La peor tragedia marítima de todos los tiempos y una de las mayores felonías del mundo del mar
El asociado , Capitán de Navío, r, D. Luis Mollá publica en Facebook esta narración del naufragio del Trasatlántico Wilhelm Gustloff , salvajemente atacado por el submarino soviético S-13
Naufragios.
La peor tragedia marítima de todos los tiempos y una de las mayores felonías del mundo del mar
Hoy, 30 de enero, se cumplen 75 años del hundimiento del trasatlántico alemán Wilhelm Gustloff a consecuencia de los torpedos recibidos del submarino soviético S-13, con el resultado de la pérdida de 9341 vidas humanas.
El Gustlof entró en servicio en 1938 y se le bautizó con el nombre de un líder del partido nazi asesinado en 1936 por un estudiante judío. Inicialmente fue un buque destinado al solaz de los trabajadores alemanes, pero con la llegada de la guerra pasó a servir como buque hospital, primero, y más tarde como pontón de dotaciones de submarinos en Gotenhafen (Gdynia, en su nombre original polaco antes de que Polonia fuese ocupada por Alemania al principio de la II GM).
Con el avance de las fuerzas soviéticas hacia territorio alemán por la Prusia Oriental, la situación para Alemania se tornó dramática por los miles de refugiados alemanes que huían al norte tratando de escapar de la guerra y el acoso de los soviéticos. En esta tesitura, el Gustloff fue llamado a ser uno de los buques participantes en la operación “Aníbal” destinada a la evacuación de refugiados.
A finales de enero de 1945 el invierno se mostraba en todo su rigor en el norte de Europa con temperaturas de veinte grados bajo cero, y en los muelles de Gydinia 75 000 refugiados esperaban su evacuación. Al Gustloff se le otorgó condición de buque hospital y entre los 10.580 pasajeros que embarcó se contaban 375 enfermeras auxiliares de la Armada que atendían a los heridos y miles de mujeres y niños. El hacinamiento era extremo y muchos refugiados estaban destinados a viajar a la intemperie en las cubiertas expuestos a la hipotermia, si bien, para los que se quedaban en tierra eran unos privilegiados.
Mientras el Wilhelm Gustloff navegaba al anochecer del 30 de enero, a eso de las 20:30 horas la radio transmitió el último discurso de Adolf Hitler, el cual fue difundido por los altavoces por todo el buque. Las condiciones de navegación eran tremendas con el mar atemporalado, un viento borrascoso y gélido y en condiciones de oscurecimiento total, aunque a las nueve se encendieron las luces de navegación para evitar colisionar con el dragaminas que los escoltaba, con la mala suerte que fueron detectados por el S-13, al mando del capitán de corbeta Aleksandr Marinesko, quien ordenó disparar cuatro torpedos sobre el barco de los que hicieron blanco tres.
El Wilhelm Gustloff tardó 44 minutos en irse al fondo del mar, tiempo durante el cual se vivieron a bordo escenas llenas de angustia y aunque pudieron rescatarse 1.239 personas, fallecieron 9.341, algunas ahogadas dentro del barco que se negaban a abandonar y la mayoría de hipotermia sobre las gélidas aguas del mar Báltico. Con esas temperaturas la capacidad de aguante del cuerpo humano en el agua no llega al minuto.
Aleksandr Marinesko, el ejecutor del Wilhelm Gustloff y diez días después del hundimiento del General von Steuben con otras 4.500 víctimas, alegó que el buque alemán era un legítimo blanco militar, pero las autoridades navales soviéticas no le reconocieron mérito alguno, descalificándolo, por el contrario debido a su carácter conflictivo y su historial, plagado de violaciones de los reglamentos.
Desacreditado, Marinesko fue destinado a trabajos secundarios en la Armada Soviética, y poco más tarde acusado de dilapidación de bienes, por lo que tuvo que presentar su renuncia y pasar dos años recluido en el campo de concentración de Kolyma. Al finalizar su sanción, Marinesko era un indigente absolutamente arruinado que a partir de su inauguración en 1955 pasó a malvivir en las estaciones de metro de Leningrado. A pesar de todo, al cumplirse el 50 aniversario de la “Gran Guerra Patria” en 1990, fue reivindicado como un Héroe de la Unión Soviética
FOTOS
1.- Recreación del momento del ataque del S-13
2.- Soberbia estampa del trasatlántico
3.- Derrota del barco en su huida desesperada
4.- Imagen de la popa del barco en el fondo del mar
5.- Monumento a Merinesko en Moscú
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El autor, realiza una interesante reflexión sobre el ataque por un submarino sovietico a un buque alemán soin capacidades militares
Más allá de los convenios, que con la información que nos llegó este caso es muy difícil discutir si le eran de aplicación, por regla general los marinos se han comportado en la mar con suma caballerosidad, tanto en paz como en guerra. Claro que hay ejemplos de capitanes y comandantes que no lo fueron tanto, pero eso no desmerece de la regla general. Y aquí tenemos una guerra en sus últimos estertores y completamente decidida, un buque alemán sin capacidades militares, por mucho personal uniformado que embarcara y además lleno de heridos y civiles muchos de ellos mujeres y niños. El triángulo lo cierra un submarino probablemente con órdenes concretas de actuar en un caso como el que le presentó aquella noche. A partir de ahí que cada cual saque sus conclusiones y, si quiere, que haga un ejercicio de responsabilidad consigo mismo respecto a qué hubiera hecho en el caso de encontrarse dentro de la camisa de Marinesko. Yo en su caso no creo que hubiera lanzado los torpedos excepto en el caso de recibir órdenes concretas. De ser así es muy probable que hubiera disparado porque la premisa de la milicia es la obediencia, pero seguramente el cargo de conciencia me habría acompañado toda la vida. Para mí, legal o ilegal en consideración a los tratados de la guerra, fue una felonía en consideración a mi conciencia. Y aunque hay que pararse a pensar en la enorme tensión acumulada por las infamias cometidas por unos y otros, visto hoy desde la perspectiva que da el paso del tiempo me sigue pareciendo una canallada.
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