El deseo de poseer una nave de este estilo proviene de muy antiguo: la primera referencia legendaria procede del gran sabio griego Aristóteles (384-322 A. de C.), que en su obra "Problemata", proporciona las primeras referencias históricas sobre una campana de buceoa la que llama "Colimfa”, palabra griega que significa caldero. Esta no es mas que una campana que, en posición invertida, se sumerge en el agua, quedando así aprisionado en su interior el volumen de aire que su capacidad admita, gracias a la presión mayor del agua que del aire este no escapa y en ella un buceador se acomoda en su interior y va efectuando salidas al exterior, regresando nuevamente a la campana cuando tienen necesidad de respirar. Su uso se esconde entre las brumas de la leyenda pues Aristóteles hace referencia a esta campana en el sitio de Tiro (332 a.C.) en el que Alejandro Magno usó para minar los barcos de madera de la flota fenicia y en la que incluso podría haber descendido el curioso Alejandro.
Nacho Padró (Revista Eureka)
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