A pesar de la invasión en Ucrania y los incontables embargos, Rusia continúa desarrollando y rematando sus programas militares. El último de ellos tiene como protagonista al submarino K-329 Belgorod, el más largo del mundo, que acaba de integrarse dentro de la flota de sumergibles rusos. Este tipo de equipos, con escasa presencia en la Armada de España, son una de las plataformas de ataque y defensa más importantes de Moscú.
TECNOLOGÍA
Belgorod, el submarino más largo del mundo es ruso: parece científico pero ataca con drones
El sumergible, de 184 metros de eslora, acaba de entregarse oficialmente a la fuerza naval rusa para realizar labores científicas y espionaje.
13 julio, 2022 02:56A pesar de la invasión en Ucrania y los incontables embargos, Rusia continúa desarrollando y rematando sus programas militares. El último de ellos tiene como protagonista al submarino K-329 Belgorod, el más largo del mundo, que acaba de integrarse dentro de la flota de sumergibles rusos. Este tipo de equipos, con escasa presencia en la Armada de España, son una de las plataformas de ataque y defensa más importantes de Moscú.
La entrega del submarino se llevó a cabo el pasado 8 de julio con una gran ceremonia institucional mediante. En ella, se firmó el certificado de aceptación y transferencia de lo que Rusia ha denominado "submarino de investigación" a la fuerza naval, según un comunicado de Sevmash, el astillero encargado de la fabricación.
"El submarino Belgorod abre nuevas oportunidades para Rusia en la realización de diversos estudios, y permite diversas expediciones científicas y operaciones de rescate en las áreas más remotas del océano mundial", declaró Nikolai Evmenov, comandante general de la Armada rusa.
Espía de las profundidades
El proyecto original del submarino Belgorod data de principios de los 90 como un buque perteneciente a la clase Óscar II, una saga de sumergibles nucleares especialmente diseñados para lanzar misiles de crucero. La construcción comenzó en 1992 y poco tiempo después un grupo de militares comenzó los cursos de adiestramiento para formar la tripulación. Pero todo se truncó.
La caída de la Unión Soviética supuso un duro golpe a la economía de la Federación Rusa, que decidió detener los trabajos técnicos del submarino y suspender el proyecto temporalmente. Este frenazo a las inversiones en defensa también desencadenó el abandono de los trabajos de astillero del submarino Kursk, el hermano del Belgorod.
Tuvieron que pasar los peores años de la crisis postsoviética para que en 2006 Rusia reanudara la finalización de los trabajos de construcción. No sin antes rediseñar una buena parte del submarino para crear una plataforma de "proyectos especiales", tal y como afirmaron dirigentes militares de la época, permaneciendo buena parte del equipamiento en el más absoluto de los secretos.
El K-329 Belgorod se botó en abril de 2019 y comenzó una serie de comprobaciones en mar abierto en junio del 2021, colocándole como el submarino más nuevo de todos los que opera la fuerza naval rusa. Integrándose en la 29ª División Submarina, la rama operativa de la Dirección Principal de Investigación de Aguas Profundas.
Se espera que el Belgorod se convierta también en nave nodriza de otros submarinos más pequeños. Uno de ellos es el Losharik de 70 metros de eslora que sufrió un accidente fatal en 2019 —14 fallecidos— y que promete arreglarse para integrarse en el nuevo equipo.
Este último tomará la tarea de lo que en Rusia llaman "guerra de fondo marino" junto con un segundo submarino no tripulado llamado Klavesin. Este tipo de operaciones consisten en el despliegue de sensores en zonas estratégicas y de paso embarcaciones no aliadas —en este caso la OTAN— con el fin de conocer los movimientos de las tropas. También en la intervención de las telecomunicaciones en los cables de fibra óptica oceánicos.
El Belgorod tiene una eslora de 184 metros por 15 metros de diámetro y un desplazamiento que —en inmersión— puede llegar a las 30.000 toneladas. Cuenta con un par de reactores nucleares que le proporcionan 190 MW a dos ejes y le permiten alcanzar unos 59 km/h en la superficie.
La entrega del submarino se llevó a cabo el pasado 8 de julio con una gran ceremonia institucional mediante. En ella, se firmó el certificado de aceptación y transferencia de lo que Rusia ha denominado "submarino de investigación" a la fuerza naval, según un comunicado de Sevmash, el astillero encargado de la fabricación.
Está "diseñado para resolver diversos problemas científicos y realizar operaciones de búsqueda y rescate, y también se puede utilizar como vehículo de rescate en aguas profundas y de submarinos autónomos no tripulados", recogen.
"El submarino Belgorod abre nuevas oportunidades para Rusia en la realización de diversos estudios, y permite diversas expediciones científicas y operaciones de rescate en las áreas más remotas del océano mundial", declaró Nikolai Evmenov, comandante general de la Armada rusa.
Espía de las profundidades
El proyecto original del submarino Belgorod data de principios de los 90 como un buque perteneciente a la clase Óscar II, una saga de sumergibles nucleares especialmente diseñados para lanzar misiles de crucero. La construcción comenzó en 1992 y poco tiempo después un grupo de militares comenzó los cursos de adiestramiento para formar la tripulación. Pero todo se truncó.
La caída de la Unión Soviética supuso un duro golpe a la economía de la Federación Rusa, que decidió detener los trabajos técnicos del submarino y suspender el proyecto temporalmente. Este frenazo a las inversiones en defensa también desencadenó el abandono de los trabajos de astillero del submarino Kursk, el hermano del Belgorod.
Tuvieron que pasar los peores años de la crisis postsoviética para que en 2006 Rusia reanudara la finalización de los trabajos de construcción. No sin antes rediseñar una buena parte del submarino para crear una plataforma de "proyectos especiales", tal y como afirmaron dirigentes militares de la época, permaneciendo buena parte del equipamiento en el más absoluto de los secretos.
El K-329 Belgorod se botó en abril de 2019 y comenzó una serie de comprobaciones en mar abierto en junio del 2021, colocándole como el submarino más nuevo de todos los que opera la fuerza naval rusa. Integrándose en la 29ª División Submarina, la rama operativa de la Dirección Principal de Investigación de Aguas Profundas.
Se espera que el Belgorod se convierta también en nave nodriza de otros submarinos más pequeños. Uno de ellos es el Losharik de 70 metros de eslora que sufrió un accidente fatal en 2019 —14 fallecidos— y que promete arreglarse para integrarse en el nuevo equipo.
Este último tomará la tarea de lo que en Rusia llaman "guerra de fondo marino" junto con un segundo submarino no tripulado llamado Klavesin. Este tipo de operaciones consisten en el despliegue de sensores en zonas estratégicas y de paso embarcaciones no aliadas —en este caso la OTAN— con el fin de conocer los movimientos de las tropas. También en la intervención de las telecomunicaciones en los cables de fibra óptica oceánicos.
El Belgorod tiene una eslora de 184 metros por 15 metros de diámetro y un desplazamiento que —en inmersión— puede llegar a las 30.000 toneladas. Cuenta con un par de reactores nucleares que le proporcionan 190 MW a dos ejes y le permiten alcanzar unos 59 km/h en la superficie.
Con una autonomía por parte del propulsor ilimitada, se estima que la vida a bordo se puede alargar durante 120 días con una tripulación de 110 personas. Algunas estimaciones sitúan la capacidad de inmersión en unos 500 o 520 metros de profundidad.
Torpedo sin límites
Las modificaciones respecto al resto de submarinos de la clase Oscar II permanecen todavía en secreto y solo algunas se han revelado debido a filtraciones —se desconoce si intencionadas por parte de Moscú—. La más importante se produjo en un vídeo publicado por estamentos militares en 2015, donde se puede ver una imagen del submarino Belgorod junto al arma Status-6, tal y como recoge H I Sutton.
La Status-6 fue posteriormente rebautizada como Poseidón y conforma uno de los sistemas armamentísticos más importantes y secretos de Rusia. Se ha calificado como un dron submarino que consigue una autonomía ilimitada gracias a un sistema de propulsión nuclear del que no se sabe absolutamente nada y que se convierte en torpedo en el momento necesario.
Según algunas estimaciones, el Poseidón tiene una longitud de unos 20 metros por 2 de diámetro y se sitúa como el torpedo con mayor longitud jamás creado. Aproximadamente el doble de largo que un misil balístico lanzado desde un submarino y 30 veces mayor que un torpedo pesado de tamaño regular. El Belgorod será capaz de acarrear 6 Poseidón.
Este tipo de torpedo forma parte del arsenal de disuasión nuclear ruso y se ha diseñado como un arma de segundo golpe o arma de contraataque. Pudiendo llegar a ciudades costeras estadounidenses como Los Ángeles o Nueva York cargado de ojivas nucleares. Un pilar fundamental de su tecnología es que es totalmente independiente de los sistemas de posicionamiento o de la cobertura satelital.
Algunos reportes no oficiales le sitúan en una velocidad máxima de 100 kilómetros por hora —otros dícen que 185 km/h— con una inmersión de hasta 1.000 metros. Confiriéndole propiedades furtivas que prácticamente le harán pasar de largo de cualquier defensa marítima y así poder atacar ciudades o instalaciones costeras.
Fuentes oficiales rusas también lo han descrito como una plataforma multipropósito capaz de atacar a conjuntos de barcos, aunque su uso contra objetivos en movimiento no está probado. Lo que sí parece claro es que Rusia podría desplegar este tipo de drones fuera de submarinos o barcos, emplazándolos en el lecho marino a la espera de recibir órdenes para atacar.
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