Un particular robot captó la atención de los medios en la Exposición Militar de Pekín: se inspira en el pez arowana, una especie común en el país que se caracteriza por su habilidad para saltar.

El peso de la inteligencia artificial en los combates alumbra una nueva muestra de aspecto inofensivo que nadaba y bebía en la superficie en un tanque de agua. Cada vez que se chocaba contra las paredes movía la cola y cambiaba de dirección. 

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Los drones submarinos son un arma más por su elevado valor en combate en términos de vigilancia, reconocimiento de objetivos clandestinos y operaciones contra minas. Además de ofrecer información sobre las posiciones del enemigo son muy resistentes. 

El nuevo espía del ejército chino se llama Robo-Shark y su fuente de energía es la aleta de cola biónica, que le otorga una velocidad máxima de seis nudos.

Algunos pueden lanzarse desde tubos de misiles integrados en submarinos tripulados por buques anfitriones debajo de la superficie y operar con menos riesgo de detección en vías fluviales hostiles menos accesibles para los submarinos.

Generalmente rastrean información del enemigo hasta que se quedan sin batería, momento en el que regresan para que se descarguen sus datos al instante. El dron hiperrealista chino es obra de Boya Gongdao, una empresa de país. Se usará, según la prensa china, para la investigación de la biología marina, pero nada garantiza que así sea.