CARTAGENA. Queda menos de un mes para que la Armada reciba de manos de Navantia el primero de la serie de los submarinos S-80, con los que entrará en una nueva época del arma submarina. Tras años y años de retrasos, el primero de la serie, el Isaac Peral, encara la proa a su nueva vida defendiendo los intereses españoles.
Para este último mes están previstas las últimas pruebas de navegación de diversos sistemas como son el periscopio, radar, snorkel y los sonares con la participación del patrullero 'Atalaya', tal y como indicaba hace tan solo unos días, el portal especializado Defensa.com.
Añadía el mismo que se va a probar la capacidad de posarse en el fondo del mar una maniobra que se llevará frente a la costa de Mazarrón y las pruebas del sonar remolcado de SAES, para lo que se cuenta con el apoyo del veterano sumergible Galerna (S-71), que se dotará de un sistema productor de ruidos.
A mediados del pasado mes de octubre, superaba uno de los últimos hitos de seguridad antes de su entrega a la Armada, con la navegación a cota máxima operativa. De este modo, el submarino ha superado un hito de gran importancia y continuará realizando diversas pruebas hasta su entrega.
El programa de construcción de cuatro submarinos S-80 para la Armada constituye un enorme salto tecnológico para Navantia, para la Armada y para la industria española. Con la ejecución de este ambicioso programa, Navantia se convierte en Autoridad Técnica de Diseño y como tal participa en la nueva Oficina Técnica (OTACV) que implantará una nueva metodología de sostenimiento.
El diseño de un buque de este tipo es un trabajo de ingeniería altamente especializado y complejo que pone en valor la capacidad tecnológica de la industria naval del país. Se trata, como se ha explicado, de uno de los mayores retos a los que se puede enfrentar la ingeniería actual. Es, de hecho, el proyecto tecnológico más complejo que jamás se ha acometido en España.
En la actualidad son muy pocos los países que cuentan con la capacidad de diseñar y construir sus propios submarinos, y menos con este nivel de sofisticación. Resulta muy complicado solventar las dificultades intrínsecas del diseño de un sistema que debe ser capaz de operar de forma autónoma en entornos extremadamente hostiles durante largos períodos de tiempo, y que requiere de conocimientos altamente especializados en disciplinas muy diversas (materiales, hidrodinámica, mecánica, acústica, etc.), además de disponer de una base industrial y tecnológica de apoyo altamente cualificada y especializada. Por eso este es un club al que no ha accedido ni una decena de países en todo el mundo.
La Armada española volverá a contar con dos submarinos, tras la programada baja del “Tramontana” (S-74), que está en marcha tras la inmovilización de la Unidad en el Arsenal de Cartagena en julio de este año
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