El HMS Belfast es un crucero ligero que combatió con la
Marina Real británica desde 1938 a 1963. Entre 1941 y 1945, unos 1.400
cargueros, la mayoría británicos, surcaron la ruta del Ártico para
abastecer al entonces aliado ruso de armas y alimento. La Armada británica perdió 18 buques en la operación,
en la que el HMS Belfast jugó un papel clave. Su conversión en museo en
1971, a la sombra de la Torre de Londres, es un recordatorio permanente
al esfuerzo bélico de la nación en el conflicto. Está adscrito al Museo
de la Guerra Imperial (Imperial War Museum) de Londres. Y, en 2013,
recibió 332.000 visitantes, lo que le sitúa en el puesto 75 de la lista
de atracciones turísticas británicas.
El éxito de este intento británico de convertir la historia militar en cultura viva y destino turístico
se basa en tres condiciones. La primera es el respeto con el que la
gran mayoría de los británicos asume el deber de memoria de las guerras,
y de sus caídos. Cada año, el 11 de noviembre -aniversario del
armisticio de la Gran Guerra- llena las solapas de amapolas rojas en
recuerdo de los soldados británicos muertos en el frente. Una cultura de la Defensa y un aprecio a la labor de las Fuerzas Armadas que exige, claro, un consenso nacional todavía ausente en España.
Pero traducir ese patriotismo en turismo requiere mucho más
que marcar ciertas fechas en el calendario oficial. Exige, por
supuesto, inversión. Así, el Museo de la Marina Real británica,
con sede en Portsmouth -el puerto que todavía hoy alberga la mayor
parte de la flota británica- acaba de reabrir al público el último
submarino de la Segunda Guerra Mundial que se conserva, tras una
inversión de 8,5 millones de euros. El HMS Alliance es el último de la
clase Amphion, con su alargado diseño para las travesías en el Lejano
Oriente.
La restauración del exterior y del interior, y la
reactivación de muchos de los sistemas originales de la embarcación, han
sido posibles gracias a la movilización de financiación pública y privada. Su
reapertura ha coincidido con la inauguración de la nueva exposición
permanente del museo de la Armada británica, que cuenta ahora con los
medios interactivos y audiovisuales más avanzados gracias a a una
inversión de 5,5 millones.
Aquí reside el gran secreto del sofisticado arte británico
de convertir la conciencia nacional en pasatiempos compartido: los
contenidos. En este sentido, las atracciones, como el HMS Belfast, de
temática militar se benefician del avanzado «know-how» de las
pinacotecas y museos del Reino Unido, especialistas en el diseño y
montaje de exposiciones interesantes y relevantes para el público
general, con un marcado acento familiar. El HMS Belfast, por ejemplo,
organizará el fin de semana del 24-25 de mayo unas jornadas familiares para conmemorar el 70 aniversario del Desembarco de Normandía.
En junio, los niños podrán participar en una actividad matemática que
les enseñará a descifrar rutas y códigos del enemigo como hacía la
tripulación del Belfast en sus largas y peligrosas travesías por el
Ártico. La entrada al HMS Belfast cuesta 15,5 libras (19 euros).
ABC.es
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