28 agosto 2023

Narcotráfico bajo el agua

El 9 de julio se cumplieron 15 años del descubrimiento del primer navío semisumergible en México, proveniente de Sudamérica cargado con cocaína. Las versiones de la existencia de esos submarinos usados para el trasiego de drogas ilícitas parecían extraídas de una fantasía futurista. A tantos años de distancia, la realidad supera a la ficción y cada vez es más frecuente el arribo de este tipo de transporte a costas mexicanas, al grado que, durante la presente administración federal, ya se ha asegurado aproximadamente una decena de ellos.

En informes rendidos durante la visita del secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, a los estados de Chiapas y Oaxaca los días 20 y 21 de marzo de 2023, el funcionario aseguró que, entre las acciones de seguridad realizadas en beneficio de ambas entidades del 1 de diciembre de 2018 al día previo de esas fechas, las Fuerzas Armadas mexicanas aseguraron cuatro semisumergibles en cada entidad federativa. Es decir, ocho artefactos, algunos que transportaban droga y otros abandonados sin carga. Además, en junio fue incautado otro de los rústicos submarinos en las costas de Baja California Sur.

e fuertes cantidades de clorhidrato de cocaína al país para su tráfico y destino final hacia Estados Unidos sólo se entiende con el uso de estas cápsulas tripuladas que pueden transportar hasta 10 mil kilogramos del alcaloide, más de lo que habitualmente se transporta vía aérea. Sirve de parámetro la cantidad de 169.4 toneladas de cocaína aseguradas en lo que va del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, que probablemente apenas refleja un mínimo porcentaje de los grandes volúmenes de droga que llegan a territorio mexicano sin ser detectados.

Recientemente, el 11 de julio, la Policía Nacional de Colombia (PNC) informó de la detención del narcotraficante colombiano Edicto Segundo Castañeda Hernández alias Cóndor, un indígena de la etnia Wayuu que encabezaba una de las múltiples organizaciones delincuenciales internacionales que desde 2021 ha traficado más de 90 toneladas de cocaína a Centroamérica, Estados Unidos y Europa, principalmente a través de carteles mexicanos, utilizando semisumergibles y lanchas motoras.

Cóndor y 17 de sus colaboradores, ahora presos, “son señalados de ser los posibles traficantes de ocho toneladas de cocaína mensual, en alianza con el Cártel de Sinaloa, realizaban los transbordos en lanchas rápidas en altamar a buques de mayor calado utilizados por organizaciones criminales”, dijo en su momento el General William René Salamanca Ramírez, director general de la PNC.

 


En Colombia, sólo en 2023, las autoridades decomisaron 259 toneladas del estupefaciente.

SEMISUMERGIBLES

En Colombia, país de donde proceden tanto la droga como estas artesanales pero sofisticadas unidades marinas, la historia es más añeja, pues allá, Laura, el primer semisumergible incautado al narcotráfico, fue descubierto el 22 de mayo de 1993 en la Isla de Providencia. Tenía capacidad para transportar una tonelada de clorhidrato de cocaína. La evolución de los medios de trasiego de drogas ha transitado por el mar a través de barcos, lanchas rápidas, semisumergibles y sumergibles.

De acuerdo a generalidades proporcionadas por la PNC en sus cursos a policías mexicanos, los semisumergibles alcanzan -en promedio- una velocidad de 10 nudos, unos 18 kilómetros por hora, lo que les permite una autonomía de navegación de 12 a 15 horas. Su hora de salida de las costas colombianas se produce al anochecer, entre las 18:00 y las 07:00 horas. La navegabilidad es a través del sistema satelital GPS.

Generalmente los artefactos, construidos en improvisados astilleros en diversos afluentes que desembocan al mar, son tripulados en sus travesías por cuatro personas: un navegante, un motorista, un técnico de GPS y un auxiliar. Está fabricado en plástico reforzado, fibra de vidrio (Prfv), un material que es utilizado para veleros y embarcaciones de recreación. La cubierta sale ligeramente al exterior, pero puede sumergirse un poco más de profundidad en un lapso de 10 a 15 minutos, cuando detectan a los guardacostas.

Para 2008, cuando en México apenas se detectaba el primer minisubmarino a unos 200 kilómetros al sur del Puerto de Salina Cruz en las costas de Oaxaca por parte de las Fuerzas Especiales de la Secretaría de Marina Armada de México (Semar), cargado con cinco toneladas 815 kilogramos de clorhidrato de cocaína, en Colombia, ya habían asegurado a esa misma fecha 36 semisumergibles, siendo precisamente ese año el de mayor incautación, con 14. En esa primera acción mexicana, el navío procedente del puerto de Buenaventura, fue observado desde las alturas por las “águilas” del Escuadrón Aeronaval (ESCAN) 822, lo que les valió la Condecoración al Mérito Aeronáutico Naval Primera Clase.

Los semisumergibles pesan aproximadamente 46.6 toneladas, tienen un ancho de 3.5 metros y una longitud de 20 a 25 metros, aunque ha habido más grandes. Están divididos en tres áreas: la cabina en un extremo, que es donde viaja la tripulación y el combustible del tipo diésel; la zona del motor, al otro extremo; y el área de carga, que va al medio del artefacto. En muchas de las ocasiones, en el caso colombiano, se ha advertido que cuando los traficantes descubren la presencia de las autoridades hunden los aparatos con todo y la droga. En el caso mexicano se han localizado unidades abandonadas o la droga flotando en el mar.

CASOS EN MÉXICO

A finales de la administración federal de Enrique Peña Nieto, en octubre de 2018, la Secretaría de Marina (Semar) informó del equipamiento de la Patrulla Oceánica de Largo Alcance con sistemas de detección con tecnología de punta, de las marcas Thales Indra, para detectar y analizar la presencia de buques y aeronaves a través de señales de radar dentro de las proximidades durante sus operaciones para determinar el tipo de plataforma y su nivel de amenaza; de igual forma se puede detectar la presencia de vehículos submarinos o semisumergibles. Tal capacidad tecnológica rinde frutos en el presente sexenio, aunque no todos los casos han sido publicitados.

El 29 de marzo de 2019, la Guardia Costera, perteneciente a la Décimo Cuarta Zona Naval, con sede en Puerto Chiapas, Chiapas, aseguró un semisumergible, una embarcacióncon motor fuera de borda y dos paquetes con cocaína. Mediante patrullaje aéreo se observó la presencia del minisubmarino cuyos tripulantes realizaban el trasiego de paquetes a tres embarcaciones menores, pero cuando vía marítima arribaron los elementos navales, los traficantes lograron escapar, dejando abandonado el artefacto y la embarcación tipo inmensa, llevándose su ilícito cargamento.

Poco más de cuatro meses después, el 9 de agosto de ese año, la Semar detuvo a siete presuntos traficantes de drogas ilícitas que viajaban a 75 millas náuticas, 138.9 kilómetros al Noreste de Puerto Chiapas en uno de estos artefactos, que al ver a la Guardia Costera, arrojaron paquetes al mar. Los marinos recuperaron 38 paquetes que contenían aproximadamente una tonelada 200 kilos de cocaína. Un año más tarde, el 13 de noviembre de 2020, personal naval encontró un semisumergible abandonado, sin carga, en las inmediaciones del poblado de Barra de La Cruz, Oaxaca.

El 6 de enero de 2021, frente a Bahías de Huatulco, Oaxaca, tras una operación de patrullaje marítimo y aéreo, personal de la Armada mexicana realizó el aseguramiento de otra embarcación tipo semisumergible con cuatro tripulantes colombianos a bordo, en posesión de 2 mil 103 paquetes que contenían 2 mil 149 kilos de clorhidrato de cocaína. Mientras que el 6 de diciembre de 2022, marinos interceptaron otro semisumergible a 362 millas náuticas al Suroeste de Puerto Chiapas, cargado con 873 kilos 621 gramos de cocaína. Fueron detenidos los nicaragüenses Johnny M y Donaldo M, así como los ecuatorianos Jorge L y Jonathan P. En esos días hubo otros aseguramientos y detenciones en embarcaciones menores, presuntamente relacionados entre sí. Otra tonelada de cocaína abandonada flotando en el mar cerca de Puerto Chiapas fue descubierta el 26 de diciembre.

El semisumergible más grande visto en México fue asegurado frente a las costas de Baja California Sur, en el Golfo de Cortés, el 27 de junio de 2023. Se trata de una embarcación de 26 metros de longitud, dos motores internos, velocidad promedio de ocho nudos y autonomía de 20 días, en la que cinco sujetos transportaban 3 toneladas 216 kilogramos de cocaína en 186 paquetes. Los detenidos fueron el mexicano Arnoldo Q; los ecuatorianos Gonzalo Z, Fabricio M y Henry M; así como el colombiano Franklin D, hoy procesados, como todos los descubiertos en este tipo de acciones, por delitos contra la salud en su modalidad de introducción al país del narcótico denominado clorhidrato de cocaína.

VIAJES DIARIOS

El caso del indígena Edicto Segundo Castañeda, alias Cóndor, que enviaba ocho toneladas mensuales de cocaína a diversas partes del mundo, es sólo uno de muchos comandos dedicados a este tráfico de drogas ilegales.

Para el periodista colombiano de conflictos armados Néstor Rosania, “cómo se llena un semisumergible, en Colombia, todo el Litoral Pacífico está lleno de laboratorios. Y no sólo hay un narco. Hay muchísimos. Entonces, todos y cada uno de ellos van diciendo cuánto es su producción. Alguien tiene 300 kilos, otro tiene 200 y así van sumando, sumando, hasta llegar 10 mil kilogramos, cargan y salen. La producción es permanente y la salida de los semisumergibles es constante”, explicó.

“Lo que captura la Armada, la Policía, el Ejército, eso es mínimo frente a la producción. Ahora pensemos, aquí desde Colombia, desde donde transportan los cárteles mexicanos, están sosteniendo, primero, a Estados Unidos, que es el principal consumidor del mundo. Pero, por ejemplo, hay una ruta que sale por Brasil, esa va para África-Europa. Hay otra ruta directamente a África y otra hacia Asia. Hay muchas rutas y Colombia abastece al mayor consumo de cocaína a nivel mundial. Lo que sale es incuantificable, ni siquiera el propio Estado colombiano sabe cuánto se mueve en dólares de la producción de cocaína”, refiere el experto en este tipo de coberturas.

Sin embargo, ni las autoridades colombianas, ni las internacionales o los propios narcotraficantes saben cuántos semisumergibles logran salir del país sudamericano por alguno que otro que es interceptado. Rosania destaca: “En las investigaciones hemos podido llegar a las zonas de conflicto a entrevistar a gente que está en ese mundo, por ejemplo, los del mercado del Pacífico, donde el mayor comprador es el Cártel de Sinaloa, ellos no saben cuánta es la producción en el Norte del país, donde el gran comprador es el Cártel Jalisco Nueva Generación, no se conocen entre sí, no saben cuánta es la producción y trasiego.

“Por ejemplo, hay otra ruta que va para Panamá, donde está el tema de los migrantes, el Tapón del Darién. Esa es una ruta que sale para Centroamérica y la maneja otro grupo, que son los antiguos paramilitares que son del Clan del Golfo, con alias Otoniel, que fue capturado. Lo que hemos visto en Colombia es que el conflicto armado primero se transformó con la salida de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y hoy está recostado en todas las fronteras del país, porque por ahí están sacando la coca”, comparte el también profesor investigador.

Los cárteles mexicanos no están como tal presentes de forma permanente en Colombia y envían emisarios de forma constante. “Lo que ellos hacen aquí, y eso es una transformación, es que están entrando a los laboratorios a confirmar la pureza de la droga, porque les mandaron mucha droga de baja calidad y eso hizo que empezaran a entrar a los laboratorios, generando una tensión en los territorios, pero digamos en términos generales, el gran comprador de la zona del Pacífico es Sinaloa, y en la frontera con Venezuela es Cártel Jalisco Nueva Generación, siendo las dos rutas que en Colombia los narcotraficantes llaman Los Arcos”, finalizó el entrevistado.


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