Estoy a varios metros bajo el mar, dentro del BAP Pisagua, uno de los seis U-209 fabricados por Alemania Federal para Fuerza de Submarinos de la Marina de Guerra del Perú (MGP).
Con sus 1.285 toneladas de desplazamiento en inmersión, ha vuelto de una travesía de miles de kilómetros en el Atlántico, donde enfrentó durante intensas semanas a la primera potencia naval del mundo. Y vivió para contármelo…
Veteranos de guerra
Hacía frío, y un viento húmedo y salitroso en el muelle de la Fuerza dentro de la Base Naval del Callao, hasta que ingresé al buque a través de la estrecha escotilla de proa.
Un cálido aroma a café nuevo invadía la cámara de oficiales, tan amplia como para permitir una mesita para tres, y donde el correcto mayordomo acomoda las pequeñas tazas de loza sobre el mantel verde oscuro.
Miro el hermoso reloj dorado y unas fotos enmarcadas de este sistema de armas contratado el 21 de marzo de 1977 ante el astillero Howaldtswerke-Deutsche Werft, construido desde el 15 de agosto de 1978 en Kiel, lanzado el 19 de octubre de 1980 y asignado el 12 de julio de 1983.
Tras el primer sorbo caliente, observo a quienes me acompañan: el Capitán de Navío AP Salomón Moran Peñafiel, Comandante del Escuadrón de Submarinos; y el Capitán de Fragata Luis Deza Guzmán, jefe de este buque.
Capitán de Navío AP Salomón Moran Peñafiel, Comandante del Escuadrón de Submarinos |
Son dos veteranos ‘lobos del mar’ de un escenario de guerra contra la flota más poderosa del planeta, la americana, que no escatima ni navegaciones, ni en horas de vuelo de helicópteros y aviones antisubmarinos, día y noche.
Capitán de Fragata Luis Deza Guzmán, Comandante del BAP Pisagua |
Esta vez fue el portaaviones nuclear USS Dwight D. Eisenhower (CVN-69) con su escolta de destructores, un submarino atómico, las estaciones de radioescucha en la costa, y acaso uno que otro satélite, para comprender lo serio de este asunto.
Es que los gringos no se andan con rodeos, y por eso su Comandancia de la Fuerza de Submarinos del Atlántico (Comsublant) financió con un millón 200.000 dólares al Perú en la versión 2020 que culminó a inicios de este 2021.
La cita fue en Mayport Naval Station, en Jacksonville (al norte del Estado de Florida), donde EE.UU. afila sus garras intentando cazar a los mejores capitanes de submarinos convencionales de Latinoamérica: los peruanos.
Así les es posible imaginar cómo sería una lucha ante enemigos de verdad que también son aguerridos, experimentados y poseen unidades diésel, silenciosas y difíciles de detectar incluso por las naciones más desarrolladas.
La confrontación se da todos los días y más vale estar listo para evitar sorpresas, afinando nuevas tácticas y probando novedosa electrónica de búsqueda de hoy es secreto y de la que, tal vez, sepamos dentro de 20 años.
Pero volvamos al 23 de noviembre del 2020, cuando zarpó del Callao el BAP Pisagua (SS-33) rumbo a la costa atlántica de los Estados Unidos, para asistir al Despliegue Operacional Submarine Diesel Exercises (SUBDIEX).
Este teatro de guerra antisubmarina y antisuperficie es un operativo anual con la Flota del Atlántico del US Navy, parte del Diesel Electric Submarine Iniciative (DESI) del que Perú es integrante, me dice Deza Guzmán.
“El SUBDIEX, en el que estamos desde el 2002, implica asumir niveles internacionales de alta excelencia; y con esa exigencia permanente tomar nuevas lecciones para preparar la siguiente participación”, explica.
Listos para la acción
Pero, ¿cómo se alista la ‘Fuerza Silente’ más antigua de Sudamérica para poner en jaque a los abrumadores Grupos de Batalla de la US Navy? Tras otro sorbo de café, me responde Moran Peñafiel:
“Trabajamos mucho en mantener el nivel de entrenamiento en cada una de las unidades y el buque de rescate de torpedos BAP San Lorenzo. Y en función a los resultados realizamos mejoras para mantener el alistamiento”.
El entrenamiento es igual para todos, se inicia abordando la parte eléctrica, mecánica, ploteo, sensores y armas en los laboratorios de la Escuela de Submarinos -avalada en el Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa- de esta Fuerza cuyo origen data de 1911.
Cada nivel, básico, intermedio y avanzado tiene desafíos hasta alcanzar la aptitud de hacerse a la mar; se evalúa cómo opera el jefe, el segundo o el ‘team’ y la capacidad técnica de todos como un equipo.
Superada esa fase en simuladores de ataque, trimado y control de averías, pasan al Escuadrón, quien se encarga de certificar a las unidades a ser desplegadas al mar, lo que significa una serie de ejercicios desde salida y entrada a puerto, maniobras, reacción ante emergencias, operatividad…
“No es una competencia, es un aporte para el fortalecimiento de la Fuerza. Los programamos, entrenamos y evaluamos. Todo culmina cuando el submarino queda para disparar el arma”, destaca Moran Peñafiel como si hablara de una máquina perfectamente ensamblada y aceitada.
La crema de la crema
Con dos unidades en astillero modernizándose, hoy solo hay cupo para cuatro jefes de submarino, es decir la crema de la crema. No todos los Oficiales calificados en la especialidad lo logran, depende de muchos factores.
La personalidad, por ejemplo. El futuro comandante debe ser agresivo en el momento adecuado, y cauto cuando las condiciones lo requieran, capaz de tomar las mejores decisiones en un escenario de crisis.
Esas virtudes en el Oficial al mando, quien operará años después, contra la fuerza naval más peligrosa de la Tierra, se observan desde Teniente, siguiendo su trayectoria: tiempo de embarque, cargos desempeñados. Todo suma.
En función a esta meritocracia, se determina a qué submarino va quien, o probablemente todavía, o nunca jamás. No todos llegan, pues. Por eso, el segundo comandante no necesariamente se convertirá en el primero.
En el caso de Deza Guzmán, ingeniero naval por la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), también hizo el International Submarine Training Center, en Eckernförde (Mar Báltico), Alemania.
“Debido a su entorno tridimensional natural, los submarinos son los sistemas de armas más complejos de la Armada. Por eso, el centro de entrenamiento de submarinos (AZU) del 1er. Escuadrón de Submarinos entrena cuidadosamente a todas las tripulaciones de submarinos en tierra”, reza la presentación.
Allí se capacitó, individualmente y en equipo, en un simulador de control de profundidad que imita los movimientos y posiciones de la nave, y en varios centros de comando de submarinos reproducidos con precisión.
Y supo que parte importante de su trabajo es entrenar a su gente, abriendo oportunidades para que los jóvenes puedan tomar decisiones o recomendar órdenes, en lugar de decir qué hago.
Experiencia acumulable
En tiempos gloriosos, Perú tuvo dos escuadrones de sumergibles. Morán Peñafiel se formó en el BAP Chipana, primera unidad alemana que hoy termina su modernización; pasó al BAP Islay, un 209/1100, y después al BAP Abtao, versión modificada de la clase Mackerel americana, hoy museo; y al BAP Dos de Mayo, su gemelo. Volvió al U-209 con el BAP Antofagasta y el BAP Islay, fue segundo del BAP Chipana, y lució la gorra de Comandante en el BAP Angamos.
Submarino BAP Abtao |
“Es el momento cumbre, el más difícil de la carrera, tienes bajo tu mando a más de 40 hombres y una nave valuada en 250 millones de dólares con la cual debes tomar las decisiones más correctas…”, reflexiona.
El BAP Pisagua tiene, con esta del 2020-2021, su tercera participación en SUBDIEX, pero hay buques que han operado hasta cuatro veces; en general las seis unidades tienen esta experiencia internacional.
“Toda la información recabada en el operativo es evaluada para saber en qué acertaron y en qué deben mejorar; y ese material se expone a todos los comandantes de submarinos para generar mayor conocimiento”, afirma.
¿Y cómo fueron esas lecciones de los primeros años que permitieron las mejoras que hoy les caracterizan? La principal fue tener claro que enfrentamos tecnología muy moderna, así que empezamos a investigar. Otra fue trabajar con aeronaves con gran capacidad de lanzar sonoboyas todo el tiempo, hoy una condición normal en los diversos eventos.
Listos para la acción
“Ni bien el Comando de la Fuerza comunicó que mi buque iba al SUBDIEX, empezó la preparación para permitir el desarrollo de una misión totalmente confiable y eficiente, y cumplir con los objetivos operacionales”, describe Deza.
Él ya había estado en la versión 2006, y fue segundo a bordo en el 2014, experiencias que resultaron clave en un año de pandemia, con el astillero y las tripulaciones paradas por bioseguridad, y prioridades reajustándose todo el tiempo.
Cualquier cosa puede ocurrir en esa larga travesía. La US Navy brinda gran apoyo, pero como su concepto es no reparar, todo lo reemplaza. Nosotros no podemos hacer eso en el extranjero, solo usar las herramientas. Así que llevamos equipo adicional para suplir alguna falla.
A 15 días de partir entraron en cuarentena. La Estación de Submarinos implementó camas COVID y más controles de bioseguridad, y una tripulación reducida de reserva, por si alguien se contagiaba.
Zarparon la mañana del 23 de noviembre. La profundidad se alcanzó a 45 minutos del Callao, y a partir de ese momento solo a nivel del periscopio para mantener las comunicaciones y oxigenarse; y analizar los contactos con mercantes y pesqueros en la ruta, como parte de un plan de ataque simulado.
En el Atlántico
Llegaron al Canal de Panamá el 3 para cruzar el 4 de diciembre, un tema que implica la mayor atención de todos, aunque se contaba con los consejos de los otros comandantes que antes pasaron por allí: otra vez, lecciones aprendidas.
Conversar con los prácticos en el puente es fundamental, pues ellos acostumbran conducir enormes cargueros Panamax de 300 metros de largo y se ponen nerviosos con una nave de casi 56.
El cruce consume doce horas, por tres esclusas de agua dulce, cuya poca densidad hace que el submarino tienda a asentarse. Finalmente, el clima radiante del Caribe aguarda en el lago Gatún, donde se baja el segundo práctico y la nave prosigue ya en comunicación con los americanos.
A las 4 de la tarde el Atlántico presentó un primer reto: las altas temperaturas y las corrientes. Después, llegaron los Boeing P-8A Poseidon, del Patrol Squadron 30 (VP-30) del Naval Air Station Jacksonville, USA. El juego había empezado.
En esos once días entrenaron zafarrancho de emergencia, y también contactos en el sonar, que en el Atlántico, por alta la temperatura, se torna más sensible y es otra oportunidad de aprendizaje para los oficiales jóvenes.
Avanzaron hasta Cuba y luego a las Bahamas para arribar a Jacksonville a cinco nudos de velocidad. Lento, sin apuro, porque siempre estuvieron en los plazos. Y con los Poseidon rondando sobre sus cabezas, familiarizando a sus nuevas dotaciones con un submarino convencional.
El 16 de diciembre, a 24 días de salir de casa, tocaron tierra en EE.UU. Pero nadie puede bajar aún, solo se descansa un poco y reorganizan las guardias. En ese momento, los dos cocineros siguen haciendo maravillas para mantener el buen clima organizacional, y agotar las despensas pues no es posible desembarcar ni frutas ni carne ni verduras.
Tras la prueba molecular, llegó la bienvenida con el jefe de la IV Flota, el agregado naval peruano, así como los oficiales del Escuadrón 16 de submarinos americanos -el más cercano- y del destructor asignado como apoyo logístico de los peruanos: el USS Farragut (DDG-99). De allí, a instalarse en el hotel.
Quince días después, periodo en el cual se reacondicionó el submarino y actualizó el aspecto administrativo, empezaron los eventos en un lugar del mar de Florida, a entre 10 a 13 horas distante de la costa.
Las operaciones
Varias razones motivan la gran inversión que significa mover docenas de buques y aviones de un Grupo de Batalla, pero la principal es saber si de verdad los Estados Unidos son los todopoderosos del mar.
“El 2 de enero visitamos al escuadrón de helicópteros SH-60B Seahawk LAMPS MK III para planificar las operaciones, e invitar a un piloto a que nos acompañe en tres eventos. Algo nunca antes hecho”, relata Deza Guzmán.
Hablando todos en inglés, empezaron con eventos básicos con las dotaciones de los dos primeros helicópteros de búsqueda que fueron asignados por turno entre las 8 de la mañana y las 8 de la noche. Un acoso sin descanso.
Fueron tres días del Anti-Submarine Warfare Exercise (ASWEX), donde también llegaron los Poseidón de multimisión marítima, capaces de hacer la guerra antisubmarina, interceptación de embarcaciones, inteligencia electrónica (ELINT), y usar torpedos, cargas de profundidad, misiles antibuque AGM-84 Harpoon, así como lanzar y monitorizar sonoboyas.
Tras una transferencia de carga ligera submarino-helicóptero, empezó el segundo evento, con otros 13 días intensos y más complejos, que empezaron con una fase de familiarización, donde el nuestro submarino en superficie intercambió saludos con los otros buques.
Aquí entró en escena el Grupo de Batalla del USS Dwight D. Eisenhower (CVN-69) procedente de la base naval Norfolk (Virginia), con sus respectivas alas aéreas, unidades de superficie y un submarino nuclear de escolta.
El Dwight D. Eisenhower, de propulsión nuclear de clase Nimitz, es el buque insignia del Grupo de Ataque de Portaaviones 10, que incluye tres destructores de la clase Arleigh Burke, un crucero de la clase Ticonderoga y un ala aérea embarcada con de ocho escuadrones, unos 70 aviones.
En ese instante el BAP Pisagua simula ser un submarino tipo Kilo, que trata de evitar su detección por la avanzada de aviones y helicópteros US Navy, que están encargados de limpiar la ruta a los buques que navegan a continuación.
“Nuestra tarea fue dejar pasar esa operación de limpieza sin ser detectados, y aguardar al portaaviones. Una vez lo detectamos, tomé información de su rumbo. Me acompañó un submarinista americano invitado, como observador y asesor. Aprendimos algo de él, y él mucho de nosotros”, explica Deza.
Tuvimos contacto con el sonar pero los dejamos pasar para no delatarnos. Esperando el máximo objetivo, que en tres oportunidades estuvo en la mira de nuestras armas. Y disparamos…
“A la hora que nos dan la opción de ataque, apunto los datos, la distancia, hizo el periscopio por menos de 6 segundos para evitar sus radares, grabo imágenes, el oficial embarcado también lo ve. Y al acabar el juego a las 9 de la noche digo: tuve contacto positivo en el reporte, he atacado este buque en tal marcación y a tal distancia. Ellos validan y declaran positivo”.
El tercer y último evento fue con helicópteros, simulando una plataforma de petróleo en zona de aguas poco profundas, donde la misión del BAP Pisagua fue destruirla, entrando a poca profundidad.
El 5 de marzo el BAP Pisagua se despidió de Mayport y partió hacia Colombia para un ejercicio trilateral también con los EE.UU., llegando el 19 al área de operaciones en el Caribe.
En Cartagena, fueron tres días de búsqueda y evasión con la corbeta ARC Tono (CM-56) y la fragata ARC Independiente (FM-54), más los P-8 americanos, evitando en todo momento la detección.
Operativo DESI con los Submarinos ARC Pijao (COLOMBIA) y BAP Pisagua (PERÚ) |
Misión cumplida
“La Fuerza de Submarinos de la Marina de Guerra del Perú posee gran experiencia y marcha a la vanguardia, con actualizaciones en la parte tecnológica que nos permiten tener una presencia mayor en el continente”.
Lo dice el Contralmirante Marco Antonio Montero Gallegos, máximo líder de los U-209, quien explica que después de largos años operando en el Pacífico Sur con el SIFOREX (Silent Force Exercise), un ejercicio bianual entre Perú y Estados Unidos en el marco del UNITAS, se aceptó la invitación al SUBDIEX para operar tanto en el Atlántico (Mayport) como en el Pacífico (San Diego).
Contralmirante Marco Antonio Montero Gallegos |
“El planeamiento se hace un año antes, el próximo SUBIDEX es entre setiembre y diciembre y en estos meses ya tenemos reuniones para programar todo con tiempo, vemos plazos, desplazamientos, tipo de ejercicios a realizar y mayores complejidades en los eventos”, explica.
Perú gana al entrenarse con la primera potencia mundial, poseedora de la más moderna tecnología y enorme capacidad logística, con medios desplegados sin restricción que exigen de una mucho mayor preparación.
“Antes era algo excepcional ir al SUBDIEX, pero ahora es de rutina, todas las tripulaciones han ido por lo menos dos a tres veces y poseen valiosa experiencia, ahora ya se van preparando para la siguiente versión manteniendo el mejor nivel”, concluye. Estaremos atentos.
Por Lewis Mejía, Lima para elSnorkel.com
Licenciado en Comunicación Social Lewis Mejía Prada, corresponsal de la revista Tecnología Militar (Grupo Monch) y jefe de redacción de la revista Perú Defensa & Seguridad, escribe desde hace 25 años sobre temas militares.
Excelente nota promocion Lewis, por algo que no se me apasionan los Submarinos, nunca subi a uno pero es algo que no me explico, veo que Peru esta en un nivel muy aceptable en su preparación.... un abrazo
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