27 julio 2025

Un robot submarino localiza cientos de bidones radiactivos frente a Galicia y reabre el debate sobre la radiactividad en el Atlántico

 

Robot submarino localiza bidones radiactivos en el Atlántico

El fondo marino de la costa gallega ha vuelto a ser protagonista tras el hallazgo de cientos de bidones radiactivos en una de las zonas más profundas del Atlántico. La reciente expedición, dirigida por un equipo científico internacional, ha reabierto la preocupación sobre el legado nuclear que dejaron décadas de vertidos en alta mar.

Equipos especializados han confirmado la localización de más de 1.800 bidones radiactivosgracias a la tecnología de un robot submarino autónomo, capaz de llegar hasta los 6.000 metros de profundidad y mapear el terreno con precisión. Esta operación permite evaluar la magnitud de los residuos y el reto que supone su control y análisis de riesgos para el medio ambiente.

La misión: cartografiar y entender el alcance de los vertidos

Cartografía de bidones radiactivos por el robot submarino

La expedición partió hace unos días a bordo del buque oceanográfico francés L’Atalante, equipado con el robot submarino Uly X. Liderados por el geólogo español Javier Escartín y el físico francés Patrick Chardon, los investigadores han centrado sus esfuerzos en una de las áreas donde se arrojaron miles de bidones con residuos radiactivos entre los años 50 y 90. En las primeras inmersiones, se han identificado y mapeado más de mil bidones, cifra que sigue aumentando en las operaciones de rastreo.

Para esta tarea, el equipo ha utilizado sonares de alta precisión que permiten detectar la ubicación exacta de los depósitos, situados a unos 4.500 metros de profundidad. Actualmente, el trabajo se enfoca en obtener datos y realizar cartografía, aunque en breve se podrán tomar imágenes directas y análisis de muestras biológicas y sedimentarias para evaluar el impacto sobre los ecosistemas marinos.

Los vertidos: cómo y por qué acabaron ahí

Bidones radiactivos depositados en el fondo marino

Entre los años 1949 y 1990, países como Reino Unido, Holanda, Bélgica y Suiza aprovecharon la llanura abisal atlántica para deshacerse de más de 220.000 bidones con residuos radiactivos, considerando estas zonas geológicamente estables y de difícil acceso. En total, unas 140.000 toneladas de material radiactivo fueron depositadas en estos contenedores de acero y hormigón, según datos de organismos internacionales.

En aquella época, la regulación internacional era limitada y la vigilancia casi inexistente. Muchos de estos bidones permanecen sin supervisión desde hace décadas, lo que ha generado preocupación en la comunidad científica y organizaciones ecologistas. La última monitorización comparable al actual fue a finales de los 80.

Analizando los riesgos: fauna, sedimentos y ambiente

Extracción de muestras en la zona de residuos radiactivos

Una parte fundamental de la investigación actual es contar con un mapa detallado de la distribución de los bidones y estudiar sus efectos en el ecosistema. Además del rastreo, se están recuperando muestras de fauna y sedimentos de los alrededores, con el objetivo de detectar si la radiactividad ha llegado a afectar a los organismos en las profundidades.

Para obtener muestras del fondo marino a tanta profundidad, se ha empleado un sistema especial capaz de recoger segmentos de sedimentos y facilitar su análisis posterior. Este procedimiento incluye estrictas medidas de seguridad para evitar cualquier riesgo para la tripulación y los investigadores.

Los resultados de estos análisis serán clave para valorar la situación real y determinar posibles medidas o intervenciones. La misión continúa con un plan para una segunda fase en el próximo año, donde se buscará obtener datos aún más detallados sobre los residuos.



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