27 agosto 2017

Así humillaron los seis minúsculos submarinos de Holanda a la gigantesca 'flota roja' de la URSS

Submarino Dolfijn class
Submarino Dolfijn class  - ABC
Apenas eran seis, pero juntos lograron humillar al gigante de la época (la URSS) en plena Guerra Fría. Según ha desvelado el investigador naval Jaime Karremann, la media docena de minúsculos submarinos con los que contaba Holanda espió a la Marina rusa durante más de 23 años. Todo ello, además de atacar decenas de veces a la flota del Ejército Rojo en el mar de Noruega y en el Mediterráneo.
Entre 1968 y 1991 los seis submarinos de Holanda recopilaron información sobre la marina soviética, primero en el mar de Noruega, desde Escocia hasta la frontera del mar de Barents, y luego a lo largo y ancho del mar Mediterráneo.
«A partir de 1976, empezaron a llevar a cabo numerosas operaciones en el Mediterráneo, zona que poco a poco se convirtió en el principal área de operación», explicó Karremann, que recoge años de investigación en su libro «En el más profundo secreto», publicado esta semana.
Eran operaciones ocultas de los servicios de inteligencia, subraya en su obra, y muchas de ellas permanecen escondidas hoy día, ya que el Ministerio de Defensa rara vez publica esta información.
Sin embargo, Karremann logra reconstruir unas 60 operaciones de la época. Todo ello, gracias a 50.000 páginas de revistas antiguas de buques, una recopilación de archivos, información no sensible sobre las misiones, y entrevistas con supervivientes de esas misiones, como el excomandante Henk Stapel.

Pequeños, pero matones

«Los submarinos neerlandeses eran lo suficientemente pequeños como para ir por debajo de los buques soviéticos, y grandes como para quedarse anclados durante semanas. La recopilación de información llevaba días», explica el investigador.
Mientras los submarinos nucleares de los estadounidenses o los británicos eran demasiado grandes en aguas poco profundas, los de los holandeses «eran perfectos», según explican varios comandantes en este libro.
Un submarino tiene la capacidad de efectuar escuchas pero también de grabar los sonidos de los barcos, y eso fue lo que hicieron los holandeses: analizar sonidos emitidos por buques soviéticos.
«Los submarinos neerlandeses eran lo suficientemente pequeños como para ir por debajo de los buques soviéticos»
La información se almacenaba en una base de datos, que se compartía con barcos y aviones, y daba pistas sobre el comportamiento de los soviéticos: rutinas diarias, cuándo encienden o apagan su radar, número de empleados, y múltiples detalles importantes en caso de declararse una guerra.
También obtuvieron fotos y vídeos de los barcos, incluso desde la parte inferior, recogiendo información del otro bando.
En 1987, un submarino holandés detectó a un submarino nuclear soviético cerca del peñón de Gibraltar y lo siguió hasta Egipto, donde el buque ruso hizo un simulacro de ataque con sus misiles en un portaaviones, reconstruye Karremann.
Los submarinos son «la herramienta ideal para recopilar información de inteligencia sin ser detectado» porque no pueden ser vistos por el radar cuando están bajo el agua.
La tecnología de este tipo de buques es «sensible y muy adecuada» y permite escuchar muy bien lo que ocurre en otras naves a larga distancia.

Otras operaciones

Los submarinos también recogieron y analizaron la información emitida por el radar, que tiene una característica de sonido para cada radar distinto, lo que les permitió incluso grabar la comunicación.
En el Mediterráneo, asegura, las operaciones tuvieron lugar principalmente en dos áreas: el golfo de Salum, en Egipto, y en La Mahometa, en Túnez, en ambos los soviéticos tenían anclajes grandes.
Durante la Guerra Fría, la Marina Soviética carecía de acceso a los puertos, pero se les permitía entrar en estas dos zonas.
También se llevaron a cabo otras operaciones más pequeñas en la isla jónica de Citera, en Grecia, y más cerca de España, a unos kilómetros del islote de Alborán (cercano al estrecho de Gibraltar).
«Los submarinos son aptos para ayudar en la lucha contra el tráfico y el terrorismo»
En el Museo holandés de la Marina, en Den Helder se muestra al público el submarino Tonijn, que en 1977 hizo lo que se conoce como «underwaterlook» (observación por debajo del agua) a un submarino soviético de clase Foxtrot.
«El Foxtrot estaba en la superficie y el Tonijn se deslizó por debajo, puso el periscopio y tomó fotos del fondo completo del submarino soviético», relata, con emoción, Karremann.
Estas operaciones eran tan secretas que en muchas ocasiones no compartían información o localización ni siquiera con la propia tripulación, más allá del oficial al mando y algunos otros oficiales, según reconocieron varios comandantes retirados.
«Los submarinos son aptos para ayudar en la lucha contra el tráfico y el terrorismo, al igual que los submarinos holandeses estaban involucrados en el lucha contra la piratería cerca de Somalia y las operaciones de lucha contra las drogas en el Caribe», concluye

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