Llevaba hundido veinte años hasta que un empresario privado lo reflotó del fondo del mar.
Su antiguo capitán recuerda las amenas y variadas actividades de la nave. “Este submarino fue concebido para destruir barcos enemigos de transporte de tropas, para participar en batallas con otros submarino y para misiones de espionaje”
Han restaurado todos los compartimentos. Son palpables las pésimas condiciones de vida de los marinos soviéticos.
“Los niveles de dióxico de carbono no debían pasar del 2 % – explica el capitán- y a partir de aquí había que ventilar. Entonces subíamos a la superficie por la noche para que no nos detectaran los aviones de la OTAN, nuestro peor enemigo”.
Ahora pueden visitarse desde la sala de torpedos a la de máquinas, un viaje imaginario al fondo del mar y al pasado de la Guerra Fría.
El S-189 en San Petersburgo |
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