China continúa destacando en la carrera armamentística mundial con el desarrollo de tecnologías militares avanzadas. Recientemente, en una de las ferias más importantes del país, el Zhuhai Airshow, la Corporación Estatal de Construcción Naval de China presentó un sorprendente submarino no tripulado que promete revolucionar las capacidades navales del país. Este "submarino autónomo" combina autonomía, versatilidad y diseño avanzado para llevar a cabo una variedad de misiones tácticas en aguas costeras y abiertas que pueden poner en jaque a sus rivales en las posibles guerras del futuro.
Además, China está demostrando un poderío fuera de toda duda en el desarrollo de su Armada. Las operaciones navales del país se están viendo fortalecidas por nuevos y misteriosos portaaviones que se han encontrado por satélite. Además, también hay un interés de innovación en sus barcos comerciales como los cargueros con propulsión nuclear.
Un diseño versátil y estratégico
El submarino, oficialmente denominado "pequeño submarino no tripulado para operaciones especiales", es un dron submarino de gran tamaño que opera con propulsión diésel-eléctrica. Su longitud varía entre 38 y 43 metros, dependiendo de la configuración, y puede alcanzar profundidades de operación de entre 300 y 450 metros. Con un desplazamiento de 380 a 450 toneladas en superficie, está diseñado para ser altamente configurable, lo que le permite cumplir con una amplia gama de misiones. Puede desempeñar funciones tan diversas como ataques a embarcaciones enemigas, colocación de minas submarinas, apoyo a operaciones especiales y actuar como nave nodriza para vehículos submarinos no tripulados (UUVs). Esta flexibilidad lo convierte en una herramienta crucial para una armada que busca maximizar sus capacidades tácticas manteniendo costes relativamente bajos, pero que además puede tener otras tareas que no necesariamente tienen enfoques bélicos.
Como explican desde el medio The Warzone el diseño del submarino fantasma rompe con los esquemas tradicionales al prescindir de la vela convencional y adoptar una discreta joroba dorsal, lo que mejora su aerodinámica y reduce su perfil en el agua. Además, incluye un mástil retráctil similar al de los UUVs más avanzados, como el Orca de Boeing, que permite la comunicación y transmisión de datos mediante enlaces satelitales y acústicos. Un modelo interno revelado en la presentación muestra un tubo lanzatorpedos, un sistema de propulsión con una hélice simple sin cubierta, y un conjunto de baterías centralizado que alimenta sus sistemas. Estas características hacen de este submarino una plataforma tecnológica avanzada, capaz de operar a largas distancias con un control remoto eficiente.
El submarino está disponible en tres configuraciones principales. La primera permite cargar entre 8 y 12 torpedos o misiles lanzados desde tubos, lo que lo hace ideal para misiones ofensivas contra embarcaciones enemigas. La segunda está diseñada para transportar entre 6 y 8 buzos de operaciones especiales con su equipo, permitiendo el despliegue en misiones de infiltración o rescate. La tercera configuración puede acomodar entre 8 y 12 minas submarinas o actuar como nave nodriza para hasta 4 UUVs grandes o un número indeterminado de otros más pequeños. Que sea tan personalizable convierte a este submarino en un todoterreno de las aguas.
Si bien el desarrollo de submarinos autónomos como el chino destaca por su innovación, en Europa también se están realizando importantes avances. En el caso de España, la Armada cuenta actualmente con los submarinos de la clase S-80 construidos por Navantia, que representan un salto tecnológico crucial. Gracias a su sistema de propulsión independiente del aire (AIP, por sus siglas en inglés), estos submarinos convencionales pueden permanecer sumergidos durante semanas, lo que los acerca en operatividad a los submarinos nucleares. Aunque España no dispone de submarinos autónomos como el modelo chino, estos avances en los S-80 refuerzan la capacidad de la Armada para misiones de largo alcance y mayor discreción. Las armadas son cada vez más competitivas y la empresa pública española no quiere quedarse atrás.
El rendimiento operativo del submarino chino también es tan destacable como todo lo demás. Puede alcanzar una velocidad máxima de 20 nudos (unos 37 kilómetros por hora) y mantener una velocidad de crucero de 6 a 8 nudos, ya sea en superficie o bajo el agua. Su autonomía es impresionante, con un alcance de hasta 10.000 millas náuticas en superficie y 3.000 millas náuticas sumergido a una velocidad constante de 6 nudos. Aunque no se ha confirmado la duración exacta de sus misiones, está claro que este submarino va a ser muy eficaz para misiones en aguas distantes, y no solo en aquellas destinadas concretamente a la costa.
Sin embargo, su diseño no tiene como misión fundamental la reducción de firmas acústicas, lo que indica que está pensado para misiones tácticas específicas como bloqueos o apoyo a flotas, en lugar de infiltraciones furtivas, para las que sería mucho más interesante que su firma fuera más sigilosa con el objetivo de infiltrarse y pasar por debajo de los sónares enemigos. A pesar de esta limitación, su capacidad para operar en aguas costeras y abiertas le permite extender las líneas de vigilancia submarina y colaborar con flotas tripuladas, haciendo que tengan una ventaja táctica real a un coste tan reducido como cabe esperar.
Este desarrollo refleja el compromiso de China con la innovación militar y su capacidad para desafiar el dominio de otras potencias navales como Estados Unidos. Con el despliegue de este submarino, China plantea reforzar su posición como una de las principales potencias militares en el ámbito marítimo, pero también tiene una misión clara: avanzar hacia un control estratégico más amplio en las disputadas aguas de la región.
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