuatro horas esperando hasta que los encontraron y llevaron al hospital porque “estaba demasiado congelado”. Su valor y templanza hizo que le concediesen la primera de las dos medallas de San Hermenegildo con las que sería condecorado. La segunda fue por salvar un buque metanero encallado en A Coruña. En esta ocasión también tuvo que hacer gala de sus aptitudes como buceador, ya que se arriesgó a bucear dentro de uno de los tanques del barco para sellar con unos trapos una grieta que impedía el achique del agua.
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