En un mundo marcado por la rivalidad naval y la competencia tecnológica, la Marina de Estados Unidos acaba de revelar una innovación que ya está generando titulares en todo el planeta. Se trata de un nuevo sistema de sonar pasivo instalado en los destructores de la clase Arleigh Burke, capaz de detectar la presencia de submarinos a distancias nunca vistas: hasta 150 kilómetros bajo determinadas condiciones oceánicas.
La noticia no solo resuena en los círculos militares, sino también en los estratégicos y diplomáticos. Porque si la detección temprana de submarinos nucleares es más precisa, el equilibrio del poder naval en el Atlántico y el Pacífico podría cambiar de manera radical.
“Estamos ante un salto tecnológico comparable al radar en la Segunda Guerra Mundial.
Este sonar redefine lo que significa el concepto de disuasión en el mar”,
señaló un analista del Center for Naval Warfare Studies.
¿Qué hace diferente a este sonar pasivo?
Hasta ahora, la mayoría de los destructores estadounidenses dependían de una combinación de sonares activos (que emiten pulsos acústicos) y sonares pasivos (que simplemente escuchan el ruido submarino). El gran avance del nuevo sistema reside en su capacidad para filtrar y amplificar señales débiles en entornos de alta complejidad, gracias a la inteligencia artificial y al procesamiento cuántico de datos.
- Rango extendido: hasta 150 km, en comparación con los 40–60 km de generaciones anteriores.
- Funcionamiento totalmente pasivo: no revela la posición del buque emisor.
- Procesamiento de ruido ambiental: usa el sonido del océano como “pantalla” para detectar anomalías.
- Identificación de firma acústica: distingue entre un submarino ruso, un pesquero o un cetáceo.
- Integración con sistemas Aegis: comparte datos en tiempo real con toda la flota.
¿Por qué Rusia está en el centro de la mira?
Los submarinos rusos, en especial los de la clase Yasen y los más antiguos Akula, son conocidos por su discreción y capacidad de permanecer ocultos durante largas misiones. Sin embargo, con un sonar pasivo de este nivel, la ventaja de invisibilidad estratégica podría reducirse de forma drástica.
Moscú ha invertido durante décadas en el desarrollo de cascos revestidos con materiales absorbentes de sonido y hélices de última generación. Pero la posibilidad de que sean detectados a 150 km pone en jaque gran parte de esa inversión.
“Si un submarino ruso pierde la capacidad de acercarse sin ser visto,
Estados Unidos gana una carta clave en el tablero global”,
advirtió el experto en geopolítica naval Alejandro Muñoz.
Comparación tecnológica: antes y después
El sonar pasivo tradicional tenía un rango de detección de entre 40 y 60 kilómetros. El nuevo sistema lo triplica, alcanzando hasta 150 kilómetros. Mientras que antes el procesamiento de señales era mayoritariamente analógico y digital, ahora se combina con inteligencia artificial y algoritmos cuánticos.
En cuanto al nivel de detalle, los antiguos sistemas solo identificaban ruidos generales, mientras que el nuevo permite reconocer firmas acústicas específicas, diferenciando incluso entre un submarino de ataque y un simple navío de pesca.
El riesgo de detección propia era bajo en los sistemas anteriores, pero ahora es nulo: al ser totalmente pasivo, el destructor no emite nada. Y finalmente, la integración en red, que antes era limitada, se vuelve total gracias al enlace con el sistema Aegis.
Implicaciones estratégicas
El anuncio tiene múltiples consecuencias:
- Mayor seguridad para los portaaviones, que ahora pueden detectar amenazas submarinas mucho antes.
- Presión diplomática sobre Rusia, que ve debilitada su capacidad de disuasión nuclear en el mar.
- Una carrera tecnológica inevitable, pues Moscú y Pekín ya trabajan en contramedidas como recubrimientos anecoicos más avanzados.
- Impacto en la OTAN, cuyos aliados europeos podrían beneficiarse de esta innovación en el Atlántico Norte.
- Cambio en la doctrina naval: los destructores Arleigh Burke se consolidan como nodos centrales de inteligencia acústica.
¿Qué dicen los críticos?
Algunos expertos recuerdan que la tecnología aún está en fase inicial y que los 150 km de rango dependen de condiciones ideales, como la temperatura del agua, la salinidad y el ruido de fondo. En escenarios de alta actividad marítima, los resultados podrían ser menos espectaculares.
Además, el costo de implementar este sistema en los más de 70 destructores de la clase Arleigh Burke podría superar los 10.000 millones de dólares, lo que genera debate en el Congreso estadounidense.
El futuro inmediato
Los primeros destructores equipados con este sonar ya están realizando patrullas de prueba en el Atlántico Norte. La comunidad internacional observa con atención, especialmente en un contexto de crecientes tensiones en el Ártico y el mar de Barents, donde la presencia de submarinos rusos es habitual.
Si el sistema cumple con las expectativas, se abrirá un nuevo capítulo en la guerra submarina moderna, donde la invisibilidad ya no será un recurso garantizado.
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