19 agosto 2017

La tragedia del Kursk, diecisiete años de la muerte de sus 118 tripulantes


A diecisiete años de la muerte absurda de 118 submarinistas.
El desastre submarino de Kursk todavía, diecisiete años después, es la tragedia naval más grande que haya ocurrido jamás en la Federación de Rusia en tiempos de paz. El país había estado experimentando mucha agitación política en los años 90 después del colapso de la Unión Soviética, y entró en el nuevo milenio de manera trágica.

El submarino Kursk (K-141), de clase Oscar, un submarino de propulsión nuclear, llamado así por la famosa batalla de tanques de la Segunda Guerra Mundial, se hundió el 12 de agosto de 2000, hoy hace exactamente 17 años ( curiosamente también era sábado), en el Mar de Barents, al norte de Rusia. Toda la tripulación del Kursk murió en el fondo del mar, principalmente debido a la falta de medidas de seguridad a bordo y la absoluta falta de preparación para afrontar situaciones de emergencia.

El desastre ocurrió durante un gran ejercicio naval realizado por la Marina rusa. Fue el primer ejercicio importante en 10 años y una oportunidad para demostrar que el sucesor del ejército soviético era capaz de responder a amenazas potenciales y seguía siendo un oponente digno de tener en cuenta. El ejercicio incluyó a 30 naves y tres submarinos. Aunque no es habitual que los submarinos porten armas de combate durante este entrenamiento, el Kursk fue armado con 18 torpedos anti-buque y 22 misiles de crucero.

Foto: El submarino Kursk una vez reflotado reposa en el dique seco para ser desguazado
Justo antes del accidente, los marineros del Kursk eran considerados como la mejor tripulación de la Flota del Norte. El submarino en sí, era considerado insumergible y capaz de soportar un impacto de torpedo directo. Se afirmaba que Kursk era capaz de enfrentarse a formaciones enteras de portaaviones estadounidenses.

Según se afirma en la versión oficial, aparentemente, uno de los torpedos a bordo del Kursk fue dañado durante el transporte y estaba goteando combustible. Es posible que sea cierto ya que varias fuentes más tarde afirmaron que fueron testigos de cuando el torpedo cayó al suelo. Sin embargo, a pesar de ello, fue cargado en el submarino. Este torpedo en particular no estaba armado y por ello, durante las tareas de inspección se le prestó poca atención y la fuga pasó desapercibida.

Los oficiales descuidaron las revisiones del material que era embarcado, porque el ejercicio era la prioridad principal, y todo tenía que salir de conformidad a lo previsto sin excusas ni incidentes y de conformidad al horario preestablecido. El alto mando naval había estado involucrado en escándalos de corrupción y se había descuidado totalmente las cuestiones de mantenimiento de los equipos navales de la marina rusa. El destino de los marineros quedó así sellado.

La fuga de combustible provocó la explosión inicial. Dos minutos y 14 segundos después de la primera explosión en el compartimiento de torpedos, el fuego que se había desencadenado provocó una segunda explosión de cinco a siete ojivas de torpedo reales listas para ser disparadas.

Las lecturas sísmicas de las explosiones submarinas fueron registradas por un estación sismológica noruega a las 11: 29h del sábado 12 de agosto de 2000. El mando ruso perdió el contacto con el Kursk inmediatamente después de las explosiones, pero ni siquiera reconoció ese extremo durante más de seis horas. Después de que se hizo evidente que algo andaba mal, se organizó una operación de rescate, pero ni siquiera lograron localizar la ubicación del submarino durante el primer día.

Mientras tanto, el Kremlin fue informado del acaecimiento el día después de que ocurriera. Vladimir Putin, que estaba en su primer año de presidencia, ordenó, en primer lugar, que se asegurara que el ejercicio se continuaba realizando conforme estaba planeado para que el resto del mundo no dudara de la efectividad de las Fuerzas Armadas rusas, incluso mientras se autorizaba la búsqueda del submarino desaparecido. El domingo 13 de agosto, los funcionarios de las fuerzas armadas trataron de ocultar el accidente, emitiendo una declaración de prensa en la que se afirmaba que el ejercicio se estaba realizando a plena satisfacción, con la excepción del submarino Kursk, que había sufrido “dificultades técnicas de menor entidad”. Sabían que el submarino estaba accidentado, pero temían dar cualquier información sobre él, ya que ni ellos mismos sabían que estaba pasando realmente.

Foto: El monumento al submarino Kursk. Autor: Wikipedia.
Las familias de los hombres desaparecidos empezaron a mostrar signos de preocupación. Ninguno de los tripulantes había dado la más mínima señal de vida, y un sentimiento escalofriante resonó alrededor de la Base Naval de Vidyaevo, que era el hogar de los hombres del Kursk. Las autoridades trataron de maquillar la situación ofreciendo a las familias varias historias engañosas sobre una interrupción temporal de la comunicación, pero ninguna de ellas era mínimamente plausible. Era obvio que algo estaba pasando bajo la superficie del mar.

El caso del Kursk se estaba convirtiendo poco a poco en un escándalo de nivel internacional. Desde que los noruegos recogieron las lecturas que indicaban claramente que se había producido una explosión submarina en el Mar de Barents, el gobierno británico junto con el de los Estados Unidos, Noruega, Israel, Francia, Alemania e Italia ofrecieron su ayuda. Los rusos rechazaron la oferta, alegando que una operación rusa de rescate estaba en marcha y que lo tenían todo estaba bajo control.

Por fin, una fuente anónima del gobierno se atrevió a afirmar que el Kursk estaba gravemente dañado debido a una colisión con un submarino de la OTAN, lo que resultó ser un acto de paranoia para cubrir la total desvergüenza de una chapuza inconmensurable. Sin embargo, esta afirmación alimentó la posición rusa de rechazar cualquier ayuda extranjera.

El lunes 14 de agosto se realizó la primera declaración oficial. La Marina comunicó a la prensa que el submarino había "descendido hasta el suelo del océano y estaba posado allí", que habían establecido contacto con la tripulación, estaban bombeando aire y energía a la nave, y que todos a bordo estaban vivos.


Foto: Una parte de una nota escrita por el capitán de corbeta Dmitri Kolesnikov, encontrada en su cuerpo en el noveno compartimiento. "12.08.2000 15:15 Esta oscuro, es difícil escribir, pero lo intentaré. Parece que no hay posibilidades, calculo que de un 10 a un 20 por ciento. Esperemos que alguien lea esto. Aquí está una lista del personal de las diferentes secciones que están en la novena (sección) y tratará de salir. Hola a todos, no hay necesidad de desesperación. Kolesnikov". Autor. Wikipedia.

La presión mediática estaba aumentando, ya que el gobierno ruso seguía empecinado en engañar al público. Cuatro días después del accidente, algunos de los oficiales de la Marina seguían afirmando que el Kursk fue dañado después de golpear una vieja mina submarina que databa de la época de la Segunda Guerra Mundial.

El pueblo ruso y el público internacional estaba furioso. Miembros de las familias de los tripulantes protestaron, pidiendo información adicional, ya que estaban siendo ninguneados. Algunos de los miembros de las familias no fueron ni siquiera informados por las autoridades y únicamente tuvieron conocimiento sobre el destino de sus maridos, hijos y hermanos a través de los periódicos.

Mientras tanto, todos los intentos de rescate fracasaron debido a las malas condiciones meteorológicas y la utilización de un equipo totalmente obsoleto e inadecuado. Los equipos de rescate y buceadores británicos y noruegos finalmente obtuvieron la autorización para ayudar con la misión de rescate, pero se les impusieron muchas restricciones. Los rusos todavía temían dejar que los extranjeros se acercaran al submarino. Eran extremadamente cautelosos con respecto al Kursk, ya que representaba el pináculo de la ingeniería soviética.

Después de que el equipo internacional hubo inspeccionado el naufragio, trascendieron los informes sobre las primeras bajas. Las explosiones mataron a la mayoría de los hombres a bordo, pero 23 marinos sobrevivieron. Debido a la lenta reacción de las autoridades, los hombres se ahogaron lentamente a medida que las reservas de oxígeno se agotaron.

Era el momento de que saliera a la luz la verdad. El 21 de agosto, el Jefe de Estado Mayor de la Flota del Norte de Rusia, almirante Mikhail Motsak, anunció al público que el Kursk se había inundado y que toda la tripulación había muerto. Al día siguiente, el presidente Putin se reunió con las familias de los marineros y oficiales muertos.


Foto. El capitán de corbeta Dmitri Kolesnikov, oficial de submarinos de la Flota del Norte de la Marina rusa fallecido en el naufragio del Kursk. Autor. Wikipedia.

Durante la reunión, Nadezhda Tylik, la madre del teniente de navio Sergei Tylik, interrumpio la reunión y se encaró con el presidente reprochándole la actitud del Gobierno durante la crisis. Ella se puso a gritar ante el presidente y fue reducida por la escolta y sacada de la sala. El escandalo ya era imparable, la situación tuvo eco en todo el mundo, enfatizando es mayúscula tragedia que se cobró la vida de 118 hombres.

Ante la magnitud del escándalo y de la incompetencia, el gobierno ruso se comprometió a levantar el naufragio con una operación de salvamento cuyo coste ascendía a 65 millones de dólares.

El Gobierno ruso contrató a las compañías de salvamento marítimo holandesas Smit International y Mammoet para sacar al Kursk del fondo del mar. Esta s convirtió en la operación de salvamento más grande jamás realizada.

El 8 de octubre de 2001, catorce meses después de la catástrofe y sólo cinco meses después de la adjudicación del contrato, el equipo de salvamento subió a la superficie los restos del buque en una operación de duró 15 horas. Una vez que el submarino estuvo en superficie y se depositó sobre una barcaza fue trasladado al astillero de Roslyakovo de la Marina rusa en Murmansk.

En Múrmansk el Kursk fue depositado en un dique seco, y posteriormente el casco de la nave fue abriéndose poco a poco. A bordo aparecieron los cuerpos de todos menos de tres de los 118 tripulantes del submarino. Los cuerpos de los tres que no aparecieron fueron totalmente destruidos por la explosión y el fuego y sus cuerpos no pudieron ser identificados o recuperados.

Fuente y Autores; http://www.diariodenautica.com/
Titulo Original: La tragedia del Kursk, diecisiete años de la muerte absurda de 118 marinos

Agradecemos a la Gente de Diario de Náutica  por compartir este material. 

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