Un grupo de congresistas norteamericanos entró ayer domingo
en una base naval de Taiwan. La visita ha reavivado las especulaciones sobre un
posible programa del país para la construcción de ocho submarinos. Los
políticos estadounidenses estarían tratando de hacerse con ese contrato después
de que países europeos lo hubiesen rechazado para no tener problemas con China.
EE UU lleva más de cuatro décadas sin construir submarinos convencionales como
los que necesitaría la isla asiática oriental.
Según una información de la agencia Associated France Press (AFP), el sábado llegó al país esta delegación liderada por el jefe del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, que está realizando una gira por el este de Asia.
“La delegación se encontrará con importantes líderes para analizar las relaciones entre Estados Unidos y Taiwan, y hablar de negocios y otros asuntos destacados”, según el Instituto Americano en Taiwan, institución que actúa de facto como embajada en el país.
El grupo visitó la base naval de Tsoying en el sur, para una reunión informativa y se embarcó en un buque de guerra, ha explicado una fuente militar citada por la AFP sin especificar más.
Estados Unidos es el principal proveedor de armamento del país, a pesar de que no reconoce plenamente su independencia de China.
El Gobierno de EE UU aprobó en 2001 la venta de ocho submarinos convencionales a Taiwán. Sin embargo, apenas se han dado pasos desde aquel momento para ejecutar el acuerdo firmado por el entonces presidente George W. Bush. Se da la circunstancia de que Estados Unidos lleva más de cuarenta años sin construir ningún submarino convencional.
Taiwán cuenta actualmente con cuatro sumergibles, de los que únicamente dos, fabricados en Holanda, pueden ser empleados en una guerra. Los otros dos, de construcción norteamericana, datan de los años 1940.
Las tensiones con China se redujeron con la llegada a la presidencia del país insular de Ma Ying-jeou, que acaba de ser reelegido, y que conquistó el poder con un programa en el que abogaba por el fortalecimiento de los lazos comerciales con su vecino del continente.
Aún así, Taiwan, que se separó de facto de China en 1949, sigue contemplando la necesidad de modernizar sus fuerzas armadas ante las demandas chinas para que vuelva a formar parte de su territorio, y que está dispuesta a emplear la fuerza para conseguirlo si lo ve conveniente.
Según una información de la agencia Associated France Press (AFP), el sábado llegó al país esta delegación liderada por el jefe del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, que está realizando una gira por el este de Asia.
“La delegación se encontrará con importantes líderes para analizar las relaciones entre Estados Unidos y Taiwan, y hablar de negocios y otros asuntos destacados”, según el Instituto Americano en Taiwan, institución que actúa de facto como embajada en el país.
El grupo visitó la base naval de Tsoying en el sur, para una reunión informativa y se embarcó en un buque de guerra, ha explicado una fuente militar citada por la AFP sin especificar más.
Estados Unidos es el principal proveedor de armamento del país, a pesar de que no reconoce plenamente su independencia de China.
El Gobierno de EE UU aprobó en 2001 la venta de ocho submarinos convencionales a Taiwán. Sin embargo, apenas se han dado pasos desde aquel momento para ejecutar el acuerdo firmado por el entonces presidente George W. Bush. Se da la circunstancia de que Estados Unidos lleva más de cuarenta años sin construir ningún submarino convencional.
Taiwán cuenta actualmente con cuatro sumergibles, de los que únicamente dos, fabricados en Holanda, pueden ser empleados en una guerra. Los otros dos, de construcción norteamericana, datan de los años 1940.
Las tensiones con China se redujeron con la llegada a la presidencia del país insular de Ma Ying-jeou, que acaba de ser reelegido, y que conquistó el poder con un programa en el que abogaba por el fortalecimiento de los lazos comerciales con su vecino del continente.
Aún así, Taiwan, que se separó de facto de China en 1949, sigue contemplando la necesidad de modernizar sus fuerzas armadas ante las demandas chinas para que vuelva a formar parte de su territorio, y que está dispuesta a emplear la fuerza para conseguirlo si lo ve conveniente.
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