Uno de los temas que más ha dado que hablar respecto del armamento de los nuevos submarinos de la clase S-80 que Navantia construye para la Armada es el de los misiles que podrán lanzar. De hecho, se ha ido pasando por diferentes opciones. Cabe decir que estos sumergibles fueron construidos con la reserva de espacio y peso para embarcar los misiles Tomahawk, el rival directo de los Kalibr rusos. Actualmente, estos misiles están únicamente en poder de Estados Unidos y de Reino Unido, a los que ahora se unen Japón y Australia. Curiosamente, España estuvo también a punto de adquirirlos para armar las fragatas F-100 y los submarinos S-80. Así, el Gobierno se planteó adquirir el tipo Tac-Tom (Tomahawk Táctico o Bloque IV), un misil subsónico de ataque a tierra y menor alcance que sus antecesores estratégicos, pero dotado de sensibles mejoras, que permiten reprogramarlo en vuelo o elegir entre 15 blancos alternativos. Cada misil cuesta aproximadamente 750 000 euros, dinero al que hay que sumarle el costo de la preparación de la tripulación y adaptación de los sistemas.
A pesar de que se obtuvo el pertinente permiso de Washington, previa petición oficial del Gobierno de España, para la compra de 24 unidades, ampliables hasta 60, en octubre del año 2009 la entonces ministra de Defensa, Carme Chacón, comunicó al Pentágono que renunciaba definitivamente a la adquisición de misiles Tomahawk que fue pactada por su antecesor en el cargo, José Bono, en el año 2005, en plena crisis de relaciones entre la Administración Bush y el primer Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Por lo tanto, a corto plazo, los S-80 no irán armado con ellos.
Después se apostó por los Harpoon UGM-84 Block II, misiles antibuque con capacidad de ataque a tierra, equipados con un impulsor cohete de combustible sólido y encapsulados en un contenedor cilíndrico para realizar el lanzamiento en inmersión a través de un tubo lanzatorpedos. El alcance de los Harpoon es de unas 240 kilómetros e incorpora una cabeza de guerra con 220 kilos de explosivo, muy lejos de los 1.600 que alcanzan los Tomahawk y de los 2.600 de los Kalibr rusos, que vuelan a una velocidad de 3 Mach.
Evidentemente, los Harpoon, pese a que los S-80 estaba previsto que fuesen los primeros sumergibles de la Armada en disponer de esta capacidad, juegan en otra liga respecto de los Tomahawk y de los misiles rusos y están más pensados para objetivos portuarios en tierra o defensas costeras que para ser una amenaza real para objetivos en el interior de países enemigos, como una base militar, un silo o cualquier otro blanco estratégico.
Sin embargo, parece ser que, finalmente, los submarinos S-80 españoles tampoco lanzarán misiles sub-Harpoon de Boeing como estaba previsto, a pesar de que la compañía estadounidense se adjudicó en 2021 el contrato para la integración del misil en los S-80 por un importe de 4,5 millones de euros. El contrato, gestionado a través del programa FMS (Foreign Military Sales), llegó a aparecer publicado en Sam.gov, una página oficial del Gobierno de Estados Unidos, con fecha de adjudicación del 18 de agosto del mencionado año. La Armada ha tomado esta decisión después de comunicar recientemente la US Navy el final del programa sub-Harpoon y la retirada de este misil en servicio a medio plazo.
La apuesta ahora es el misil antibuque NSM de la noruega Kongsberg Defence Aerospace (KAD), adquirido ya por España para las futuras fragatas F-100. La Armada ha encargado a Navantia un estudio técnico para la integración en la serie S-80 de la versión del NSM (Naval Strike Missile) diseñada para el lanzamiento desde submarinos.
El contrato tiene un presupuesto de 240.000 euros. La Armada ya adjudicó hace un año una primera licitación de casi medio millón de euros a Navantia para las actividades de integración preliminares de este misil en los nuevos sumergibles. La gran novedad ahora es que el nuevo expediente deja claro que el sub-Harpoon y el NSM no convivirán.
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