Fuentes estadounidenses confirmaban hace cuatro años que Rusia estaba desarrollando un torpedo termonuclear gigante de 100 megatones de potencia. Podría generar un tsunami de 500 metros de altura y destruir por completo cualquier ciudad.
Se sabía de su existencia. Al menos los rumores estaban ahí. En 2016 se oyó hablar por primera vez del Status-6 en los medios de comunicación rusos, que posteriormente fue “bautizado” como “Poseidón”. Se supone que se filtró por error después de que en noviembre de 2015, durante un reunión entre el presidente ruso, Vladimir Putin, y miembros del Ministerio de Defensa de este país, un cámara grabase una de las páginas en las que se hablaba del proyecto.
Ahora, fuentes estadounidenses no solo confirman que, efectivamente,Rusia estaba desarrollando un torpedo termonuclear gigante de 100 megatones de potencia, más del doble que el arma nuclear más poderosa detonada hasta la fecha, sino que podría estar trabajando en convertirla en un arma táctica, menos potente de cara a objetivos concretos.
El torpedo del juicio final, como ya ha empezado a ser conocido, sería una especie de minisubmarino robótico que alcanzaría una velocidad de 100 nudos (unos 185 kilómetros por hora) y tendría un alcance de hasta 10.000 kilómetros, siendo la profundidad máxima de operación de 1.000 metros.
La profundidad puede ser de unos 50 a 100 metros para no ser detectado en el modo de sigilo de baja velocidad. Se prefiere la profundidad baja en modo sigiloso porque las ondas de sonido se mueven hacia el fondo del océano y reducen el radio de detección. Los submarinos utilizan la misma estrategia en modo de funcionamiento silencioso. Tiene entre 1,6 y 2 metros de diámetro y 24 metros de largo.
El Status-6, que podrían incluso incorporar cobalto-60, un elemento altamente radioactivo que deja las áreas que contamina inhabitables para el ser humano durante un periodo de hasta 100 años,alcanzaría la costa del país al que vaya dirigido y podría generar un tsunami de 500 metros de altura, de tal modo que podría destruir por completo cualquier ciudad causando una profunda devastación tierra adentro.
El problema añadido es que, mientras que las fuerzas armadas estadounidenses tienen tecnología suficiente para que un sistema antimisiles neutralice una amenaza desde el aire, incluso aunque sea lanzada desde un submarino, en este caso, al tratarse de un arma submarina no tripulada, no existe ningún dispositivo, al menos conocido, ni sistema capaz de “parar” el Status-6.
A diferencia de los misiles balísticos, el torpedo del juicio final no emite señales de advertencia a los enemigos. Además, aunque fuese interceptado en aguas cercanas a la costa del país “objetivo”, su detonación sería lo suficientemente destructiva como para provocar también daños enormes, pues generaría un tsunami en cualquier caso: sería capaz de provocar olas de entre 101 y 228 metros de altura a una distancia de 18,5 kilómetros del epicentro de la explosión.
Lo peor de todo es que la versión táctica sobre la que podría haber estado trabajando el Gobierno de Putin sería menos destructiva, pero más rápida y mantener aún así capacidades para destruir grupos de ataque de portaaviones enemigos, bases militares, sitios de despliegue de submarinos nucleares y otros objetos ubicados en la costa, lo cual puede llegar a hacer pensar que Moscú estuviera pensando en utilizar en la costa del Mar Negro de Ucrania, actualmente objetivo de la invasión a este país por parte de las tropas rusas.
El poder del dron submarino nuclear “Status-6″, por mucho que se convierta en un arma táctica, sigue siendo demasiado potente para atacar objetivos individuales, sin embargo, la versión táctica sí permitirá barrer objetivos enemigos durante varias horas o incluso minutos. De hecho, si se lanza no es imprescindible que se lance desde un vehículo submarino y, una vez disparado, solo necesita seguir rutas predeterminadas, lo cual le hace idóneo para destruir bases militares y otras instalaciones enemigas.
En enero de 2019, la Armada rusa anunció planes para adquirir al menos 30 de estos vehículos submarinos no tripulados bautizados como Poseidon y un año más tarde el Ministerio de Defensa ruso publicó un video que mostraba un Poseidón siendo lanzado de prueba por un submarino de propósito especial B-90 Sarov.
Según anunció la Agencia Tass el pasado año, las base de despliegue de los drones submarinos Poseidón estarían plenamente operativas este año y, de hecho, imágenes por satélite muestran su existencia.
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