30 julio 2022

100 años de Jacques Piccard, el hombre que alcanzó las profundidades de la Tierra

 El abismo Challenger, en la fosa de las Marianas (Océano Pacífico), es el punto más profundo del planeta Tierra. A un imaginario Everest invertido aún le faltarían más de 2 kilómetros para tocar el lecho. Pero a Jacques Piccard le bastó su batiscafo, construido por él mismo, para lograr la proeza en 1960. Una proeza que determinó además un crucial hallazgo.

A Piccard el espíritu –y los conocimientos- de aventura ya le venían de serie. Nacido en Bruselas el 28 de julio de 1922, era hijo de Auguste Piccard, un ingeniero capaz de ser el primer humano en llevar un globo a la estratosfera.

Partiendo de los mismos principios físicos, Auguste y Jacques Piccard desarrollaron una especie de submarinos a los que denominaron batiscafos (barco de las profundidades en griego). Tras llegar a los 6000 metros de profundidad llamaron la atención de la Marina estadounidense, interesada en sus avances tecnológicos para alcanzar las profundidades.

En 1958 la Marina adquirió por 250.000 dólares el Trieste, el último batiscafo construido por la familia Piccard, sufragado en buena parte por el Ayuntamiento de la ciudad italiana, de ahí su nombre. Juntos, Marina de Estados Unidos y Jacques Piccard, pusieron en marcha el Proyecto Nekton para alcanzar el fondo de las Marianas. El objetivo principal de la expedición, más allá de la investigación oceánica, era el de confirmar que a esas profundidades no había vida, para depositar en ellas residuos nucleares.

También, por supuesto, se trataba de demostrar al resto del mundo la pericia estadounidense. En plena carrera espacial, y después de la primera ascensión al Everest en esa misma década, el fondo marino era un nuevo propósito. Nunca nadie había llegado hasta ahí abajo.

Una expedición para la historia

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El batiscafo Trieste, diseñado por Auguste y Jacques Piccard

El 23 de enero de 1960 se inició la inmersión, con Jacques Piccard y el teniente de la Marina estadounidense Don Walsh a bordo del batiscafo Trieste.

A una profundidad de unos 9000 metros una de las ventanas exteriores de plexiglás se rompió. A pesar de percatarse de ello, continuaron con el descenso. "Sonó como una explosión, pero después no pasó nada más. No representó un peligro de muerte, por lo menos no inmediato", relataría Don Walsh.

Cuando se alcanzaban las cinco horas de descenso, el Trieste llegó al fondo de la Fosa de las Marianas. El lugar más profundo de la Tierra. A -10.911 metros. Donde la oscuridad es absoluta. Activaron las lámparas de vapor de mercurio, y se dedicaron a contemplar lo que acontecía en el punto más bajo jamás alcanzado por el ser humano.

Tras unos 20 minutos en el abismo, el Trieste comenzó a emerger. La subida tardaría 3 horas y 15 minutos. Y Piccard y Walsh darían a conocer al mundo lo que habían vivido.

"Tuvimos la inmensa suerte de ver, justo en medio del círculo de luz que proyectaba uno de nuestros reflectores, un pez. Así, en un segundo, pero después de años de preparación, pudimos responder a la pregunta que miles de oceanógrafos se habían hecho. La vida, bajo una forma superiormente organizada, era posible en cualquier profundidad". Efectivamente, se prohibiría cualquier plan de abocar en la fosa desechos nucleares.

El legado

Al año siguiente, el Trieste sería retirado de servicio, pero los hallazgos y constataciones permitieron a Piccard desarrollar nuevos sumergibles y continuar con sus expediciones submarinas.

Entre otros, dio lugar al primer submarino turístico, lanzado en las aguas del Lago Lemán, en Ginebra, y que llevaría hasta 33.000 pasajeros durante la Exhibición Nacional Suiza de 1964.

En 1969 Piccard exploraría la corriente del Golfo con una inmersión que duraría un mes, y en la que recorrió 3.000 kilómetros a unos 300 metros de profundidad. Una hazaña que, más allá de los descubrimientos marinos, permitió también importantes avances sobre las consecuencias psicológicas en una tripulación confinada en condiciones extremas, que fueron de gran valor para la NASA.

Respecto a la fosa de las Marianas, no sería hasta 2012 (52 años después de Piccard) que una nueva expedición la alcanzaría. Sería el cineasta y biólogo marino James Cameron, a bordo de un minisubmarino, quien lo lograría. Ya en 2019 el estadounidense Victor Vescovo repetiría la hazaña.

Jacques Piccard fallecería el 1 de noviembre de 2008, a la edad de 86 años, en La Tour-de-Peilz, Suiza. Unos años antes su hijo Bertrand Piccard, siguiendo la tradición familiar de su padre y de su abuelo, se había convertido en el primer ser humano en dar la vuelta al mundo sin escalas en globo aerostático, permanencia en vuelo 19 días, 21 horas y 47 minutos, y recorriendo una distancia aproximada de 45.755 km.

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