Drebbel empezó a pensar en el submarino más o menos en 1618 y Jacobo I lo vio en acción unos años más tarde.
Una de las personas más interesadas en lo que Drebbel hacía era el científico Robert Boyle, quizás el principal experimentador en la Royal Society.
En 1660 escribió que, tras preguntar cómo hizo el inventor holandés para mantener vivos a hombres no acostumbrados a pasar tanto tiempo bajo el agua sin sofocarse, le respondieron que "Drebbel concibió que no es todo el cuerpo del aire sino cierta quintaesencia (como dicen los químicos) o una parte espirituosa de él, es lo que sirve para respirar (...)".
"Cuando, de tanto en tanto, se daba cuenta que la parte más fina y pura del aire había sido consumida o congestionada por la respiración y vapores de los que estaban en su nave, abría un recipiente lleno de su licor y rápidamente le restauraba al aire tal proporción de partes vitales que lo tornaba nuevamente, y por un largo rato, apto para respirar".
En pos del secreto
En 1663, el secretario de la Royal Society Henry Oldenburg fue a ver al yerno de Drebbel con la esperanza de descubrir el secreto. Pero el yerno no lo reveló. Un francés que acompañó a Oldenburg escribió: "Él poseía el secreto para mantener el aire perfectamente puro y hacerlo siempre apto para la respiración (...), usando la esencia que preparó y que llamó la quintaesencia del aire. Cuando transfundía el aire con una gota de eso, uno respiraba con un placer y facilidad tan grande como al estar en una encantadora colina".
La habilidad de Drebbel para hacer oxígeno le permitió convertirse en un pionero en la exploración de lugares inhabitables.
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