El día 15 de enero de 2003 hacía su entrada al puerto de Barcelona, por última vez, el submarino Narval (S-64) de la Armada española al mando del capitán de corbeta D. Mauricio de la Gándara y García. El submarino fue conducido hábilmente con ayuda del práctico hacia el interior del puerto en donde tenía reservado para él un amarre en el Muelle del Maremagnum, allí amarró sus cabos de babor hasta el día 17 de enero.
El Narval se encontraba realizando un crucero de despedida como paso previo a su baja definitiva de la Lista Oficial de Buques de la Armada y durante esta breve escala, el público que lo deseara, pudo visitarlo y despedirse de él.
Este submarino perteneció a la clase Daphné de submarinos de origen francés y su adquisición supuso un revulsivo para la Armada española así como para los astilleros españoles que no construían un submarino propio desde 1933.
La clase Delfín
La adquisición de estos submarinos se originó en el lejano Plan General de la Armada de 1965, entre otros proyectos se propuso la adquisición o construcción de dos portaaviones, dos cruceros, cuarenta escoltas entre destructores y fragatas y se incluían ocho submarinos.
La industria naval española no construía submarinos desde la lejana clase D y se barajaron distintos proyectos extranjeros, algunos de ellos fueron los submarinos ingleses de la clase Oberon o los Dolfijn holandeses, pero hubo otro proyecto que parecía que se adaptaba más a las necesidades de la Armada, estos eran los nuevos submarinos de la clase Daphné francesa.
Finalmente se aprobó la adquisición de cuatro submarinos que se construirían en las instalaciones de la Empresa Nacional Bazán en Cartagena con la asistencia francesa constituyendo una nueva clase en la Armada denominada Delfín.
Estos nuevos submarinos serían los sustitutos perfectos de los dos supervivientes de la clase D (D-2 y D-3), al solitario de la clase G (G-7) y al apodado como «el treinta y único» el submarino Almirante García de los Reyes (S-31).
Los componentes de esta nueva clase recibirían los nombres de animales marinos siendo el cabeza de serie el Delfín (S-61), seguido por el Tonina (S-62), Marsopa (S-63) y Narval (S-64), todos ellos con base en Cartagena.
Los Daphné se caracterizaron por tener unas grandes dotes para las misiones antisubmarinas gracias a su sigilo, su gran panoplia de armas y sensores embarcados. Su cota máxima de inmersión era superior a los 300 metros y la de colapso de 575 metros.
La Armada española no fue la única en adquirirlos, además de la francesa con 11 unidades las marinas de Pakistán (4), Portugal (4) y República Sudafricana (3) también se hicieron con ellos.
Y uno de ellos fue probado en combate, el Hangor (S-131) pakistaní que hundió a la fragata Khukri (F-149) de la marina de la India.
En 1975 se abrieron negociaciones para la venta de cuatro submarinos construidos en España para Libia, pero por problemas polítco-económicos la venta fue cancelada; algo similar sucedió con la posibilidad de la construcción de otros tres submarinos para Sudáfrica a principios de los años ’80, en este caso la política anti-apartheid del gobierno español canceló la operación en favor de astilleros franceses.
El Narval
Debe su nombre por una especie de cetáceo que habita en los mares del Ártico y el norte del Océano Atlántico cuya característica física más notable es la de poseer, los machos, un largo colmillo retorcido que puede llegar a medir dos metros de longitud.
Fue construido por los astilleros de la Empresa Nacional Bazán en Cartagena, siendo botado el 14 de diciembre de 1972 y entregado a la Armada el 22 de noviembre de 1975.
Desplazaba 869 toneladas en superficie y 1.043 toneladas en inmersión, su eslora era de 58,8 metros por 6,75 metros de manga y 5,25 metros de calado máximo.
Era propulsado por dos motores diesel SEMT-Pielstick 12 PA 4V 185 de 1.224 hp. y dos motores eléctricos Jeumont-Schneider de 1.300 bhp. Su velocidad máxima era de 13,5 nudos en superficie o 9,8 nudos con snorkel y 16 nudos en inmersión durante breves periodos.
Su autonomía dependía del tipo de navegación con unas 2.464 millas náuticas a 11,2 nudos, 4.500 millas a 5 nudos o 26,57 millas con baterías a 13,6 nudos. Disponía de víveres para 30 días, oxígeno para 206 horas y carga eléctrica en sus baterías para 56 horas. Cota de inmersión de más de 300 metros. Dotación, 54 tripulantes entre oficiales, suboficiales y marineros.
Su armamento constaba de 12 tubos lanzatorpedos de 550 mm. sin torpedos de reserva, 8 tubos en proa y 4 en popa, para lanzar torpedos de los tipos F-17 Mod. 2, F-17 filoguiados, E-18 y L-5 Mod. 4 cortos, así mismo era capaz de desplegar minas Thomson-Sintra MCC-23D/TSM3510.
Sus sistemas electrónicos principales constaban de un sonar activo/pasivo DUUA-2A en el domo de proa y otro pasivo DSUV-22A, un telémetro acústico pasivo CIT-Alcatel DUUX-2, un radar DRUA-31 o -33A, sus sistemas de contramedidas electrónicas incluían el ESM Thorn EMI Manta, un detector de radar ARUR-10B. Otros equipos eran un goniómetro DUUG-1 y un analizador de frecuencia AUUD; sistemas de transmisión mediante HF y VUHF, dos teléfonos submarinos BF/UF, sondadores para pequeña y gran profundidad, radio navegador Decca/Loran, compás giroscópico y magnético, baticelerímetro y un emisor/receptor IFF.
A su entrada al servicio activo participó en numerosos ejercicios tanto nacionales como extranjeros, recibiendo su bandera de combate en Valencia el 24 de marzo de 1979 donada por la Diputación Provincial de Valencia, pero antes tuvo que sufrir uno de los mayores sobresaltos de la Armada desde el trágico accidente del submarino C-4 en junio de 1946.
La tarde del 10 de junio de 1976 el submarino Narval se encontraba realizando unos ejercicios en el Mar Balear junto a la 21ª Escuadrilla de escoltas. En inmersión a más de 200 metros de profundidad el submarino sufrió una vía de agua al saltar una válvula, la presión que ejercía el mar sobre el casco era de más de 20 atmósferas lo que provocó que se pulverizara el agua.
El capitán de corbeta Roberto Asuar no lo dudó ni un instante y siguió las instrucciones al pie de la letra, soltar los lastres de plomo e iniciar una emersión de emergencia. El submarino se desprendió de golpe de 8,65 toneladas de lastre en forma de lingotes de plomo sin contar los tanques de lastre que se soplaron, al variar la altura metacéntrica y el peso de la quilla hizo que la vela actuara como un timón provocando que el Narval ascendiera de las profundidades como un caballo desbocado dando bandazos con inclinaciones de hasta 60 grados. A estas dificultades hay que añadir que una emersión de este tipo se hace a ciegas sin saber exactamente que hay en el exterior. El contacto con la superficie no fue menos suave, experimentando dotación y submarino el famoso salto de «ballena herida» y por fortuna no había ningún buque en las proximidades.
Salto de la «ballena herida» efectuado por un submarino holandés, vía usuario Niepi de Youtube
No cabe duda que la rápida actuación del comandante salvó al submarino y a su tripulación, evitando de esta manera engrosar la lista de víctimas de sus hermanos franceses.
El Narval fue protagonista de un hito en la Armada española, en diciembre de 1979 consiguió cruzar el Estrecho de Gibraltar a una cota superior a la periscópica en ambas direcciones, hasta ese momento tan sólo se había logrado en una dirección y a cota periscópica.
Y un hermano suyo, el Tonina, en noviembre de 1973 batió el record de permanencia en inmersión con 21 días en el trayecto de Tolón a Cartagena.
Otros hermanos de serie también tuvieron sus sustos, este fue el caso del submarino Delfín, cuando estando en la base de Cartagena se le disparó un torpedo de uno de los tubos de popa, el ingenio navegó a lo largo de la dársena cartagenera durante 400 metros hasta chocar contra el muelle de la Empresa Nacional Bazán. Al investigar lo sucedido se descubrió que una acumulación inadvertida de gases más la apertura de la compuerta provocó que el torpedo saliera libre, eso sí, sin propulsión propia.
Las mascotas
El submarino Narval se salvó por una breve pero divertida moda de pintar los domos de proa en donde se alojaba el sonar DUUA-2A. Dicha moda se inició después de las obras de gran carena del submarino Tonina (S-62) en 1985, durante esta gran carena se modernizaron algunos de sus equipos y el más notable fue sustituir el sonar DUUA-1 por el más voluminoso DUUA-2, esto requería instalar un domo mayor en la proa por encima de la línea de flotación a fin de proteger la antena del sonar. Tal y como cuentan, mucho más ampliamente en este artículo de la página web de el Snorkel, un día apareció en su domo un popeye pintado que entre sus manos sostenía un barco partido en dos, la moda se extendió al Delfín con evidentemente un delfín al que más tarde se le añadió una pipa y el Marsopa con un penitente típico de Semana Santa. Para la gran carena del Narval la moda ya estaba extinta y no hubo opción de verlo lucir con su mascota.
Los submarinos de la clase Delfín se mantuvieron operativos hasta los años 2003 a 2006, siendo los Delfín y Narval los primeros en causar baja en 2003, seguidos del Tonina en 2005 y del Marsopa en 2006.
Todos fueron desguazados menos uno, el Delfín que permanece atracado en el puerto de Torrevieja como museo flotante y en continua exposición.
Más información:
Puesta a flote del submarino Narval (S-64) en La Vanguardia española del 4 de diciembre de 1974.
Buques de la Armada española, Historiales (1700-2014) Ed. Fundación Alvargonzález
Artículo de Cristina Coello del 21 de enero de 2003 en La Voz de Galicia «El fin del submarino que nunca combatió»
Artículo en la Wikipedia sobre los Planes navales de la Armada Española
Documentación y archivos personales de Camil Busquets en custodia del Museo Marítimo de Barcelona
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